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La crisis ucrania arrastra a la región

El BERD advierte que el conflicto puede llegar a afectar a la economía global

Alicia González
Ciudadanos moldavos en un mercado de Tiraspol.
Ciudadanos moldavos en un mercado de Tiraspol.Daniel Mihailescu (Afp)

La antigua Europa del Este no acaba de levantar cabeza. Si 2014 parecía, en principio, que iba a ser el año de la recuperación, tras la desaceleración que la región arrastra desde 2011, la crisis en Ucrania ha acabado con esas esperanzas. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) acaba de revisar sus previsiones para la región y ha recortado el crecimiento previsto para este año desde el 2,7% estimado en enero al 1,4%. Eso siempre que el conflicto que enfrenta a Ucrania y a Rusia no vaya a más.

“Bajo un escenario menos favorable, en especial si incluyera la imposición de sanciones financieras, Rusia entraría en recesión y el crecimiento medio de la región se vería pulverizado hasta el frenazo total entre 2014 y 2015”, sostiene la entidad en su informe. En esas circunstancias, advierte el banco, la economía mundial se resentiría. “En ese punto, la crisis de Rusia y Ucrania empezaría a afectar a la economía global”. No sería la primera vez. En 1998, como consecuencia de la crisis financiera que arrancó un año antes en Asia y que aceleró el desplome de las materias primas, la economía rusa se sumió en una crisis cambiaria, que provocó la quiebra financiera del país y que acabó trasladándose a la ya renqueante economía mundial.

El PIB de la zona se desacelera desde 2011 hasta el 1,4% de este año

Aunque el BERD aún confía en que las cosas no lleguen tan lejos, lo cierto es que la economía rusa, según otros analistas, entraría técnicamente en recesión en este trimestre, lo que puede agravar aún más las perspectivas de la región, que en gran medida depende de la economía rusa por muy diversas vías. Por ejemplo, además de Ucrania, el gas ruso representa más del 50% del consumo total para países como Moldavia, Lituania, Letonia, Eslovaquia, Armenia y Hungría [ver gráfico adjunto]. El envío de remesas desde Rusia es una fuente fundamental de financiación externa para Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán y un factor decisivo para mantener la demanda del consumo. Los vínculos comerciales y de inversión de Eslovenia, Croacia o Serbia son muy significativos, mientras que Bulgaria y Montenegro pueden ver sus ingresos muy mermados si se confirma la caída de turistas rusos.

Fuente: elaboración propia y Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD)
Fuente: elaboración propia y Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD)C. AYUSO

Con todo, “lo que realmente nos preocupa más es la potencial escalada de las sanciones contra Rusia, particularmente sobre el sistema financiero”, admitía el economista jefe del banco esta semana. No le faltan motivos. La fuerte salida de capitales observada en Rusia en el primer trimestre ha hecho saltar las alarmas. El BERD eleva las estimaciones que hasta la fecha se habían hecho al respecto y cifra la salida neta de fondos en 64.000 millones de dólares entre enero y marzo, por encima de la cifra anual alcanzada en todo 2013 y 2012. Y los motivos que lo explican son aún más alarmantes. “A diferencia de años anteriores, la salida de capital estuvo impulsada por un menor endeudamiento más que por un aumento masivo de la inversión rusa en el exterior”. Es decir, que los inversores no están dispuestos a prestar dinero a Rusia en estas circunstancias. De hecho, el Ministerio ruso de Finanzas ha tenido que cancelar tres subastas de deuda por la falta de suficiente demanda. Las empresas rusas apenas se endeudaron por 9.000 millones de dólares en el primer trimestre, frente a los 36.000 que lograron un año antes, “debido a factores como una menor actividad inversora y un acceso mucho más difícil a la financiación externa”, sentencia el banco.

En estas circunstancias, cualquier deterioro de la economía rusa pesará negativamente sobre el resto de la región. La combinación de la crisis ucrania y el frenazo en grandes economías de la región, sobre todo Rusia pero también Turquía, no ha conseguido compensar el impacto positivo que imprime la recuperación de la zona euro o el menor impacto que la retirada de los estímulos económicos en Estados Unidos está teniendo sobre los países emergentes. “Los tipos de interés y las divisas de los mercados emergentes se han estabilizado en los primeros cuatro meses del año, pese al hecho de que la Reserva Federal cada vez compra menos activos mensuales”, apunta el banco. Eso sin olvidar —como recuerda Daniel Martin, economista para Asia de Capital Economics— que el reequilibrio en el modelo de crecimiento que está viviendo China puede beneficiar a las economías exportadoras de manufacturas, entre las que se encuentran muchas economías de la región.

Mención especial merece en el informe del BERD la situación de Turquía. “Pese a la incertidumbre política y los vaivenes en el sentimiento de los mercados del pasado verano, la economía turca creció el 4% en 2013, algo más de lo previsto”, admite la entidad. Sin embargo, esos buenos augurios se vieron truncados en el primer trimestre, cuando se disparó el coste de la financiación y la lira llegó a perder alrededor del 10% de su valor. El BERD prevé un crecimiento del PIB turco de apenas el 2,5% este año y del 3,2% en 2015. Aunque la situación se ha corregido parcialmente desde mediados de marzo, “el mayor riesgo para Turquía es que la retirada de estímulos por la Reserva Federal afecte al flujo de capitales hacia los mercados emergentes más de lo previsto”.

El banco teme el impacto regional de imponer sanciones financieras a Rusia

Pero el futuro más inmediato está marcado por una fuerte incertidumbre. Ya lo advertía el Fondo Monetario Internacional (FMI) el mes pasado en su informe sobre la región, sobre la que sobrevolaba —decía— “una inusual constelación de riesgos”: la potencial escalada de las tensiones geopolíticas en el área; nuevos episodios de volatilidad financiera derivados del proceso de normalización monetaria en las economías avanzadas y un prolongado crecimiento débil en la zona euro.

Hasta ahora, la recuperación de la eurozona ha beneficiado especialmente a los países de la Europa central y los bálticos (Croacia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia) junto a los países del sureste europeo (Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Macedonia, Kosovo, Montenegro, Rumania y Serbia), dados los fuertes vínculos con la región. Los países más al Este y cercanos al Cáucaso (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania) registraron una fuerte mejora a finales de 2013 que ha truncado el conflicto con Rusia. Los países del Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Mongolia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) mantienen un fuerte crecimiento si el conflicto ucranio-ruso no va a más. Por el contrario, los países del sureste del Mediterráneo (Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez) exhiben una recuperación muy débil tanto por problemas internos como externos.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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