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La sequía agota el campo español

El calor se lleva por delante casi el 10% de la producción agrícola del país

Campos en el término municipal de Fresno de Cantespino, al nordeste de Segovia.
Campos en el término municipal de Fresno de Cantespino, al nordeste de Segovia. Santi Burgos

Primero, a la salida del invierno, fueron las graves inundaciones las que arrasaron superficies de cultivo, especialmente de huerta, en las riberas de ríos como el Ebro. Se fueron las aguas y volvió la actividad. Pero no fue lo peor. Con los pantanos bien abastecidos para los regadíos, siguieron y llegaron para quedarse los meses duros de sequía en los cultivos de secano de todas las producciones agrícolas. Y como remate final, inusuales calores asfixiaron una buena parte de la producción agrícola y de pastos para el ganado, desde el sur hasta Galicia. El remate para los cultivos fue el pedrisco que cayó sobre cereales, viñedos o frutales en muchas zonas del país.

En total, según los datos provisionales de las compañías aseguradoras, la superficie afectada por la sequía se situaría en unas 500.000 hectáreas, a las que se deberían sumar los cientos de miles de hectáreas, especialmente de viñedo y olivar, que verán mermadas gravemente su producción por el calor excesivo de junio y julio. Las superficies dañadas, en diferente grado, por las tormentas y el pedrisco se sitúan en unas 250.000 hectáreas, de las que casi 160.000 fueron de cereal, casi 50.000 de viñedos y otras 20.000 de frutales.

No existen valoraciones detalladas sobre el impacto de esta sucesión de anomalías meteorológicas, pero algunas estimaciones del sector cifran que la reducción de ingresos rondará los 2.000 millones de euros, casi el 10% del valor promedio de la producción agraria de los últimos años, que ha rondado los 24.000 millones.

El plan de seguros agrarios vigente, subvencionado con casi 200 millones de euros para reducir el coste de las primas, contempla la posibilidad de resarcir prácticamente todos los riesgos de los siniestros ocurridos en los últimos meses. El nivel de aseguramiento es, sin embargo, muy dispar. La contratación del seguro contra pedriscos, tormentas o heladas es elevada en todo el sector de frutas, hortalizas, cereales y tabaco; más baja en olivar o viñedo y casi nula en pastos.

La campaña de cereales esperaba superar este año los 20 millones de toneladas entre trigo, cebada, avena, centeno, triticale (un híbrido entre trigo y centeno) y maíz. Frente a esas expectativas, las malas condiciones climatológicas —especialmente el calor— dieron lugar a una reducción de la producción generalizada. Aunque las estimaciones oficiales y las del sector son diferentes entre sí, se puede hablar de una cosecha de cereales de invierno de solo unos 14,3 millones de toneladas, a los que se sumarían otros 4,2 millones de toneladas de maíz: en total, 18,5 millones, debajo de los más de 19 millones de 2014 y de los 24 millones recogidos en 2013.

Las pérdidas fueron diferentes dependiendo de la región de cultivo. Las superficies de siembra más adelantadas, Andalucía y parte de Castilla-La Mancha, se salvaron en parte con una producción similar a la de la campaña anterior, que no fue buena. En la mitad norte, los resultados fueron aceptables en las zonas más altas y frescas, y malos en la zona centro. A pesar de este recorte, los precios no se han disparado en el interior y las cotizaciones las están marcando las condiciones de los mercados exteriores, en los que España es uno de los principales compradores. Este año, las compras de cereales en el exterior se pueden elevar a unos 12 millones de toneladas.

OLIVAR SECO

El girasol también ha sufrido las altas temperaturas: mientras que en las provincias del sur y centro ha faltado agua para su crecimiento, en las zonas más al norte las flores ni siquiera han brotado. Aunque por superficie dañada destaca en importancia el olivar, con graves daños en 1,7 millones de hectáreas. El año pasado, tras una campaña corta, se recogieron 840.000 toneladas. Al tratarse de un árbol vecero (si un año produce mucho, al siguiente descansa), este 2015 se esperaba recolectar entre 1,3 y 1,4 millones de toneladas. Según las primeras estimaciones de las organizaciones agrarias el mal tiempo hará que este objetivo esté lejos de ser cumplido, aunque los resultados definitivos estarán en función de cómo evolucione el tiempo en las próximas semanas.

Una situación similar afecta al viñedo, dominado por la producción de Castilla-La Mancha, que supone aproximadamente la mitad de toda la española. El sector espera una fuerte caída de los rendimientos, frente a unas previsiones de cosecha superiores a los 40 millones de hectolitros. El que haya menos uva, sin embargo, puede tener un efecto positivo en los mercados: en las últimas campañas, el sector productor en zonas excedentarias ha llegado a recibir solo 12 céntimos de euro por cada kilo de fruta.

FRUTA PERDIDA

La fruta y las hortalizas han sido otras víctimas del mal tiempo. Según los datos manejados por los agricultores, se ha perdido un 10% de la cosecha de fruta de hueso. Tormenta y pedrisco han arrasado miles de hectáreas de melocotones o peras, especialmente en Cataluña y Aragón, con fruta totalmente destruida o inutilizada para su comercialización. Sufrieron los efectos de las tormentas varios miles de hectáreas de cítricos en la Comunidad Valenciana y Murcia. Cebollas y ajos plantados en 8.000 hectáreas de Castilla-La Mancha corrieron la misma suerte.

En los sectores ganaderos, la sequía tiene efectos negativos sobre el desarrollo de las parideras. En las cabañas de cría intensiva como pollos, huevos o porcino, se han incrementado los costes para mantener las granjas refrigeradas y evitar la muerte por asfixia de los animales. La sequía ha provocado graves daños sobre las superficies de pastos para las cabañas extensivas, inicialmente en las provincias del sur y del centro de la península, problema que ya se ha extendido a los prados de la cornisa y Galicia con el consiguiente incremento de costes en alimentación.

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