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Los españoles aún no se fían de los bancos

Solo el 22% confía en las entidades, un 2% menos que en 2014

Dos de cada nueve españoles no se fía de los bancos. La factura que han pasado a la reputación del sector los tres años de acusaciones de corrupción, rescates financieros, procesos judiciales, reducciones de plantilla y desahucios es cuantiosa, pero de obligado pago para recuperar la rentabilidad. Una vez superada la crisis de liquidez, las entidades se enfrentan ahora a una de prestigio que les tomará entre cinco y 10 años superar, según la principal entidad certificadora de conocimientos financieros, el Chartered Institute for Securities & Investment (CISI).

La consultora Edelman elabora cada año a través de una encuesta en 27 países un Barómetro de Confianza en el Sector Financiero en cuya edición de 2015 España se sitúa a la cola: solo el 22% de los participantes confía en él frente a una media del 48%. La cifra cayó dos puntos respecto al año pasado, aunque supone un aumento si se compara con el 16% obtenido en 2012, cuando estalló el caso Bankia y la banca fue rescatada. El consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar, admitió durante el XXII Encuentro del Sector Financiero, celebrado en Madrid el pasado mes de abril, que la reputación está "bajo mínimos" y que la rentabilidad de las entidades no se incrementará mientras no logren mejorarla.

¿Pero cómo proyectar una imagen positiva en tiempos en los que el capitán de la selección española de fútbol recuerda cada día en la televisión el fraude de las acciones de Bankia y la figura del banquero ha quedado asociada al personaje de Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street? Según el presidente de CISI, Simon Culhane, haciendo el máximo esfuerzo por evidenciar que hay un cambio: "La mitad de la batalla es admitir que hiciste algo mal y la otra, demostrar que lo vas a arreglar".

La crisis minó la reputación de los bancos en países como Reino Unido y Estados Unidos. Pero el sector ya empezó a recobrarla en ambas economías. Culhane explica que las entidades han quitado el foco de los accionistas y lo han ampliado al resto de la sociedad: "Han incrementado las donaciones a la comunidad, sobre todo a través de proyectos a largo plazo; se han alejado de los préstamos de alto riesgo y han alargado el plazo de pago a sus clientes. Pero esto es solo el inicio. En los últimos años han hecho promesas y en los próximos, deberán cumplirlas".

La receta para alcanzar una buena imagen parece fácil, pero aún hay quien se resiste. En un intento por aportar visibilidad al cambio, CISI comenzó a exigir en 2013 a todos sus miembros la superación de una especie de "prueba de integridad" llamado Integrity Matters. De 22.000 personas, 1.344 prefirieron quedar fuera de la organización a examinarse. "Muchos decían que estábamos insultando su integridad", explica el directivo, que admite que la evaluación no demuestra que alguien tenga más ética que otros. Pero defiende que sí evidencia otras dos cosas: "Primero, que te han enseñado que la integridad va por delante de la rentabilidad, así que la excusa de que no sabías que era incorrecto no vale. Y segundo, que no queremos gente deshonesta y si los bancos no piensan echarlos, los expulsaremos nosotros de nuestra organización".

Europa, donde más desconfianza inspira el sector, es donde mejor ha calado la iniciativa. Algunos bancos de Londres ya exigen esta certificación de integridad en los procesos de selección de personal. Un examen que acumula el mayor porcentaje de suspensos de todos los de CISI —cerca del 10%—.

En España, otro de los obstáculos para mejorar la reputación es el masivo cierre de oficinas bancarias que ha resultado de las fusiones y absorciones que ha vivido el sector. El directivo recomienda "ser cauteloso" con estas medidas: "La recuperación comenzará en el sector al por menor porque es donde los vínculos y relaciones se establecen. Cerrar los puntos de contacto con los usuarios tiene un efecto desmoralizante". Culhane recomienda recurrir a alternativas como reducir las horas de apertura y trasladar las tareas que no impliquen atención al público con tal de mantenerlos en funcionamiento "el mayor tiempo posible".

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