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China pierde atractivo

Las empresas europeas revisan su inversión en el país asiático ante el parón económico

China ya no es ese mercado en el que las empresas europeas desembarcan para triunfar. La desaceleración económica y el aumento de los costes laborales, unidos a las dificultades permanentes para competir con las empresas locales están contribuyendo a un creciente pesimismo entre las firmas del viejo continente que operan en China. El gigante asiático sigue siendo un mercado prioritario para muchas multinacionales, pero sus planes de expansión se ven paralizados y hasta algunas empiezan a reducir costes, incluidos recortes de plantilla.

Así lo indica la última encuesta elaborada por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, que ha preguntado a más de 500 empresas por sus percepciones sobre su actividad en el país. Los resultados arrojan poco entusiasmo: solamente un 58% de los encuestados considera que las perspectivas de negocio en su sector son favorables, una caída de 20 puntos en solo cuatro años. Casi un tercio descarta ampliar operaciones en el territorio y cuatro de cada diez aseguran que reducirán costes este 2015, principalmente mediante el despido de trabajadores. Las industrias más salpicadas por la llamada “nueva normalidad” china son la de maquinaria, la química o la petrolera, mientras que la automoción, la agroalimentación o los servicios profesionales son las más optimistas. Hasta un 90% de las compañías energéticas revelan que reducirán costes mientras que solamente se lo plantea un 15% de las que trabajan en servicios financieros.

El patrón coincide con el giro de modelo económico en el que está inmerso el país. La industria manufacturera y la construcción caen en detrimento de un cada vez mayor sector servicios, y las industrias más dependientes de las dos primeras —curiosamente también las que pisaron territorio chino hace más años— son las que más sufren. “Las grandes empresas europeas que llevan aquí mucho tiempo y han vivido la historia de éxito de la manufactura y la urbanización ven ahora cómo ambas se desaceleran. China se aleja de los cimientos del modelo anterior y esto se nota”, asegura el presidente de la Cámara, Jörg Wuttke.

Reducir, no abandonar

A pesar de lograr cada vez menos beneficios, solamente un 16% de los encuestados se plantea abandonar China. La premisa es que se trata de un mercado demasiado grande como para ser obviado y que la reforma paulatina del entorno regulatorio, uno de los grandes obstáculos a la hora de hacer negocios, acabará dando frutos. “Antes la economía crecía a tasas de doble dígito y, aunque en el ámbito de las reformas no se llevaran a cabo avances significativos, el negocio iba bien. Ahora estamos viendo que los últimos siete años se han construido con unos pilares posiblemente muy inestables, por lo que cambios son urgentes”, señala Wuttke.

China verá con toda probabilidad cómo este 2015 su tasa de crecimiento económico cae por quinto año consecutivo. El Gobierno prevé que se sitúe en el 7%, pero los malos datos de varios indicadores macroeconómicos durante el segundo trimestre sugieren que la cifra bajará por debajo de este umbral. Pekín ha rebajado los tipos de interés, el coeficiente de caja de los bancos y ha aumentado su gasto público para avivar la economía, aunque las medidas adoptadas no parecen haber surtido efecto ante el enfriamiento del sector inmobiliario y una demanda interna y externa a la baja.

Según la Cámara, una mejor aplicación del Estado de Derecho en China es clave para el desarrollo económico del país en el futuro. Las empresas europeas consideran que el entorno legislativo impredecible y la arbitrariedad a la hora de aplicar las leyes están entre los mayores obstáculos a la inversión. A su vez, sin embargo, esta reforma es una de las más difíciles de llevar a cabo porque afecta directamente a los fundamentos del Estado-Partido: “Estamos hablando de un poder judicial que sea independiente, con jueces y fiscales libres de influencias. Actualmente en Europa uno conoce la ley, pero en China uno conoce al juez. Esto perjudica enormemente el desarrollo del negocio de las empresas extranjeras y también de las compañías privadas locales, porque siempre habrá alguien que esté mejor conectado políticamente”, explica Wuttke. La falta de protección de la propiedad intelectual, la censura en Internet o la contaminación del aire son otros impedimentos para los europeos que buscan hacerse un hueco en el mercado chino.

En el complejo proceso de reformas que ha emprendido el país, las firmas europeas sí han notado avances en la liberalización del sector financiero, la política fiscal y, sobre todo, la campaña anticorrupción que ha abordado el presidente del país, Xi Jinping. Un 85% de los encuestados aseguran que el barrido de oficiales corruptos ha cumplido o superado sus expectativas. En otras áreas como el acceso al mercado o la reforma de los monopolios estatales la decepción de los empresarios es palpable, especialmente tras casi dos años desde que el plenario anual del partido comunista prometiera que las fuerzas del mercado jugarían “un papel decisivo” en la economía.

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