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¿Y si me toca la Lotería? Consejos para que tu dinero no se esfume

Si ganas el Gordo no pierdas la calma e intenta cuidar tu patrimonio

Laura Delle Femmine
Bombo de la Lotería de Navidad.
Bombo de la Lotería de Navidad.CLAUDIO ÁLVAREZ

Una serie infinita de posibilidades. Cuando algún detractor de la Lotería anuncia su desinterés por el sorteo, algún otro alabador de la rifa le provoca: “¿Y si te toca el Gordo?”. Así, después de una rápida diatriba estadística, las fantasías sobre qué hacer con el premio empiezan a piruetear por la cabeza: hay quien quiere viajar, otros prefieren comprarse una casa y los hay que se quedan en blanco. Aquellos que tengan un décimo y confíen en la suerte, mejor que lleguen al 22 de diciembre con algunas ideas claras. Porque nunca se sabe... y convertirse en rico repentinamente no es tan fácil como podría parecer. 

Si los niños de San Ildefonso acaban cantando el número del décimo que tienes entre las manos, quédate en el planeta Tierra e intenta que tus sueños de nuevo rico no se esfumen junto con el dinero que acabas de ganar. Aquí te dejamos algunos consejos para administrar el golpe de suerte.

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1. Controla las emociones. El Gordo de Navidad está premiado con 400.000 euros al décimo (para ser exactos, 320.500 después de impuestos). Una cantidad que no permite tomar decisiones drásticas, como dejar de trabajar, pero que puede ser suficiente para tener una vida algo más desahogada. Lo importante es avanzar con calma, porque ver engrosar nuestro patrimonio de un día a otro puede acarrear más problemas de lo que pensamos y llevarnos a actuar con ligereza. No significa que esté prohibido concederse algún capricho, pero tampoco es recomendable gastarnos todo en un cochazo último modelo.

“El riesgo [de malgastar el premio] se debe a que el dinero que ganamos en la Lotería no lo percibimos como nuestro”, explica Pedro Bermejo, neurólogo y fundador la Asociación Española de Neuroeconomía (ASOCENE), “y como no es mío lo despilfarro, porque a nivel cerebral no lo asumo como una pérdida”. Bermejo precisa que tanto el conocimiento en materia financiera como el tiempo que tengamos para decidir que hacer con esos 320.500 euros tienen un peso importante. “Y si asumes que tu capacidad de control económico es nula, mejor que alguien gestione tu dinero”.

2. Reparte el premio desde el principio. Los asesores financieros que han tenido clientes afortunados en la lotería recomiendan mantener el anonimato. Los riesgos pueden ser múltiples: desde los “parientes serpientes” hasta el conocido que te ofrece invertir el dinero “en un negocio seguro y muy rentable” que luego se revela una estafa. Y, en los casos más desgraciados, los que juran haber comprado el décimo contigo y hasta te llevan a juicio para hacerse con una parte del botín.

Si quieres que alguien más se beneficie del dinero ganado, por ejemplo, tus hijos, hay que tenerlo claro desde el principio. "Se dice a la entidad financiera cómo se tiene que repartir el premio cuando vayamos a cobrarlo", explica Domingo Remojón, experto de iAhorro y director del portal iAsesoria. Así es como si el décimo se hubiera comprado conjuntamente. Dividir el dinero a posteriori solo se puede hacer a través de una donación, que conlleva gastos.

3. Tapa agujeros, pero deja la hipoteca. Un consejo típico es saldar eventuales deudas pendientes con el premio de la Lotería. Pero hay que distinguir. “Las deudas ejecutivas [que se generan cuando dejamos de pagar] hay que eliminarlas del todo, y cuanto antes mejor, porque tienen intereses de demora muy elevados”, recomienda Remojón. Por ejemplo, una hipoteca en mora, el descubierto de una tarjeta de crédito ordinaria o alguna cuota pendiente con la Administración.

Por otro lado, cuando se trata de deudas ordinarias, es decir un préstamo que tiene un plazo de ejecución fijado por contrato, hay que analizar la situación. “Inclusive hay préstamos personales que no permiten la cancelación anticipada. Y en el caso de la hipoteca puede que ganes más dinero por mantenerla; hay que mirar el diferencial”. Albert Enguix, gestor del grupo GVC Gaesco Gestión, aclara que, “si estamos pagando un tipo bajo y con el dinero ganado podemos hacer una inversión más rentable, igual no conviene amortizar”.

4. No pongas todo en la misma cesta. Cuando ya hayas cobrado el dinero y tapado los eventuales agujeros que tenías —además de haberte concedido algún lujo, que es lícito—, piensa en poner tu dinero a trabajar. Pero no cometas el error del inversor novato: no lo metas todo en la misma cesta. Es decir, no inviertas todo tu patrimonio en un único activo o negocio.

La regla número uno a la hora de invertir es diversificar. Así reduces el riesgo de quedarte sin un céntimo si algo sale mal y puedes repartir el dinero entre varios activos con diferente rentabilidad. No creas que meterlo todo en un depósito, producto seguro por antonomasia, te garantizará el capital: si el banco se declara insolvente —y no sería algo excepcional—, el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) solo cubre hasta los primeros 100.000 euros por entidad y titular. Así, si una de tus apuestas te sale mal pero has diversificado, solo perderás una parte de tu patrimonio.

“No solo es importante no poner todos los huevos en la misma cesta, también hay que entender el producto y decidir en función de la edad y del perfil de riesgo”, añade Andrea Carreras-Candi, directora de EFPA España. “Y, sobre todo si eres joven, evita las compras impulsivas y piensa en el largo plazo”.

5. ¿Inversiones rentables? Lánzate a los fondos. ¿Crees que los depósitos bancarios son el mejor producto del mercado? Hace unos años valían la pena, pero hoy día las cosas han cambiado. “Ahora los tipos de interés están bajos y la remuneración ha disminuido. Lo que aconsejamos son fondos de inversión”, resume Enguix. Para un perfil conservador, que tenga aversión al riesgo, este experto aconseja invertir el 75% del premio en renta fijay el resto en renta variable, más volátil pero más rentable, sobre todo en el largo plazo. 

Para el mismo perfil, Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis, recomienda meter un 85% del importe en un depósito o en un fondo muy conservador y el resto en renta variable (Bolsa) europea. Si se quiere aumentar la parte variable hasta un 30%, aconseja buscar valores que den buenos dividendos. “Por ejemplo utilities [empresas del sector energético, agua, etc.]”, puntualiza. Para un inversor más arriesgado sugiere un 40% de renta variable y un 60% de activos más seguros. Si se quiere hacer un paso más, destinar un 10% de la parte variable a fondos emergentes para mantener de aquí a cinco años. “Si se tratara de una persona joven, habría que ir directo a la cartera más arriesgada. Lo importante es tener paciencia y la disciplina de no tocarlo”.

Una vez tomada la decisión, es fundamental respetar el plan de inversión y evitar pasarse todo el día revisando la evolución de los valores. “Pese a la volatilidad, en un mundo de tipos cero, para poder obtener algo de rentabilidad hay que estar dispuesto a asumir riesgo. Y, dentro de los activos de riesgo, la Bolsa es hoy la favorita”, mantiene Rosa Duce, de Deutsche Bank. Su propuesta para un perfil conservador prevé invertir un 62% del premio entre renta fija y activos monetarios, un 18% en renta variable y un 19% en activos alternativos.

Errores clásicos del inversor

Las emociones y el mismo funcionamiento del cerebro nos hacen trampas a la hora de invertir. Deutsche Bank ha recopilado las más típicas.
  • No se puede saber el momento exacto para entrar o salir de un mercado. La clave para no sufrir los altibajos de los valores está en definir objetivos y estrategia y mantenerlos.
  • Otro error típico es mantener las posiciones que arrojan pérdidas y vender aquellas con ganancias, con la esperanza de recuperar. Si, por ejemplo, tiene pérdidas una parte de inversión a largo plazo que preveía volatilidad alta, se puede mantener la apuesta, sobre todo si estaba planeado.
  • No hay que analizar los activos uno a uno, sino el conjunto de nuestra inversión.
  • Hay que recordar que las rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
  • Un activo que no deja de caer no garantiza necesariamente la inversión. Hay que mantener la distribución de la cartera en la proporción que hayamos fijado, y ser constantes.
  • Otro falso mito es que una buena empresa tenga que ser, necesariamente, una buena inversión. Puede ser que, en el momento de comprar, la empresa esté sobrevalorada y se produzca un ajuste.
  • Los inversores tienden a invertir de en renta variable cuando la bolsa lleva tiempo subiendo, y en la renta fija cuando baja. El resultado es comprado cara la renta variable, venderla barata, e invertir en renta fija cuando menos rentabilidad ofrece.
  • No se puede predecir el movimiento a corto plazo. Sobre el largo plazo se pueden conocer algunas tendencias: no se sabe que harán las bolsas el año que viene, pero en 20 años hay una alta probabilidad de que la renta variable haya batido a la renta fija.

6. Ladrillo y ahorro fiscal. Si le tienes aversión a los mercados, existe siempre la posibilidad de invertir en ladrillo. “Todavía se pueden comprar inmuebles de buena calidad a precios razonables”, comenta Alvargonzález. Y si eres joven, también está sobre la mesa la opción de invertir para la jubilación. “Todo lo que sea ahorro a largo plazo es bueno, y los planes de pensiones son un producto atractivo por su fiscalidad”, dice Erguix: el pago de los impuestos se aplaza al momento del cobro y hasta los 50 años se pueden deducir hasta 8.000 euros anuales. Además, se pueden rescatar voluntariamente a los 10 años. Y si lo tuyo es la filantropía, recuerda que este tipo de donaciones son deducibles. 

7. Mira la letra pequeña y no te metas en líos. Medita bien tus decisiones, porque no solo podrías perder dinero, sino meterte en un lío. Mientras la directora de EFPA recuerda que hay que conocer “muy bien las comisiones de los productos y la fiscalidad que tienen”, para no tener sorpresas a la hora de rescatarlos, Domingo Remojón alerta de los posibles fraudes en los que podrías incurrir sin ni siquiera darte cuenta.

Si quieres llevar el dinero al extranjero, por ejemplo, lo puedes hacer, “pero hay que declararlo si son más de 50.000 euros”, advierte Remojón. Lo mismo ocurre si te compras una propiedad en el exterior. “Y cuidado con quien te ofrezca más dinero por el décimo ganador. Lo más típico es que te den billetes, porque una de las vías más fáciles para blanquear dinero. ¿Qué pasa en esta situación? Que no puedes meter ese dinero en ningún banco. Hay vías para usarlo, pero todas son ilegales”.

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Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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