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Enganchados al ladrillo

El madrileño Daniel Carrasco vuelve al andamio tras dos años en el paro El sector más estigmatizado por la crisis crea empleo otra vez

J. A. Aunión
Daniel Carrasco, trabajador de la construcción, posa en una obra en Móstoles (Madrid).
Daniel Carrasco, trabajador de la construcción, posa en una obra en Móstoles (Madrid). LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)

En casa de Daniel Carrasco (34 años) casi todo tiene que ver con el ladrillo. Sus dos hermanos son albañiles, igual que él desde que a los 17 años empezó a ir a la obra a trabajar con su padre, también empleado del ramo. Las cosas para ellos han sido difíciles durante la crisis. Con su padre jubilado, su madre trabajando fuera de casa por primera vez en su vida (de limpiadora) y Daniel en el dique seco laboral durante dos años, su mayor preocupación era pagar la hipoteca de la casa en la que viven los tres en Móstoles (Madrid). Pero ahora que el panorama ha mejorado —desde abril, Carrasco encadena trabajos para dos empresas que le contratan por días o por semanas—, asegura que su futuro sigue estando en la construcción.

Tras años de desplome por la explosión de la burbuja inmobiliaria, la construcción vuelve a crear empleo: el 22% del trabajo que se creó el último año está en este sector, según los datos del segundo trimestre de la Encuesta de Población Activa. Y, como el de Carrasco, el futuro de España, por mucho que se traten de fomentar otros ámbitos económicos, también parece ligado al ladrillo, que “sigue siendo de indudable relevancia” para el mantenimiento del crecimiento en el país, decían los economistas Santiago Carbó y Francisco Rodríguez en un trabajo el pasado marzo.

Mejora con inestabilidad

Las cifras, de momento, no dan para lanzar las campanas al vuelo, teniendo en cuenta el brutal descalabro que se llevó por delante la mitad de los 2,5 millones de trabajos en la construcción que había en 2008 y que aún hay un stock de medio millón de viviendas nuevas sin vender en toda España. Sin embargo, un incipiente repunte asoma. La leve recuperación (y la concentración de citas electorales) anima la obra pública, aumenta algo la compraventa de viviendas (un 8,4% en mayo con respecto al año anterior), las promotoras acaban proyectos a medio hacer en la costa y buscan suelo en grandes ciudades como Madrid, donde el stock de casas nuevas se acabará en seis meses al ritmo de compra actual... El empleo nuevo se concentra en algunas zonas, como Andalucía, Castilla y León, Galicia o, sobre todo, Madrid. Esta última autonomía acapara casi un tercio de los trabajos creados en el sector.

Aunque su sueldo no es muy diferente al de antes de la crisis (los salarios base se han mantenido, explica el sindicato Comisiones Obreras), Carrasco admite que la nocturnidad no está bien pagada. En todo caso, su situación es evidentemente peor, al cabo del teléfono a la espera del siguiente trabajo que durará uno, dos, siete días... Es difícil diferenciar la precarización del empleo en los últimos años en la construcción de la de otros sectores, pero parece claro que los sueldos no volverán a los niveles del boom.

Las enseñanzas de la crisis

Ni los salarios ni los volúmenes en general de la construcción, que llegó a representar el 10,1% del PIB (ahora está en el 5,1%) y a levantar tantas viviendas en España como Italia, Francia y Alemania juntos. “Ni debería volver a ser así”, porque aquello fue “un espejismo de especulación”, señala Santiago Cubero, portavoz de la Federación de Construcción y Servicios de CC OO. Aunque todavía hay mucho margen de mejora sin que se vaya de las manos: “Si ahora hay cierta recuperación es sobre todo por el mantenimiento de infraestructuras, no por la obra nueva. Nuestra gran esperanza de futuro es la rehabilitación urbana, que hace falta, pero necesita políticas que lo apoyen”, añade.

Muchos otros en el sector sí están convencidos de que será la obra nueva la que traiga la recuperación. Y, aunque poca y muy concentrada en algunas partes de la costa y grandes ciudades, ya hay. El riesgo de una nueva burbuja, en todo caso, es muy pequeño, con las cautelas que aplican los bancos (para conceder créditos) y los constructores (a la hora de elegir proyectos en zonas con suficiente demanda).

Pero el economista Julio Rodríguez López advierte: “Las enseñanzas de las crisis se olvidan pronto, funciona la ‘miopía del desastre”. Por eso pide también prudencia a unos Ayuntamientos ávidos de recaudación urbanística. Más allá de un peso u otro del ladrillo en la economía, el especialista da una fórmula bien sencilla: “Lo deseable es que el crecimiento de la vivienda guarde relación con el crecimiento previsible de los hogares”.

“Debía haberme formado”

Daniel Carrasco asegura que ha aprendido algo muy importante después de dos años casi en blanco, mandando currículos por Internet o entregándolos en mano de obra en obra, al borde la desesperación. “Debía haberme formado más”, dice. No se refiere a los estudios reglados, que dejó a los 17 años sin el título de ESO, sino a los cursos de prevención de riesgos laborales, de cerrajería o de albañilería de interiores que ha hecho a través de la Fundación Laboral de la Construcción. Tendría que haberlos hecho antes, añade, cuando tenía contrato fijo, entre 2005 y octubre de 2012. De los otros, de los estudios del instituto y, quién sabe, de la universidad, dice que requieren mucha dedicación y mucho esfuerzo. “Eso tiene que ser en su tiempo”.

“Hay una generación entera de chavales que dejaron los estudios llamados por los sueldos de la construcción. Y es muy difícil que los retomen”, admite Cubero. Sobre todo, si ellos mismos alimentaron el sector comprando una vivienda. No es el caso de Daniel Carrasco, que es ahora cuando empieza a ahorrar para salir del hogar familiar. “La hipoteca de mis padres está casi pagada y tengo que ayudarles menos”, dice. Eso sí, cuando se vaya de casa será de alquiler.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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