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El empuje del sector servicios frena la caída de la economía china

El PIB del gigante asiático creció un 6,9% entre julio y septiembre, una décima por debajo de lo previsto por el Gobierno pero ligeramente por encima de lo esperado por los analistas

Por primera vez desde el estallido de la crisis financiera internacional, la economía china registró entre julio y septiembre un crecimiento trimestral por debajo del umbral del 7%. La tasa se situó en el 6,9%, una décima menos de lo logrado durante los primeros seis meses del año, según informó este lunes la Oficina Nacional de Estadísticas. Esta cifra está por debajo del objetivo marcado por Pekín para este año, establecido en el 7%, que sí se alcanzó durante los primeros seis meses de 2015.

China ha sufrido una paulatina desaceleración de su crecimiento durante los últimos cinco años a causa de un cambio de modelo económico que pretende reducir su dependencia de la inversión pública y el comercio exterior para dar más protagonismo al sector servicios y al consumo interno. A esta ardua restructuración, que supone una amplia reconversión industrial, se le ha sumado el pinchazo de la burbuja bursátil este verano. Durante la primera mitad de año las ganancias de las corredurías de bolsa y del sector financiero en general dispararon el crecimiento del sector servicios hasta el 8,4%. Esta tasa se mantuvo invariable hasta septiembre, por lo que, según los datos oficiales, el desplome de los mercados de renta variable que ha puesto al gigante asiático en el punto de mira de medio mundo habría tenido un impacto mínimo en la economía real. O, si lo tuvo, otros sectores al alza lograron compensar la caída.

La cifra es ligeramente superior al 6,8% previsto por los analistas. Además de la crisis en las Bolsas del país, varios indicadores económicos durante los últimos meses han dado señales de un enfriamiento tanto de la demanda interna como externa. La caída del comercio exterior (de casi el 8% en lo que va de año) o la actividad del sector manufacturero son algunos ejemplos. Este lunes lo confirmó también el menor crecimiento de la producción industrial (6,2% frente al 6,3% de los seis primeros meses del año), pero sorprendió el ligero repunte de las ventas al por menor (10,5% frente al 10,4%). "La recuperación mundial es menor de lo esperado y China se ha enfrentado a una creciente presión a la baja. A pesar de estas duras condiciones, el crecimiento económico del país es estable y va en la buena dirección", aseguró el portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Shen Laiyun.

Esta ralentización adicional era esperada pero no por esto menos significativa para un país que se ha convertido en la principal locomotora del crecimiento mundial en lo que va de siglo. Los líderes chinos han intentado convencer a los inversores que son capaces de gestionar este cambio, pero la tormenta bursátil y la sorprendente devaluación de la moneda este verano acrecentó las dudas sobre un frenazo más pronunciado de lo esperado. Este último escenario preocupa no solamente por la estabilidad en el país, sino por su posible efecto contagio sobre otras economías emergentes -especialmente las que suministran materias primas al gigante asiático- y sobre otros países desarrollados que tienen a China como principal socio comercial, como ya se teme en Japón. Las principales Bolsas asiáticas encajaron estos datos con resultados mixtos: Tokio caía un 0,6%, Hong Kong un 0,3% y Shanghái ganaba un 0,5%.

Hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2009 para encontrar un crecimiento económico más bajo que el actual. Pekín respondió entonces con un plan de estímulo masivo valorado en 4 billones de yuanes que permitió al gigante asiático capear la crisis financiera internacional pero dejó de herencia enormes desajustes financieros y agrandó el problema de exceso de capacidad que sufren varias industrias del país. La administración liderada por Xi Jinping y Li Keqiang ha descartado llevar a cabo una actuación similar, ya que su aprobación convertiría en papel mojado todos los esfuerzos de reforma realizados hasta el momento.

Esto no significa, sin embargo, que las autoridades se queden con los brazos cruzados. La inflación es relativamente baja y esto abre la puerta a nuevas políticas monetarias expansivas. En lo que va de año se han rebajado los tipos de interés hasta en cuatro ocasiones y liberado dinero a través de la reducción del coeficiente de caja de las entidades financieras. Otras medidas de apoyo se han basado en los incentivos fiscales a las pymes, un mayor gasto público en infraestructuras o la flexibilización de las condiciones para comprar viviendas. El consenso entre los analistas es que los estímulos continuarán.

China decidió modificar su cálculo del PIB y someterse a los criterios estadísticos del Fondo Monetario Internacional para despejar las dudas sobre la veracidad de sus cifras macroeconómicas. Y es que otros indicadores ampliamente utilizados para medir la salud de su economía, como el aumento del consumo de electricidad o del transporte de mercancías por ferrocarril, arrojan resultados decepcionantes: el primero creció solamente un 1% y el segundo cayó un 11% entre enero y agosto. Las autoridades arguyen que éstos ya no reflejan de forma fidedigna el estado de la economía porque el sector servicios ha ganado peso sobre el total del PIB (ha pasado de aportar un 44,2% en 2010 al 51,4% actual) en detrimento de la industria.

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