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La hucha de las ‘petromonarquías’ se reduce

Las petromonarquías frenan el ritmo de inversión de sus fondos

Ángeles Espinosa
Área residencial y marina en Dubai.
Área residencial y marina en Dubai. Jasper Juinen / Bloomberg

El colchón con el que cuentan las petromonarquías ante los bajos precios del petróleo son los fondos soberanos. Esos vehículos de inversión gestionan los excedentes que han acumulado en tiempos de bonanza. Constituyen ahorros multimillonarios con los que buscan sobre todo diversificar su dependencia del oro negro. Sus apuestas de negocio se extienden por todo el mundo y por un amplio marco de actividades. De ahí la preocupación de los países destinatarios ante una eventual retirada de posiciones. En España, sólo entre 2011 y 2014 invirtieron 11.500 millones de dólares, según el informe Posición Internacional de la Empresa Cotizada Española (BME).

La Autoridad Inversora de Qatar (QIA, en sus siglas inglesas) adquirió durante ese período participaciones en Iberdrola, Ferrovial y Colonial, entre las más destacadas. Pero la operación más importante fue la de Compañía Internacional de Inversión Petrolera (IPIC) de Abu Dhabi, que en 2011 se hizo con el total de las acciones de Cepsa, en la que llevaba invirtiendo desde 1988 y de la que ya controlaba un 43%. Mubadala, una empresa de inversión y desarrollo propiedad del Gobierno de Abu Dhabi, se alió con la ingeniería Sener y fundaron Torresol Energy, donde el grupo emiratí tiene el 40%.

Esas inversiones fueron recibidas como un maná en un momento en el que la crisis económica y financiera causaba varias caídas consecutivas del producto interior bruto (PIB). Su valor ha ido fluctuando con las variaciones en la cotización y en la tasa de cambio entre el euro y el dólar, pero sumado a otras compras realizadas con anterioridad y algunas posteriores hoy se estima en unos 20.000 millones de euros.

Se trata de una cifra significativa para las empresas españolas, pero apenas una minucia respecto a los 2,7 billones de dólares que suman los principales fondos de los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Esos seis países (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Bahréin y Omán) concentran un 38,6% del total de fondos soberanos, según el Sovereing Wealth Fund Institute (SWFI), un centro dedicado al seguimiento y análisis de esos patrimonios. Cuatro de ellos, los de Abu Dhabi, Arabia Saudi, Kuwait y Qatar, se encuentran entre los diez primeros del mundo, con la Autoridad Inversora de Abu Dhabi (ADIA) en segundo lugar (773.000 millones de dólares), sólo por detrás de Noruega (900.000 millones). “Todos esos fondos han frenado o reducido sus inversiones en el extranjero, en particular Arabia Saudí. Era algo inevitable ante la caída de los ingresos y los consecuentes déficit fiscales”, declara Robin Mills, autor de The Myth of the Oil Crisis.

Más complicado resulta, en su opinión, evaluar a cuánto ascienden tales reducciones. “En el caso de SAMA, el fondo soberano saudí, se han publicado cifras que van desde 50.000 millones de dólares hasta 70.000 millones; pero Abu Dhabi, por ejemplo, no informa sobre los activos de su fondo”, explica Mills convencido de que “otros países sin duda han hecho lo mismo”.

Significativamente, el SWFI ha pasado a SAMA Foreign Holdings del tercer al cuarto lugar en su lista, al reducir su valoración a 668.600 millones de dólares frente a los 757.000 millones que le atribuía a principios de año. Sin duda, ha sido determinante la necesidad de liquidez en un momento en que junto a la reducción de los ingresos del petróleo tiene que hacer frente a la campaña militar en Yemen.

QIA (un fondo valorado en 250.000 millones de dólares) ha sufrido recientemente pérdidas de unos 12.000 millones por su exposición a Volkswagen, Glencore y el Banco Agrícola de China, tres de sus principales inversiones. Con anterioridad, los responsables cataríes habían anunciado su intención de diversificar inversiones para hacerse con liquidez. Los analistas advierten también un intento de los fondos árabes de protegerse ante la volatilidad de los mercados bursátiles.

¿Puede afectar esa situación a sus inversiones en España? Aunque los gestores son extremadamente discretos sobre sus actividades, los signos que están enviando no van por ahora en ese sentido. Además, los observadores apuntan que la naturaleza de esas transacciones es diferente a la de sus depósitos en fondos financieros.

“Ni el mandato ni el negocio se han visto afectados [por el descenso de los precios del crudo]. Mubadala no ha parado sus inversiones”, asegura una fuente próxima a esta empresa. “En España, se acaba de firmar un acuerdo con Trafigura para la explotación de Minas de Aguas Teñidas (MATSA) en Andalucía”, añade subrayando la continuidad de sus operaciones.

Del mismo modo, en el caso de IPIC se recuerdan los planes anunciados el pasado abril de invertir en CEPSA 10.000 millones de dólares (unos 9.000 millones de euros) hasta 2020. También este año KIO, la filial europea de KIA, se ha aliado con Gas natural, en la que ha invertido 500 millones.

Cuando el pasado mayo Oman Oil, la petrolera de Omán, vendió el 5% de Enagás, en cuyo capital había entrado hace seis años, lo justificó por necesidades financieras ante la caída del petróleo. Enseguida cundió el temor a que el sultanato también se retirara de CLH, donde tiene una participación del 10% (valorada en 320 millones de euros). Sin embargo, en las mismas fechas la compañía de logística española anunció la creación de una empresa conjunta con su socio omaní, un proyecto de 200 millones de dólares.

“Los fondos [soberanos] que han invertido en España lo han hecho en empresas estratégicas”, señala Amir-Hadi Tabdili Partovi, un operador de materias primas que trabaja en la región. “Es posible que retiren capital de algunas gestoras de fondos para cubrir proyectos de infraestructuras dentro de sus países, pero no inversiones directas que les dan un valor añadido”, opina. “Además, con el actual precio del euro casi en paridad con el dólar, es el peor momento para vender”, concluye.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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