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Berlín amenaza con llevar el fondo de garantía de depósitos a los tribunales

Alemania insiste en obligar a reducir la exposición de la banca a la deuda pública

Claudi Pérez
El ministro austriaco de Finanzas, Hans Joerg Schelling (izquierda) conversa con su homólogo alemán Wolfgang Schäuble.
El ministro austriaco de Finanzas, Hans Joerg Schelling (izquierda) conversa con su homólogo alemán Wolfgang Schäuble.OLIVIER HOSLET (EFE)

Acreedores y deudores siguen en medio de una guerra de baja intensidad para determinar quién carga con el coste de las crisis en Europa. Alemania marcó ayer en rojo los límites de lo que está dispuesta a aceptar en la unión bancaria, el proyecto estrella de la UE para romper el bucle diabólico entre deuda soberana y balances bancarios, que se llevó por delante a Irlanda, España y Chipre. Berlín quiere que la banca del euro acometa una reducción drástica del riesgo antes de permitir un fondo de garantía común —que asegure los depósitos de hasta 100.000 euros— y mutualizado: básicamente, limitar la deuda pública en manos del sector financiero. Y amenaza incluso con llevar a los tribunales la reciente propuesta de la Comisión Europea.

La unión bancaria necesitaba un supervisor común: el BCE asumió esa función este año. Luego, vinieron los problemas. Tras una negociación política farragosa, los Veintiocho están a punto de cerrar los últimos flecos del mecanismo de resolución que permitirá el cierre de bancos sin que sean los contribuyentes quienes paguen por norma la factura. Los alemanes se oponían a activar un fondo de resolución mutualizado para bajar la persiana en caso de bancarrota; al final cedieron y ese esquema se completará gradualmente hasta 2024.

Pero queda por pactar un elemento esencial: un fondo de garantía de depósitos común, para que los clientes se sientan tan seguros en un banco italiano como en uno alemán. Bruselas ha presentado una propuesta relativamente ambiciosa, con mutua-lización progresiva desde 2020. Berlín se opuso con fiereza desde el primer día, y ayer amenazó con torpedear el proyecto.

Alemania, Holanda y Finlandia entienden que se está fraguando un ataque contra sus ahorradores, un intento de aplicar furtivamente una mutualización de la deuda. El ministro alemán, Wolfgang Schäuble, amenazó con llevar ese plan a los tribunales: Berlín asegura que la mutualización no es posible sin reformar los tratados, algo políticamente impensable a estas alturas. Y subrayó que no tolerará nada parecido si antes “no se reduce el riesgo del sistema bancario”. El holandés Jeroen Dijsselbloem hizo aún más explícitos los deseos de los acreedores: Ámsterdam y Berlín quieren que la deuda pública tenga menor peso en los balances bancarios. “Si queremos un fondo de garantía común, primero hay que reducir el riesgo”, dijo.

Riesgo para los países periféricos

Es una jugada que tiene sentido pero beneficia a los países del Norte si se aplica ahora, cuando la Gran Recesión está lejos de haber terminado: la deuda pública se considera un activo libre de riesgo, a pesar de que la crisis ha dejado claro que esa convención es una quimera. Pero elevar el riesgo de los bonos podría poner en duda la solvencia de algunas entidades (básicamente en países periféricos, con una posición fiscal más débil para defender a su banca). Y limitar la deuda en poder de los bancos podría provocar movimientos sísmicos en los mercados de bonos, cuando está aún muy fresca la crisis del euro.

El ministro español, Luis de Guindos, dio una clave fundamental: el episodio de tensión de ayer es propio del inicio de la negociación. “Ocurrió lo mismo con el fondo de resolución y se llegó a un pacto”, dijo. Puede que esta vez suceda igual, pero Berlín tiene claro que va a cobrarse algún peaje antes de apoyar el fondo de garantía. Como dejar a sus centenares de cajas locales y regionales fuera de ese esquema, según apuntaron fuentes europeas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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