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No se admite dinero en efectivo

La Cámara de Comercio propone una reforma legal que permita a las tiendas que acepten solo pagos con tarjeta o móvil

Guillermo Altares
Puesto de comida en Christiania (Copenhague) con todos los medios de pago.
Puesto de comida en Christiania (Copenhague) con todos los medios de pago.Martin Dyrlov

El cartel de "no se aceptan tarjetas" sigue sobreviviendo en algunos comercios europeos, cada vez más escasos. Sin embargo, Dinamarca se plantea que las tiendas puedan colgar una advertencia que diga justo lo contrario: "No se admite dinero en efectivo". La Cámara de Comercio ha abierto un debate con una reciente propuesta que quiere llevar al Parlamento: que los pequeños comercios tengan la posibilidad de rechazar monedas y billetes y admitir solo pagos con tarjeta o con el móvil.

La Cámara de Comercio está situada en el centro de la capital, a pocos pasos del palacio de Christiansborg, que alberga los principales poderes del Estado y del puerto, que simboliza el poder comercial de Dinamarca. Ahora pretenden dar un paso que, tarde o temprano, puede significar un gran salto en este terreno. "Nosotros defendemos que los comerciantes puedan elegir y por tanto rechazar los pagos en efectivo", explica Sofie Findling Andersen, la encargada de esta campaña. "Eso no significa que se vaya a abolir el dinero físico. No ocurrirá a corto plazo, aunque la tendencia es que cada vez se usa menos".

La propuesta, que la Cámara de Comercio entiende además "como una forma de luchar contra la economía sumergida, que siempre se esconde detrás del dinero en efectivo", tiene un largo camino por delante. Primero, porque se prevén elecciones como muy tarde en septiembre y, por lo tanto, no podría ser presentada y votada hasta 2016. Segundo, porque la mayoría de los comercios son muy reticentes a poner dificultades a sus clientes: que paguen como quieran con tal de que compren.

"Defendemos que los comerciantes puedan elegir y rechazar los pagos en efectivo", dice la Cámara de Comercio

De todas formas, Dinamarca es un país donde ya se utilizan mucho las tarjetas de crédito para cualquier compra, no importa lo pequeña que sea ni el tipo de establecimiento (los puestos de comida en la calle las aceptan). La mitad de los pagos se realizan con un sistema propio de tarjetas danés, DanKort, fundado en 1983 y muy barato para los comerciantes; otro 25% con tarjetas de crédito tradicionales y la otra cuarta parte, en efectivo. El pago con dinero electrónico está experimentando un crecimiento notable.

En un supermercado de la cadena Føtex, en un barrio de clase media del norte de Copenhague, las bicis se acumulan en la puerta a última hora de la tarde. La mayoría de los clientes pagan con tarjeta, no importa que sea una compra, un paquete de tabaco o una barra de pan. Desde hace un par de semanas, en una de las cajas disponen además de la posibilidad de pago con el teléfono a través de un sistema llamado MobilePay que consiste en conectarse a la caja a través de Bluetooth, marcar un código y transferir el dinero. Es casi instantáneo. También puede utilizarse entre particulares para enviarse efectivo. "El primer cliente fue una persona bastante mayor. Creí que iban a usarlo sobre todo jóvenes, pero no", explica Kevin Hoi, el responsable de atención al cliente.

El pago a través del móvil es el producto bancario que más rápido ha crecido en Dinamarca

MobilePay, que pertenece a DanksBank, está instalado ya en dos de cada tres terminales. Un portavoz del banco, Peter Kjærgaard, explica que nunca han tenido un producto con un crecimiento tan rápido. Con sólo dos años de existencia, se hacen ya unas 200.000 transacciones cada día, con una media total por jornada de 45 millones de coronas (unos seis millones de euros). Se usa para compras en pequeños comercios, donaciones o, cada vez más, pagos en administraciones públicas. "Creemos que algún día este tipo de sistemas reemplazarán a las tarjetas de crédito tradicionales, aunque todavía les quedan unos años", asegura Kjærgaard. "MobilePay no significa que vayamos a abolir el efectivo. Es sólo una forma de pago alternativa que forma parte del desarrollo natural de nuestros clientes, que utilizan cada vez más el móvil para todo. Quizás en el futuro el efectivo deje de ser necesario, pero mientras se utilice nosotros lo aceptaremos", señala Maia Lindstrøm Sejersen, representante de Dansk Supermarked.

Para la Cámara de Comercio, las ventajas de la paulatina abolición del dinero están relacionadas con la seguridad de los comerciantes, que no manejarían efectivo, pero también con facilitar la contabilidad (no habría errores en caja). "Creemos que la gente quiere ese cambio", asegura Findling, la encargada de la campaña“Las tarjetas minimizan el riesgo de robos y nos hacen ganar mucho tiempo, porque no hay que ir al banco. Y hacer la caja es mucho más fácil”, explica Nick, de 26 años, responsable de una tienda de ropa en el centro de Copenhague. Sin embargo, agrega: “El efectivo siempre será bienvenido. No le vas a decir a un cliente que no quieres su dinero”. Marc, de 46 años, trabaja en una preciosa tienda de pipas de fumar cercana al Ayuntamiento. El olor dulzón del tabaco envuelve un comercio que parece de otros tiempos. Aunque recalca que se puede pagar con tarjeta lo que sea, cueste dos coronas o doscientas, afirma: “Nos estamos planteando implantar MobilePay y aceptar Bitcoins, pero el dinero en efectivo lo tenemos inmediatamente. El efectivo siempre es mejor”.

El fin de la privacidad

Una de las principales ventajas de la reducción de los pagos en efectivo sería que representaría un golpe tremendo para el dinero negro. Una de las principales desventajas tiene que ver con la privacidad: si todos los pagos se efectuasen con tarjeta o a través del teléfono sería posible seguir los pasos, no sólo económicos, sino incluso físicos, de todo comprador. Todos esos datos procesados y cruzados con técnicas de Big Data pueden ofrecer una información gigantesca sobre los hábitos de consumo, pero también vitales, de cualquier ciudadano. “Somos conscientes de que esté es un gran problema, pero hay que buscar soluciones imaginativas”, afirma Sofie Findling Andersen, de la Cámara de Comercio. Una solución son unas tarjetas de prepago, que se cargan con dinero y que, cuando se efectúa una compra, sólo figura el importe cargado, ni la mercancía comprada, ni el lugar, ni la hora.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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