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La agencia de la energía alerta de que los recortes de emisiones no bastan

La AIE propone medidas más firmes contra el calentamiento para evitar rebasar el límite de dos grados La receta: más inversión en renovables, cierre de centrales de carbón y eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles

e. g. sevillano
Emisión de gases industriales en la bahía de Algeciras en 2006.
Emisión de gases industriales en la bahía de Algeciras en 2006.José Bienvenido

Los compromisos que los países están haciendo públicos de cara a la decisiva cumbre de lucha contra el cambio climático de diciembre en París no son suficientes, alerta la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Sin objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos, el aumento medio de la temperatura será de 2,6 grados centígrados a final de siglo, es decir, por encima del umbral de peligro establecido por los científicos, asegura este organismo.

La AIE ofrece en un informe presentado este lunes en Londres una receta que combina varias medidas con las que se podría evitar esa nefasta consecuencia: eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles --algo que también ha recomendado recientemente la OCDE y a lo que se acaba de comprometer el G-7--, aumentar la inversión en energías renovables y prohibir la construcción de nuevas centrales de carbón (e ir progresivamente cerrando las menos eficientes). 

España reduce emisiones, pero menos que la media europea

España redujo un 2,1% las emisiones de CO2 procedentes de la quema de combustibles fósiles en 2014 respecto al año anterior, un descenso muy inferior a la media de los países de la Unión Europea. En el conjunto de la UE las emisiones cayeron un 5%, según un informe publicado este lunes por Eurostat, la oficina estadística comunitaria.

En la mayoría de Estados miembros las emisiones de CO2 cayeron, pero hubo excepciones como Bulgaria (+7,1%), Chipre (+3,5%), Lituania (+2,2%), Finlandia (+0,7%) y Suecia (+0,2%). Eslovaquia, con un descenso del 14,1%, y Dinamarca, con un 10,7%, lideraron las bajadas en las emisiones de CO2, el gas que más contribuye al calentamiento global y que supone aproximadamente el 80% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE.

El gran objetivo de la COP21 consiste en tomar medidas que mantengan el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados en comparación con los niveles preindustriales. Y la energía estará en el meollo del debate, recuerda la AIE en el trabajo titulado Energía y cambio climático. No en vano la producción y el uso de energía representan dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). 

La AIE propone lo que llama un escenario o estrategia "puente" con la que se pueda alcanzar un punto máximo de las emisiones mundiales relacionadas con la energía en 2020. "Estas medidas", señala el informe, "tienen profundas implicaciones en el mix energético mundial, ya que ponen freno al crecimiento del uso de petróleo y carbón en los próximos cinco años y dan mayor impulso a las energías renovables".

En este escenario puente, el uso de carbón alcanza el máximo en 2020 y luego decrece, mientras que la demanda de petróleo se incrementa hasta 2020 y luego permanece estable. Así, las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía llegan a su máximo entonces, para después ir descendiendo. "Tanto la intensidad energética de la economía mundial como la intensidad en emisiones de CO2 de la generación eléctrica mejoran un 40% para 2030", añade el texto. 

La AEI recuerda que los compromisos que salgan de la COP21 deben aportar "recortes drásticos de las emisiones" y "al mismo tiempo, mantener el crecimiento de la economía mundial, impulsar la seguridad energética en el mundo" y proporcionar energía a quien todavía carece de ella. El informe quiere ser un punto de referencia para los países que aún no han presentado sus compromisos. 

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Sobre la firma

e. g. sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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