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El Van Gogh de la Agencia Tributaria es una copia

El cuadro fue encontrado en una caja de seguridad en Antequera durante una operación contra deudores del fisco

Jesús Sérvulo González
Copia del óleo 'Ciprés, cielo y campo'.
Copia del óleo 'Ciprés, cielo y campo'.

Esta es la historia de un cuadro ilustre que descansa en una caja fuerte de un banco en Antequera (Málaga) por orden judicial. Es el relato de un sorprendente hallazgo que iba a poner fin a 40 años de búsqueda. Pero también la de un engaño y una decepción.

 El episodio comenzó hace un año cuando la Agencia Tributaria lanzó una novedosa operación para embargar cajas de seguridad de los bancos cuyos titulares tenían deudas con el fisco. Se trataba de una actuación inédita. La operación era delicada por su complejidad legal y porque se tenía que evitar que se alertara al medio millar de defraudadores, que debían 319 millones a Hacienda. El plan se saldó con la intervención de 542 cajas de seguridad.

La Agencia apenas ingresó poco más de tres millones de euros con la operación pero encontró otros objetos singulares. Durante los registros los funcionarios encontraron alhajas, testamentos, escrituras, algún dinero en metálico y un cuadro sin enmarcar. La pintura, guardada como una joya, representaba la obra de Van Gogh Ciprés, cielo y campo.

Un óleo pintado por el artista holandés en 1889 y que llevaba más de 40 años perdido desde que fue sustraído del Instituto de Estudios de Historia del Arte de la Universidad de Viena, en los años setenta del siglo pasado. El cuadro estaba depositado en una caja de seguridad en un banco de Antequera. El titular era un hombre de negocios extranjero, que estaba siendo investigado por la Guardia Civil. 

Insiste en la autenticidad

Durante el embargo de la caja de seguridad, el empresario, que estaba presente, aseguró a los agentes que era el testaferro de un empresario venezolano, según fuentes próximas a la investigación. Insistió en que el cuadro era verdadero y mostró a los funcionarios los tres sellos de los museos holandeses por los que había pasado el lienzo. Uno del Rijksmuseum de Amsterdam con fecha de abril de 1944, otro sin datar del Museo de Bellas Artes de Berlín, y el último del Instituto de Historia del Arte de la Universidad de Viena de abril de 1974, treinta años después del primer lacrado.

El propietario aseguró que la pintura era original del pintor holandés

El empresario venezolano señalado por el titular de la caja de seguridad reconoció ser el propietario de la obra, según fuentes cercanas a la investigación. Explicó que el cuadro, que llevaba 40 años desaparecido, formó parte de los bienes que sufrieron el expolio cultural de los nazis. Tanto insistieron en que el cuadro era auténtico que los dos empresarios investigados, el venezolano y su supuesto testaferro, encargaron a dos peritos un informe sobre la obra.

Los expertos concluyeron que se trataba del cuadro original pintado por Vincent Van Gogh en 1889 y que había desaparecido en los años setenta del pasado siglo. El óleo representaba un ciprés próximo al sanatorio de Sant-Remy, donde estuvo recluido, pintado con los trazos sinuosos que caracterizan al artista holandés.

Tanto la Agencia Tributaria como la Guardia Civil comenzaron a creer que se encontraban ante un cuadro de incalculable valor. Desde Hacienda vendieron con gran prosopopeya la operación que se había saldado con el hallazgo de un Van Gogh.

El experto del Thyssen se dio cuenta del engaño a primera vista

La Agencia se puso en contacto con el Ministerio de Cultura para poner en marcha el procedimiento a seguir para integrarlo al Patrimonio del Estado y cederlo a un museo. No era la primera vez que el fisco recibía obras de arte para pagar deudas. Cultura recurrió a otro experto para autentificar la obra, un especialista del Museo Thyssen. “A primera vista se percató de que era falso”, explican fuentes del museo. El tono de los colores, el trazado de las pintadas y otras características evidenciaban que era una copia. No obstante, se procedió a hacer un estudio de la obra para remitírselo al Ministerio, que había pedido una rigurosa confidencialidad.

La revista digital Artnet.com tardó mucho menos tiempo en darse cuenta de que el cuadro encontrado en una caja de seguridad de Antequera era una burda copia. “Es una de las peores falsificaciones, o aún peor, copias, que he visto nunca”, aseguró hace un año Alfred Weidinger, subdirector del museo de arte vienés Belvedere, según recogió el periodista Miguel Ángel García Vega en su blog Con Arte y Sonante. 

La Guardia Civil investiga

 Sin embargo, ninguna institución pública admitió públicamente que era una falsificación. El cuadro regresó a Antequera. Allí un agente de la Guardia Civil grabó el regreso a su lugar original, la caja de seguridad del banco. Un regreso con menos glamour que su salida, cuando todos creyeron que estaban ante una obra de incalculable valor.

Los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil fueron los que se encargaron de la investigación y del transporte. El juez que lleva el asunto en un juzgado de Antequera ha decretado el secreto del sumario. Mientras, el empresario venezolano ha solicitado una tercería de dominio ante un juzgado de Málaga para reclamar el bien, porque insiste en que es verdadero.

Hace ya más de un año que se encontró la copia de Ciprés, cielo y campo, cuyo hallazgo fue vendido a los medios con gran entusiasmo. Aún se desconocen los entresijos de la investigación judicial pero este relato es la reconstrucción de los hechos tras contactar con la Agencia Tributaria, el Ministerio de Hacienda, Cultura, la Dirección General de Patrimonio, la Guardia Civil y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Algunas de estas instituciones aún desconocen que el cuadro es solo una copia.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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