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Koplowitz rompe con Soros y busca en Slim una alternativa para FCC

El magnate estadounidense iba a convertirse en accionista de referencia

Dani Cordero
Esther Koplowitz, principal accionista del Grupo FCC, en una imagen de archivo.
Esther Koplowitz, principal accionista del Grupo FCC, en una imagen de archivo.EFE

La candidatura de George Soros para convertirse en accionista de referencia de FCC y pasar a controlar el 25% de las acciones apenas ha durado diez días. Esther Koplowitz, que controla el 50,1% del grupo, dio ayer por rotas las negociaciones con el magnate estadounidense y, forzada por una necesidad acuciante de liquidez, anunció a la CNMV el nombre de un sustituto: el multimillonario mexicano Carlos Slim. Es este quien tiene ahora la exclusividad para buscar un acuerdo con el que hacerse con los derechos de Koplowitz y suscribir la ampliación de capital que FCC tiene previsto lanzar cuanto antes, por un importe de 1.000 millones de euros. Pero iniciar de cero las conversaciones no gustó en el parqué y los títulos del grupo especializado en construcción y servicios se dejaron ayer un 3,81%, para situarse en los 14,88 euros.

Si esta vez las negociaciones fructifican, Slim tendría que desembolsar 660 millones de euros para hacerse con un 25% del capital, a la espera de que se concrete el precio por acción. Unos 500 millones se destinarían a la ampliación de capital, por la que Slim igualaría la participación de Koplowitz, una vez diluida. Los otros 160 millones de euros servirían para pagar los derechos de suscripción que Koplowitz tiene sobre la ampliación de capital que la junta de accionistas aprobó el pasado jueves. La actual accionista de control de FCC necesita ese dinero para poder pagar los intereses del crédito de 1.000 millones contraído con BBVA y Bankia a través de la sociedad B1998, tenedora de sus acciones en FCC. Es esa compañía la que negocia con una sociedad de Slim, Control Empresarial de Capitales, dependiente a su vez de Inmobiliaria Carso.

La situación es apremiante tanto para Koplowitz como para FCC, que necesitan desbloquear el acuerdo lo antes posible. Para la empresaria porque la venta de acciones es una de las condiciones impuestas por la banca para refinanciar su macrocrédito. Para el grupo porque necesita los 1.000 millones de euros de la ampliación para reducir su deuda, bajar los tipos de interés que paga y conseguir nueva liquidez para el grupo, que le sacaría de unos fondos propios negativos. Solo en ese contexto se entiende que Koplowitz esté decidida a poner por debajo del 50% su participación en el grupo, fundado por su padre. Ese sacrificio le ha valido el reconocimiento del consejo de administración.

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La cuestión es que esos problemas también los conocen a la perfección los candidatos a desembarcar en FCC. Soros intentó sacar partido de la situación con una oferta suficientemente baja como para que las negociaciones saltaran por los aires y se tuviera que buscar un plan B de forma urgente. Las condiciones de la ampliación no se podrán cerrar hasta que exista un acuerdo que permita cubrir buena parte de los 1.000 millones previstos. Es por esa razón que el consejo de administración no se llegó a reunir el pasado jueves, tras la junta extraordinaria de accionistas, como tendría que haber sucedido.

La constructora tiene muy claro para qué utilizará la cantidad que ingresará con la ampliación de capital. Prevé destinar 765 millones a amortizar 900 millones de deuda, después de haber arrancado a la banca una quita del 15%. Otros 200 millones los dedicará a reducir la deuda de Portland Valderribas, su cementera, y su división de agua. Con la reducción de esa deuda, FCC conseguirá abandonar los fondos propios negativos en los que incurrió a causa de las pérdidas acumuladas hasta septiembre (788 millones de euros) y evitará pagar unos tipos de interés que podrían situarse en máximos del 16%, según lo firmado por la banca. Esa es una de las razones por las que el consejo de administración de la compañía urgía a cerrar la ampliación, que quería tener lista antes de cerrar el año. Ese objetivo tiene ahora menos posibilidades de hacerse realidad.

La hipotética incorporación de Carlos Slim al accionariado de FCC engrosaría todavía más el listado de apellidos ilustres que integran el accionariado del grupo. El hasta ayer candidato a relevar a Koplowitz como primer accionista, George Soros, ya tiene actualmente un 3,8% de las acciones de FCC. Otro multimillonario americano, el cofundador de Microsoft Bill Gates, posee también un 5,7%.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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