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El banco me recomienda invertir en un fondo, ¿cómo elegir el mejor?

Hay que analizar la rentabilidad del producto a largo plazo y la pérdida máxima sufrida

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Los fondos de inversión son un producto interesante para invertir parte de nuestro ahorro, por la capacidad de diversificar en mercados y activos, con gestores profesionales y una fiscalidad atractiva. Al no tributar hasta que vendemos las participaciones y, además, permitir el cambio de fondos sin pagar un peaje fiscal, suponen una magnífica herramienta de inversión a medio y largo plazo. De hecho, la costumbre del cliente español medio de contratar solo depósitos a plazo e ir renovándolos a medida que vencen, es una mala estrategia para maximizar nuestro dinero. Cada producto financiero tiene un sentido según el objetivo de la inversión y el plazo deseado: un depósito o una cuenta remunerada no sirven para ahorrar a largo plazo, sea para nuestra jubilación, sea para financiar los estudios universitarios de nuestros hijos.

Consejos del experto para contratar un fondo de inversión

Luis García Langa, analista financiero y formador, responde a algunas cuestiones claves sobre la contratación de fondos de inversión:

1. Riesgo que pueda asumir el inversor. Hay miles de fondos de inversión que puede escoger un ahorrador y el primer filtro que se debe pasar es el del riesgo que asume el fondo, de tal manera que si este no responde a las necesidades del inversor lo debe descartar. Cada uno debe saber las pérdidas que puede asumir y buscar fondos con una política de inversión ajustada a ellos.

2. Pérdidas máximas generadas por el fondo. Se trata de "situarse en lo peor", es decir, analizar las pérdidas que ha sufrido el fondo en entornos negativos. Normalmente se puede comprobar por rentabilidades trimestrales o gráficos del fondo, datos ambos muy accesibles. Es obvio que estas pérdidas máximas no se tienen porque repetir y que incluso se pueden superar, pero sí constituyen una información muy útil.

3. Comparativa de rentabilidades. Una vez ya escogida la tipología de fondos a utilizar, hay que seleccionar la cartera de fondos con el que intentar conseguir mejores resultados. Para ello, y a pesar de que "rentabilidades pasadas no garantizan las futuras", analizar en espacios temporales largos donde se hayan dado entornos de mercado diferentes, sin ser una garantía de éxito, sí constituye un factor importante: si un fondo, cuando ha habido bajadas en los mercados, baja menos, o cuando hay subidas sube más, sugiere que tiene un toque diferencial en su gestión. Siempre que se haga este ejercicio de comparar, tiene que ser entre fondos de categorías y políticas de inversión similares y cuanto más homogéneos mejor. Actualmente existen herramientas comparativas gratuitas, incluso gráficas, al alcance de cualquier persona.

4. Cartera del fondo. Analizar en el último informe trimestral o semestral la cartera del mismo es necesario para comprobar los sectores concretos y los países en los que invierte un fondo de bolsa y si se adapta a las mejores condiciones actuales de mercado. Incluso en los fondos de renta fija es indispensable ver los vencimientos, emisores o ratings de las emisiones compradas, especialmente en los momentos actuales con precios hinchados de este tipo de activos. Es cierto que, si no hay un contacto directo con el gestor —mejor si se puede acceder a él—, hay retraso entre lo publicado en los informes y el día a día; pero también lo es que la mayoría de gestores no hacen grandes rotaciones de un informe a otro.

5. Visión global. A pesar de que un fondo es un producto de inversión muy diversificado, a la hora de escoger uno hay que tener en cuenta la diversificación global de los activos personales y familiares. Por ejemplo, si un ahorrador tiene depositado en una entidad el 50% de su cartera de renta variable en acciones españolas, lo debe tener en cuenta a la hora de establecer su cartera de fondos, aunque esta sea en otra entidad.

6. Comisiones. Generalmente es el punto al que un ahorrador sin conocimientos le da más importancia cuando generalmente no la tiene: las comisiones de gestión y depositaria están incluidas en el patrimonio del fondo y, por tanto, cuando hacemos un trabajo de análisis de rentabilidades —o volatilidades u otros ratios más complejos estas ya están incluidas de forma idéntica a las comisiones que genera el fondo a los broker, los impuestos que paga o los beneficios y pérdidas de su operativa. Son realmente importantes las comisiones de suscripción y rescate ya que estas sí las debe pagar directamente el partícipe y constituye una pérdida directa.

Los últimos datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), a 31 de octubre de este año, reflejan una evolución positiva en la contratación de fondos en 2015. El patrimonio total gestionado por los fondos de inversión domésticos se situó en los 220.307 millones de euros, un crecimiento del 13,1% en lo que llevamos de año. Por otro lado, se observa una tendencia del inversor a asumir cada vez más riesgos, para poder obtener una rentabilidad mínima en un entorno de tipos de interés cercanos a cero. Según Inverco, el porcentaje del patrimonio en fondos garantizados ha disminuido del 42,1% en diciembre 2012 hasta el 10,7% en octubre 2015. Por otro lado, el patrimonio invertido en fondos mixtos y de renta variable, más arriesgados, pasa del 16,4% a finales de 2012 hasta el 41,8% a finales de octubre de 2015.

Si atendemos a la rentabilidad media ponderada de algunas categorías de fondos, de menor a mayor riesgo, a corto y largo plazo, se observa que los fondos monetarios, los más seguros que existen, rentaron en términos anuales —con datos a 31 de octubre de 2015— un 0,01%. A 10 años habríamos obtenido una rentabilidad media anual del 1,48%, asumiendo el mínimo riesgo posible invirtiendo en fondos.

Por otro lado, los fondos de renta fija de la zona euro a corto plazo, los segundos con menor riesgo y que coronan la categoría con más patrimonio gestionado —33.010 millones de euros—, rentaron ligeramente en negativo —los partícipes perdieron dinero— en lo que llevamos de año: un -0,09%. A 10 años la rentabilidad anual se sitúa en el 1,44%. Los fondos de renta fija mixta euro, por lo contrario, han obtenido un 1,09% de rentabilidad este año, mientras que a 10 años han conseguido un 2,22%. Si nos vamos al fondo de inversiones con más riesgo que invierte en activos de renta variable nacional, comprobamos que en un año han dado un 6,25% este año, un 3,29% anual a 10 años vista.

¿Qué categoría ha sido más rentable en 2015?

La respuesta nos la dan los fondos de renta variable internacional con activos en el mercado nipón, que han rentado un 14,74%. Si el lector deduce que son los mejores, advertirle que a 10 años habría obtenido solo un 0,34% anual. Tomando como horizonte de inversión la década, la categoría de fondos más rentable habría sido la de renta variable internacional resto del mundo, con un contundente 5,13% anual en el periodo estudiado.

¿Qué hay que tener en cuenta?

Una primera idea del riesgo de un fondo es analizar su rentabilidad a largo plazo y, además, la pérdida máxima que ha sufrido en un momento dado, para valorar si estamos dispuestos a perder esta cantidad de capital sin perder el sueño y la salud financiera.

En este escenario, el problema del cliente medio que contrata mediante una oficina bancaria es doble. En primer lugar, la falta de conocimientos financieros que le dificulta apreciar qué fondo de inversión se adapta a sus objetivos y, también, cuando cambiar de fondo para implementar una estrategia dinámica; en segundo lugar, la falta de incentivos de los bancarios a la hora de asesorar. En las oficinas normales no suelen atendernos expertos en fondos, lo que supone un riesgo de comercialización inadecuada de este tipo de productos.

¿Cómo se deben comercializar?

La comercialización adecuada de un fondo de inversión deber cumplir con los siguientes principios básicos, fijados por el Tribunal Supremo en relación a la prestación de servicios de inversión (STS 610/2015): actuar de forma honesta, imparcial y profesional, en el mejor interés de sus clientes; proporcionar información imparcial, clara y no engañosa; prestar servicios y ofrecer productos teniendo en cuenta las circunstancias personales de los clientes, intentando así evitar que el cliente contrate productos o servicios no ajustados a su perfil o que no satisfagan sus expectativas.

Las rentabilidades pasadas no garantizan remuneraciones futuras

Aplicando estos principios, el empleado del banco debería averiguar los conocimientos del cliente y sus preferencias, antes de recomendarle un fondo. Una oficina que comercializa el mismo fondo a todos sus clientes, por el mero hecho de estar en campaña, está actuando fuera de la ley. 

El bancario que dice a sus clientes cosas como “con los fondos de renta fija no se puede perder dinero” o “espera a vender, que el fondo se recuperará”, está engañando a los ahorradores, por ignorancia o mala praxis. Para recomendar un fondo se tiene que entender el folleto del producto y ser capaces de explicarlo de forma sencilla al potencial inversor.

Es censurable, por ética y por normativa, que se recomiende un fondo a un ahorrador conservador que busca depósitos a plazo, argumentando que invirtiendo en determinado fondo “garantizado” no se puede perder dinero y que es “muy similar” a un depósito. El asesor bancario profesional conoce las diferencias entre los diferentes productos financieros y valora el perfil de sus clientes, recomendándole lo que le puede convenir y obteniéndose de ofrecerle productos no convenientes.

¿Qué dice el regulador?

Recientemente, la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha empezado a alertar de determinadas prácticas que se alejan de la normativa, en relación a la comercialización de fondos. Bajo el título Comunicación de la CNMV sobre el contenido y formato de la información publicitaria en las páginas web de entidades gestoras y comercializadoras de Instituciones de Inversión Colectiva (IIC), el regulador ofrece una guía de cómo no se deben vender estos instrumentos de inversión colectiva.

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En relación a las rentabilidades históricas que nos comunican, no pueden hacer referencia a periodos superiores al año —para que el cliente no piense que rentan más—, ni informar de rentabilidades históricas obtenidas con anterioridad a un cambio sustancial de la política de inversión de la IIC. Además, se ha de dar a conocer la rentabilidad histórica de, al menos, los últimos 5 años, para que se haga una idea certera. Los fondos de inversión ofrecen rentabilidades futuras desconocidas, ya que no es posible saber la rentabilidad que nos darán; no es una práctica aceptada por la CNMV que se utilicen simuladores o vídeos que calculan una rentabilidad potencial que se obtendrá en el futuro, en base a la rentabilidad histórica obtenida por la IIC desde su constitución. Nos debe quedar grabado: las rentabilidades pasadas no garantizan remuneraciones futuras.

La CNMV censura que se destaquen los elementos positivos sin informar de los riesgos asociados a la inversión. Incluso con los mal llamados “fondos garantizados” se puede perder capital, sea por necesitar el dinero antes de la fecha de la garantía (o después), sea porque el fondo invierte en activos que sufren pérdidas por quitas o quiebras del emisor, por ejemplo. Hay que invertir siempre con formación, información y un asesoramiento de calidad.

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