_
_
_
_
_

‘Operación Almendro’ a la vista

Delaviuda pone en marcha el cultivo del fruto seco en más de 2.000 hectáreas de regadío

Un tractor-cosechador en un cultivo de almendros en California (EE UU)
Un tractor-cosechador en un cultivo de almendros en California (EE UU)BARBARA RICH (GETTY)

Con una producción de casi 10.000 toneladas al año, el grupo Delaviuda se ha consolidado como el líder español en el sector de los alimentos dulces con una cuota de mercado de cerca del 30%. En ese predominio tienen un peso fundamental los productos elaborados con almendra, para los que utiliza más de 3.500 toneladas al año. Esta fuerte dependencia del fruto seco y la necesidad de importarlo con precios al alza, ha llevado a los responsables de la empresa a poner en marcha un proyecto bautizado Operación Almendro, que prevé la plantación de 2.000 hectáreas de almendros, lo que supone un hito en el campo español.

El cultivo del almendro en España se ha desarrollado históricamente en tierras de secano casi marginales. Más que con fines productivos, se ha hecho para el mantenimiento de la tierra y del medio ambiente, y su supervivencia ha estado ligada a las ayudas de la Unión Europea. La caída de la rentabilidad del almendro en los últimos años ha reducido la ya de por sí escasa superficie de cultivo por debajo de las 500.000 hectáreas, alrededor de un 17% menos que en los mejores momentos del fruto seco. Además, a pesar de que los rendimientos se han ido incrementando poco a poco, la producción media apenas llega a 80 kilos por hectárea, frente a los 2.800 y 3.000 kilos que se han llegado a obtener en California.

España es el tercer mayor productor a escala mundial

En este estado de EE UU es donde se pone en práctica el nuevo modelo de cultivo del fruto seco, basado en explotaciones intensivas y siempre de regadío. La superficie dedicada al almendro en California se ha incrementado un 50% en los últimos años, hasta alcanzar las 350.000 hectáreas. Gracias a esa expansión, la abrumadora mayoría de las almendras que se consumen en el mundo se producen en Estados Unidos: 900.000 toneladas en la última cosecha, casi el 83% del total, según el Instituto de Cultivadores de Almendra de California. Australia, que está en pleno proceso de adopción del modelo estadounidense, se ha convertido en pocos años el segundo productor mundial, superando a España.

La Operación Almendro pretende llevar a España este modelo estadounidense, aprovechando que el mercado está en alza. “La producción ha experimentado un incremento medio en los últimos seis años del 10% y que se espera que siga aumentando, por una mayor demanda de los países asiáticos y de Oriente Próximo”, señala el responsable del proyecto, Enrique Guzmán. En su opinión las expectativas a medio y largo plazo también están marcadas por la subida de los precios, por lo que invertir en la producción de almendra es una opción viable.

“Vamos a apostar por la producción en España, no solo para cubrir una parte de nuestro aprovisionamiento, sino también para comercializar esta materia prima en otros mercados”, señala su consejero delegado Manuel López Donaire. “Se trata de un proyecto en el que queremos contar con un socio financiero y con otro especializado en la gestión de este tipo de explotaciones”

La demanda global de almendras está en plena expansión gracias a Asia

El objetivo de un proyecto de este calibre es continuar con la política de diversificación del grupo para reducir su dependencia de la estacionalidad del consumo de dulces en España, que repunta, sobre todo, en la época navideña. A pesar de los esfuerzos de la última década, los productos de temporada —de los que el 70% corresponden al turrón— siguen siendo dominante en los ingresos del grupo, al suponer más del 40% de su facturación, superior a 100 millones de euros anuales.

Esa dependencia de los productos estacionales también limita la estrategia de internacionalización del grupo: más del 43% de las ventas corresponden al exterior, donde opera en cerca de un centenar de países. El principal objetivo de esa expansión está en los países hispanos, con unos hábitos y tradiciones similares a los españoles. Los otros grandes mercados son Oriente Próximo, Asia y Estados Unidos. En todos estos mercados, Delaviuda pretende que, igual que sucede con otros productos italianos o suizos, se asocie el turrón con España. En España, por otra parte, se pretende potenciar ante todo la marca El Almendro.

En los últimos años, el grupo Delaviuda ha hecho inversiones por más de 35 millones de euros, tanto para el crecimiento interno, implantando nuevas líneas de producción en las plantas de Toledo como para aumentar su participación en la empresa francesa Artenay, líder en la producción de barritas. Sin embargo, y fieles a su tradicional conservadurismo en lo financiero, la estrategia del grupo se basa en no endeudarse y aprovechar lo ahorrado en tiempos de bonanza.

Delaviuda busca que la operación Almendro se desarrolle principalmente en superficies de cultivo propias, aunque no descarta ampliar las plantaciones bajo diferentes fórmulas de acuerdo con agricultores que dispongan de tierras o las adquieran para este cultivo. El grupo está buscando localizaciones sobre todo en regiones donde no se produzcan fuertes heladas, en particular en el centro y sur de España. La empresa aún no ha decidido las variedades a utilizar, si las de cáscara blanda dominantes en Estados Unidos o las españolas, de cáscara dura. En todo caso, Delaviuda busca que sean especies de crecimiento tardío para aumentar su protección frente a condiciones climatológicas adversas.

El regadío de la almendra tiene unas necesidades de agua similares a las de otros cultivos tradicionales, como el maíz. Las nuevas plantaciones tendrán entre 400 y 2.000 plantas por hectárea, dependiendo de si se implanta el sistema intensivo o superintensivo; con este último, los primeros frutos podrán obtenerse al cabo de tres o cuatro años.

La inversión necesaria promedio no sería inferior a los 6.000 euros por hectárea, ya contando el precio de la tierra. A los tres euros que cuesta de media cada árbol se le ha de sumar la instalación de riego —que se lleva la mayor parte de los costes— la maquinaria y la mano de obra.

El objetivo de la operación es lograr unos rendimientos medios por hectárea de entre 1.500 y los 2.000 kilos, mucho mejores que las actuales pero aún por debajo de las referencias del mercado global. “En este objetivo, como en otras de las actividades del grupo, señala el consejero delegado, vamos a seguir aplicando los mismos valores que en las últimas décadas han caracterizado la política del grupo: solvencia, responsabilidad, transparencia y prudencia”.

Tierra para la producción propia

El que el grupo Delaviuda busque su propia tierra para plantar la materia prima de sus productos no es una novedad en el conjunto de la industria agroalimentaria española.

En el propio sector de frutos secos, el grupo Borges cuenta con plantaciones de nueces en Estados Unidos. En España inició su andadura como productor de nueces en Extremadura y Granada, para seguir con el pistacho en ambas regiones y Cataluña. En esta última región ha terminado su desarrollo este año, con lo que suma unas 3.000 hectáreas plantadas.

En el sector del aceite el actual grupo Deoleo impulsó el llamado Proyecto Tierra cuando operaba bajo la enseña de SOS, con Jesús Salazar a la cabeza. El proyecto contemplaba la puesta en marcha de 100.000 hectáreas de olivares en espaldera en España y en Portugal en una década. Lasalida de la familia Salazar y la necesidad de hacer caja obligaron al abandono del proyecto, y las miles de hectáreas ya plantadas se vendieron al grupo aceitero portugués Sovena y a su socio español Atitlán, ligado a Mercadona.

En el sector de los zumos, destaca la política del grupo J. García Carrión. Tras las 3.000 hectáreas iniciales en la provincia de Huelva, les siguieron otras 1.000 en esa zona y 2.000 hectáreas más en Córdoba y Cádiz.

Pero donde esta práctica está más extendida es en el sector del vino, donde la mayor parte de las bodegas tienen sus propias plantaciones para cubrircasi la totalidad de sus necesidades de materia prima. Además de los viñedos propios, gran parte de las bodegas controlan, desde la poda a la recolección, el suministro de uva de los viticultores con los que tienen acuerdos firmados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_