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La mitad de los países de la zona euro ya emite deuda con tipos negativos

El interés sigue bajando ante la expectativa de nuevas medidas del Banco Central Europeo

Ignacio Fariza
El presidente del BCE, Mario Draghi, la semana pasada en Bruselas.
El presidente del BCE, Mario Draghi, la semana pasada en Bruselas.AP

La teórica excepcionalidad de los tipos de interés negativos es, cada día más, la nueva normalidad en los mercados de deuda soberana de la eurozona. El paro galopante y la ingente deuda, que se acerca peligrosamente al 100% del PIB, no han impedido a España emitir papel a un año en negativo por primera vez en la historia. Tampoco las dudas políticas que planean sobre Portugal tras las elecciones generales de octubre, ni el estigma de haber necesitado un rescate a sus finanzas públicas hace solo cuatro años, han sido impedimento para que el Tesoro luso haya seguido los pasos de España. Con estas dos últimas incorporaciones, ya son nueve de 19 países de la moneda única los que cobran a los inversores por pedir prestado a dos años vista.

En poco más de 40 meses, la zona euro ha pasado del abismo de una crisis de deuda sin precedentes a la sobreabundancia —artificial— de papel con rentabilidad negativa. Del verano de 2012, marcado por el “haré lo que sea necesario para sostener el euro” del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a dos de los países más golpeados por el zarpazo de la recesión —España y Portugal— emitiendo letras a un año con tasas negativas. Entre medias, dos decisiones, ambos con la rúbrica del Eurobanco: el lanzamiento del programa de compra masiva de deuda (QE) en marzo de este año, que ha inyectado hasta 60.000 millones de euros al mes en el mercado de bonos soberanos, y la rebaja de la facilidad de depósito —el tipo que el BCE aplica a los depósitos bancarios—, que ha pasado del 0% al -0,2% y que Draghi sopesa seguir bajando en diciembre.

A estos factores se añaden otros dos fenómenos de corte global, pero especialmente palpables en el Viejo Continente: la debilidad de la inflación, que sigue a años luz del objetivo de estabilidad del 2%, y el exceso de ahorro en relación con una inversión todavía languideciente.La tendencia no es ninguna novedad en los países del norte, los que mejor resistieron los embates de la crisis y menos endeudamiento público acumulan. Con un 75% de deuda sobre PIB, Alemania lleva más un año financiándose en negativo a tipos cortos, su bono a dos años superó este miércoles su mínimo histórico y cobra intereses por seis de cada 10 euros de deuda emitida; Holanda también cobra por financiarse a uno y dos años y hasta Francia, que no termina de levantar cabeza tras la Gran Recesión, se ha acostumbrado a la anomalía de cobrar por pedir prestado a corto plazo y ya tiene casi la mitad de sus saldos vivos de deuda en terreno negativo. Pero en los países sureños, aquellos que seguían con desasosiego el “marcapasos” de la prima de riesgo, la evolución reciente sí es nueva: España, cabeza visible de este grupo, ha pasado de retribuir a sus acreedores a dos años al 6% en 2012, en pleno rescate financiero, a cobrarles hoy.

Tendencia incierta

“Las dudas sobre la ruptura de la eurozona han disminuido”, explica por correo electrónico Olivier Garnier, economista jefe de Société Générale. “Que Alemania o Países Bajos se financiasen a tipos negativos en 2012 o 2013 era normal porque su deuda se consideraba libre de riesgo en un escenario de mucha volatilidad”, agrega por teléfono Jaco Rouw, de la firma holandesa NN Investment Partners. “En cambio, lo de España, Italia o Portugal tiene que ver con el volumen de liquidez que ha generado el BCE”, añade.

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De la misma opinión es Markus Allenspach, del banco suizo Julius Baer, que deja caer una crítica frontal común a muchas entidades financieras europeas que ven peligrar su negocio en tiempos de excepcionalidad monetaria: “Draghi ha llegado demasiado tarde y ha ido demasiado lejos”. Allenspach también insiste en los efectos perversos de esta situación. “Lo hemos visto en Suiza y en Dinamarca: en vez de mejores condiciones de financiación, los tipos negativos no solo no activan el crédito a empresas y familias, sino que lo ralentizan”.

A corto y medio plazo, la media decena de analistas consultados no alberga dudas: los inversores deben olvidarse de recibir intereses por prestar a los grandes de la eurozona. La incertidumbre emerge a medio y largo plazo. Diego Mendoza, de Analistas Financieros Internacionales, cree que los intereses no bajarán mucho más —“el movimiento del BCE ya está descontado”—, pero seguirán en terreno negativo hasta, al menos, marzo del año próximo. “Todo ello, suponiendo que el BCE haga lo que ha dejado entrever: que ampliará el QE y que rebajará la facilidad de depósito”, añade. Rouw, por contra, cree que perdurarán en el tiempo. “La demanda de activos de bajo riesgo es alta y la mayor parte del papel a dos años seguirá cerca del cero durante todo 2016”, zanja.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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