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La violencia entorpece un pacto para salvar Air France

Sindicatos y empresa se culpan mutuamente de la falta de acuerdo sobre la aerolínea, cuya crisis daña la imagen de Francia

Gabriela Cañas
Manifestación en París contra los despidos de Air France, el pasado 8 de octubre.
Manifestación en París contra los despidos de Air France, el pasado 8 de octubre. DOMINIQUE FAGET (AFP)

La tensión ha vuelto a estallar en el seno de Air France apenas un año después de una de las peores huelgas de su historia. La violencia empleada el lunes pasado por un grupo de trabajadores contra dos directivos ha sido una muestra más de la imposibilidad de pactar una fórmula para salvar a la aerolínea, herida de muerte ante la competencia. La fotografía que dio la vuelta al mundo con ambos directivos con sus camisas rotas ha dañado incluso la imagen de Francia, como ha sugerido el presidente François Hollande. La empresa y sindicatos intentan restañar heridas mientras los franceses culpan a estos de resistirse a las necesarias reformas.

El grupo Air France-KLM, el segundo más importante de Europa tras Lufthansa, se anotó en 2014 su sexto año de pérdidas. El ejercicio iba camino de tener beneficios, aunque modestos. La huelga de dos semanas en septiembre contra el refuerzo de una filial de bajo coste lastró sus resultados. La dirección propuso al final de este verano nuevas medidas para mejorar los resultados: aumentar el número de horas de vuelo sin elevar salarios y lanzar nuevas líneas de largo recorrido. Tras semanas de negociaciones infructuosas, la empresa rompió la baraja el lunes y puso su plan b en la mesa: reducción de la flota, cancelación de líneas y 2.900 despidos. Fue el detonante de los altercados. De entre los veinte atacantes identificados, diez eran sindicalistas. Está en marcha un proceso penal, además del expediente interno abierto por la empresa.

Todos los sindicatos han condenado el ataque a los directivos, pero rechazan la gestión su gestión. “Perder el empleo; eso sí que es violento”, ha dicho el secretario general de la CGT, Philippe Martínez. “Despedir a 3.000 personas es otra forma de violencia condenable”, coincide el portavoz del principal sindicato de pilotos, el SNPL, Emmanuel Mistrali.

La empresa tiene ahora 99.277 asalariados y sus pilotos son, dicen los números, una casta privilegiada con sueldos por encima de los que hay en la competencia de hasta 227.000 euros al año y una productividad un 20% menor en los recorridos medios. En el largo recorrido, la productividad es más pareja, pero la remuneración es un 13% más alta en Air France. En general, la dirección se queja de que los costes son muy superiores (hasta en un 25%) a los que soportan aerolíneas similares.

“O nos reformamos o nos hundimos”, asegura el presidente ejecutivo del grupo Alexandre de Juniac. En el SNPL no aportan datos específicos, pero aseguran que la imagen que ofrece la empresa de los pilotos es falsa. “A los de Lufthansa también les dicen que son ellos los que cobran más que nosotros para negociar a la baja”, asegura Mistrali.

La negociación se ha retomado tras la violencia del lunes. Los sindicatos reconocen que tienen que hacer esfuerzos, siempre que sean “razonables”. Los proyectos de reforma chocan sistemáticamente contra un muro. Lo levantan los trabajadores, pero la participación del Estado francés, que posee un 17% de la compañía, fragiliza en ocasiones la posición negociadora de la dirección. El plan de reforzar la compañía de bajo coste Transavia con contratos menos ventajosos que los de Air France fue una prueba. La dirección amenazó con cancelar el proyecto y hacer crecer a Transavia fuera de Francia. El Gobierno le contradijo y el acuerdo final consistió en lo opuesto: desarrollar Transavia solo en Francia.

Mientras, las compañías de bajo coste y las nuevas de largo recorrido, sobre todo asiáticas, le comen a Air France el terreno. “El ejemplo a seguir es muy claro”, ha dicho Marc Rochet, director general de Air Caraibes. “Iberia redujo su actividad, sus efectivos y los salarios y hoy está en pleno crecimiento”. El grupo Air France-KLM también ha perdido personal: 8.774 empleados en diez años (el 8%). De ahí que la compañía optara ahora solo por aumentar la productividad y reducir costes.

Todos comparten la preocupación por la imagen de Francia y de Air France. A nivel doméstico un sondeo de Elabe publicado este viernes indica una consecuencia clara: el 67% de los franceses estiman que son los sindicatos los que están poniendo en peligro a la compañía.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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