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Los emergentes, en riesgo ante la inminente subida de tipos de EE UU

Los 12 países más importantes del bloque tienen 3,3 billones de deuda referenciada en dólares, la tercera parte del total mundial

Ignacio Fariza
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, el pasado jueves en el Congreso de EE UU.
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, el pasado jueves en el Congreso de EE UU.D. Angerer (Bloomberg)

El último informe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) publicado este domingo –a menos de dos semanas de la más que probable subida de tipos en EE UU–, presenta un panorama inestable para los emergentes. El organismo avisa de los riesgos latentes para los países emergentes, muy sensibles a cualquier cambio en el precio de dinero, si finalmente llega el primer encarecimiento del precio del dinero en la primera economía mundial en casi una década, tal y como la mayoría de analistas espera. El talón de Aquiles de este puñado de países en problemas es su elevado endeudamiento en dólares (3,3 billones, según la última cifra del BEI) acumulado en los años de mayor debilidad del billete verde.

El concepto de “calma tensa” es el nuevo mantra del coordinador de los bancos centrales. Los mercados financieros han vuelto a su ser tras la tormenta veraniega que disparó los peores presagios sobre los emergentes. Las Bolsas chinas, las más golpeadas, han recuperado buena parte del terreno perdido y la última sacudida de primeros de noviembre fue pesadilla de una noche. Sin embargo, la situación dista mucho de la estabilidad de antaño y cualquier movimiento de la Reserva Federal (Fed), como el que se espera para el próximo día 16, podría desatar una nueva tempestad.

“La recuperación de los mercados podría sugerir que los emergentes están en condiciones de afrontar el endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos”, apunta el organismo en su informe trimestral publicadoeste domingo. “No obstante, las condiciones menos favorables en los mercados financieros, combinadas con peores perspectivas macroeconómicas y la creciente sensibilidad a las tasas de interés en EE UU, elevan el riesgo de propagación a estos países una vez comience la subida”. A eso hay que sumar unas condiciones financieras “menos favorables” que podrían, a juicio de los técnicos del BIS, “acentuar los riesgos para la estabilidad financiera”.

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Como la mayor parte de casas de análisis, el coordinador de los bancos centrales pone el acento, más que en la primera subida, en el ritmo posterior de alza de tipos. Es decir, el impacto para los emergentes sería mayor si el aumento de la tasa de interés es brusco (algo prácticamente descartado a la vista de la cautela demostrada por la Fed en los últimos meses), que si es lento y sostenido (el escenario más probable y que sería mucho menos dañino para los BRICS).

“Ante condiciones tan extraordinarias no sorprende que los mercados estén atentos a cada palabra de los banqueros centrales”, resumió el viernes Claudio Borio, jefe del departamento de Economía y Asuntos Monetarios del BIS, en una teleconferencia de prensa.

“Las vulnerabilidades financieras de los emergentes aún no se han disipado”, añadió Borio. En este punto, lo que más preocupa al coordinador de bancos es el elevado endeudamiento en dólares de los países en fase de industrialización. Los 3,3 billones de deuda en divisa estadounidense de los 12 países representativos de este bloque –en el que destacan naciones como Brasil, Chile, México, Sudáfrica, Turquía o China– suponen más de la tercera parte del endeudamiento total en moneda estadounidense en todo el mundo e incluye los pasicos  el endeudamiento de Gobiernos, empresas y ciudadanos, sin tener en cuenta la deuda contraída por los bancos con otras entidades financieras. “Medido en moneda local, el valor de este endeudamiento ha crecido con la apreciación del dólar, pesando así en las condiciones financieras y debilitando los balances”, explica Borio. “Además, persiste el gran volumen de deuda doméstica acumulado tras la crisis, especialmente corporativa”.

Un estudio publicado en septiembre por la agencia de calificación S&P sugería que muchos Gobiernos latinoamericanos, con Chile y México a la cabeza, habían emprendido en los últimos años una desdolarización de la deuda pública para reducir la probabilidad de un accidente financiero. Es decir, habían sustituido las emisiones en moneda estadounidense por emisiones en divisa local para amortiguar el riesgo de tipo de cambio. En el sector privado, a la luz de las conclusiones del coordinador de los bancos centrales, esta tendencia no se observa: el alto volumen de deuda privada en dólares acumulada, lejos de menguar, ha seguido creciendo en los años inmediatamente posteriores a la Gran Recesión.

“Dolencia profunda” en el sector bancario

Más allá de las crecientes dificultades en el bloque emergente, algo inimaginable hace solo dos años, en su último informe el BIS pone el acento sobre los problemas que atraviesan los bancos en las economías avanzadas. “Las instituciones financieras no están utilizando la capacidad de sus balances como en el pasado”, subraya Borio. “En cierto modo, esto puede reflejar que tanto la liquidez de financiación como la liquidez de mercado se infravaloraron gravemente antes de la crisis, algo que ahora debe evitarse a toda costa. Pero también es un síntoma de una dolencia más profunda”.

En la teleconferencia de prensa, el economista del BIS incidió en las “sorprendentemente” débiles calificaciones de los bancos que no incorporan las ayudas oficiales, “que han seguido deteriorándose desde 2010 en las principales economías avanzadas”. En la mayoría de países desarrollados, las acciones de los bancos todavía se negocian con un descuento sobre su valor contable pese a que la economía salió hace años de la fase bajista del ciclo. “Este un síntoma claro de desconfianza y escepticismo”, resume Borio. En Europa el problema más acuciante es, a su juicio, la todavía elevada tasa de mora en los préstamos. “La reparación de los balances debe acometerse con vigor”, concluye.

El euro gana peso gracias a su depreciación

La intensa depreciación del euro en los últimos meses no solo deja se deja sentir, positivamente, sobre las exportaciones y el turismo de la eurozona. También ha permitido a la moneda del Viejo Continente recuperar parte del terreno perdido como moneda de financiación internacional, es decir, como la divisa elegida por agentes económicos de todo el mundo para tomar prestado. Así lo constata el BIS en su informe, en el que augura nuevas turbulencias en el bloque emergente a medida que Estados Unidos emprenda la subida de tipos en un proceso que podría dar comienzo tan pronto como el miércoles que viene.

La mano de Draghi, artificie casi único de la tímida recuperación económica de la zona euro, también deja efectos colaterales. El euro, rechazado durante años como moneda por su fortaleza frente al resto de divisas internacionales vuelve poco a poco al lugar que le corresponde, por peso, en los mercados financieros internacionales. Este fenómeno, técnicamente conocido como “canal de toma de riesgo”, implica que cuando una moneda de referencia se deprecia, como ha ocurrido en los últimos 20 meses con el euro, los prestatarios de otros países o bloques económicos tienden a endeudarse más en dicha moneda con la esperanza de que la devolución del préstamo sea menos costosa en una moneda débil. Ocurrió con el dólar en los años inmediatamente posteriores a la Gran Recesión y vuelve a suceder ahora, en plena divergencia entre la política monetaria del BCE (expansiva) y de la Fed (que empieza a ser restrictiva).

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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