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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El cuarto viento de cola para España

Dólar caro = euro barato. Junto al BCE, el petróleo y Bruselas son los motores reactivadores

Xavier Vidal-Folch

Estupendo. Un dólar más caro supone un euro aún más barato. Lo mejor es que va por pasos, y seguirán otros. La decisión de la Fed redondea y complementa así las del BCE de acrecentar la liquidez y seguir bajando el euro, del 3 de diciembre.

Doble beneficio para España. Como socia de la eurozona, le rebota todo mayor crecimiento en la misma. Como economía individual, incentiva sus crecientes exportaciones fuera de la UE: suponían el 26,1% del total en 2001; ahora, el 37,8%.

Así que el dólar caro se erige en el cuarto viento de cola exterior en que se basa el grueso de la reactivación española. De los otros factores exteriores, que relativizan el mérito de las reformas internas, hemos hablado. Pero desde el martes contamos ya con cálculos de los mismos, en la excelente contribución al think tank EuropeG del profesor Oliver Alonso, Recuperación y persistencia de fragilidades: vientos de cola exteriores y demanda interna.

El primer viento es la política monetaria expansiva del BCE. La caída al entorno cero de los tipos de interés del euro ha reducido los intereses pagados por España al exterior: a las instituciones financieras, en un 2,5% del PIB de 2008 a 2014; ha provocado la mejora de la renta familiar en dos puntos en los dos últimos años; de tres puntos a las empresas no financieras; y una rebaja del 3,4% desde 2009 en la carga financiera por la deuda pública.

Y la caída del tipo de cambio euro-dólar (21% de junio 2014 al pasado noviembre) ha catapultado las exportaciones, también relanzadas por menores costes laborales y la debacle del turismo en países competidores.

El segundo viento de cola es la caída del precio del petróleo, de 125 dólares por barril en 2012 a menos de 50 hoy, lo que ha rebajado las transferencias al exterior en un 2% del PIB.

Y el tercero, que normalmente se olvida, es la flexibilidad desplegada por la Comisión Europea para suavizar la senda de la reducción del déficit público español (y de otros socios). Esta suavización de la austeridad ha permitido que España cerrase en el periodo 2013- 2015 sus déficits 11 puntos por encima de lo proyectado. Es decir, entre el déficit inicialmente previsto y el finalmente ejecutado la diferencia fue del 11% del PIB, lo que ha permitido un notable aumento del consumo público y una menor dureza de los sacrificios económicos, sociales y del bienestar colectivo.

Y ahora Janet Yellen se suma a Mario Draghi y a Jean-Claude Juncker para mejorar nuestro entorno económico europeo e internacional. Pensaremos en ellos el 20-D.

Pero no basta con la política monetaria. Urge más política fiscal, más inversión, más estímulo a la demanda. Hay un “desarrollo desequilibrado en la gobernanza económica europea y sus políticas, entre la monetaria y la fiscal”, sostiene el profesor Kenneth Dyson (Central bancks in the age of the euro, Oxford, 2009). Así, “las políticas fiscales han pesado sobre el crecimiento mediante alzas de impuestos y recortes de gastos, requiriendo políticas monetarias más relajadas que si las fiscales hubiesen sido menos procíclicas”, dictamina el exvicepresidente de la Fed, Donald Kohn (The G-20 and central banks, Think-tank 20). Eso.

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