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Gallegos que saben hacer Cerveza

Estrella Galicia vende en toda España, exporta a 35 países y factura el doble que en 2007

Cristina Delgado
Ignacio Rivera, consejero delegado de la empresa.  
Ignacio Rivera, consejero delegado de la empresa.  Xurxo Lobato

En el despacho de Ignacio Rivera, consejero delegado de Estrella Galicia, hay una mesa de reuniones con cuatro sillones frente a una tele. “Aquí nos sentamos cuatro primos y al quinto lo vemos en la pantalla, porque se conecta por videoconferencia”, cuenta. Así son los consejos de administración que celebra esta compañía familiar, en manos ya de las cinco ramas de la cuarta generación de los Rivera.

La cerveza es el producto estrella de esta compañía, que en 2007 apostó por dar un salto al vacío. La marca estaba asentada solo en Galicia. “Decidimos extendernos primero por toda España y comenzar a internacionalizarnos”, cuenta el primer ejecutivo. La facturación ha pasado de 139 millones de euros en 2007 a 280 millones de euros en 2014. Un fenómeno en plena crisis.

Ignacio Rivera (A Coruña, 1965) se convirtió en consejero delegado en 2008, aunque llevaba desde 1991 en la compañía. Cuenta que llegó a la empresa familiar casi de rebote. La firma está en su cuarta generación, por lo que ya hay cinco familias herederas en el capital. Para evitar conflictos, cada una de las ramas tiene a un representante en la empresa. En su familia, era su hermano el que debía ocupar el asiento. “Pero falleció en un accidente de tráfico. Yo estaba en Madrid. Había estudiado en Icade. Y me dijeron que me viniera para acá”, recuerda.

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Estrella Galicia la fundó José María Rivera Corral, el bisabuelo de Ignacio, en 1906. Había emigrado a México y a la vuelta desembarcó con una idea tan peregrina como fabricar cerveza en Galicia. Ese ha sido hasta hoy el sustento de su estirpe. “Cuando decidimos crecer, tuvimos muchos asesores. Casi todos nos recomendaron quitar Galicia de la marca. Ninguno de ellos trabaja ya para nosotros. El nombre, por supuesto, se quedó como estaba”, comenta el bisnieto del fundador.

El producto clave de esta compañía sigue siendo hoy en día la cerveza, que supone el 75% de su negocio. Pero su portafolio está cada vez más diversificado: tienen zumos, vino, sidra, sangría, aguardientes y hasta dos manantiales que nutren las marcas de agua mineral Cabreiroá y Agua Fontarel. Y en cerveza, no todo es Estrella Galicia. Esta marca, cuya receta crearon en 1972, es hoy su buque insignia, pero elaboran otras como la 1906 Red Vintage, e incluso colecciones especiales que cada año sacan al mercado.

También tienen más de 920 tabernas con su marca, donde sirven la cerveza fresca, sin pasteurizar, que trasladan desde A Coruña en camiones frigoríficos sin romper la cadena de frío.

Pese a su historia centenaria, la marca Estrella Galicia solo estaba consolidada en el norte de la comunidad. La primera batalla fue consolidarse en toda Galicia. Y en 2007, un año después de su centenario, lanzaron un plan estratégico para revolucionar la compañía y expandirse. Ahora distribuyen en todo el territorio nacional (tienen el 5,3% de la cuota de mercado española de cerveza en volumen) y en 35 países extranjeros. “Internacionalizarse es la asignatura más difícil a la que se puede enfrentar un empresario”, opina.

“Pero somos una empresa pequeñita, en comparación con las grandes cerveceras de España, y minúscula si nos comparamos con los grupos mundiales”, insiste Rivera. Ellos tienen un beneficio bruto de cerca de 79 millones y facturaron 280 millones en 2014. El líder del sector español, el grupo Mahou-San Miguel, facturó 1.153 millones. Aun así, el crecimiento de Estrella Galicia tiene un plus: ha duplicado su negocio en plena crisis. Ahora rondan los 900 empleados.

Para salir de Galicia, los Rivera decidieron posicionar Estrella Galicia en el segmento premium. “No íbamos a competir en precios. Porque por el tipo de fabricación que hacemos, buscamos competir en calidad”, defiende. Mantener una elaboración al estilo más tradicional era otra de las líneas rojas. “Cada cerveza la hacemos con su propio mosto. Y fermenta 30 días. Todo eso es más caro, pero es un valor diferencial”, defiende el consejero delegado mientras pasea por la fábrica de la empresa, en A Coruña. “Somos muy modernos en tecnología, pero muy clásicos en elaboración”, comenta.

Recuperar el lúpulo

Ignacio Rivera habla deprisa. Es entusiasta, aunque todo lo salpica con cierta dosis de modestia. “Somos pequeñitos, pero somos unos frikis de la cerveza, nos encanta investigar y nos interesa innovar”, justifica. Entre los proyectos más curiosos destaca ahora su interés por recuperar el cultivo de lúpulo gallego. La compañía participa en un proyecto con una cooperativa especializada, Lutega, para impulsar su cultivo, que se perdió a comienzos de los años 70. En algunas de las recetas de cerveza antiguas que tienen guardadas, señala el consejero delegado, se usan algunas variedades de lúpulo que ya no se encuentran, y que también les gustaría rescatar. “Mi bisabuelo ya plantó lúpulo, en tiempos de la guerra, aunque entonces fue por necesidad”, recuerda.

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Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.

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