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Nuevos ecosistemas para empresas

Cada vez surgen más posibilidades de apoyo a iniciativas emprendedoras

Varios jóvenes en la academia Wayra de Madrid.
Varios jóvenes en la academia Wayra de Madrid.Samuel Sánchez

La crisis económica está dando alas al emprendimiento. Isidro de Pablo, catedrático de organización de empresas y director del Centro de Iniciativas Emprendedoras de la Universidad Autónoma de Madrid, lo tiene claro: “La situación económica ha sido un estímulo porque, al reducirse la financiación pública, los investigadores han tenido que buscar recursos y dirigirse a empresas, siendo más receptivos a las peticiones de estas. Algunos investigadores, que no encuentran financiación, están optando por montar sus propias empresas y ello está consiguiendo que aparezcan más start-ups.La crisis está favoreciendo un cambio de mentalidad. El lado negativo es que lo estamos haciendo demasiado tarde”. “La falta de oportunidades para encontrar trabajo por cuenta ajena ha llevado a muchos jóvenes a buscar soluciones a su vida laboral por sí mismos, desarrollando proyectos propios”, apoya Jesús Sainz, presidente de la Fundación Create.

Y también ha animado a las organizaciones a dar un paso más en las acciones que habían puesto en marcha para potenciar el emprendimiento. Es el caso de Telefónica, que ha lanzado Open Future, un ecosistema global de innovación abierta que incorporará alianzas con socios externos como eje de valor. Ana Segurado, además de directora de estrategia corporativa de Telefónica, es responsable interna de Open Future, para quien “se trata de una iniciativa creada con el objetivo de cerrar alianzas con socios para compartir las herramientas de innovación abierta que hemos desarrollado en la compañía”. “El mucho dinero que invertimos en el desarrollo de herramientas de ayuda al emprendedor es algo que nos diferencia de nuestra competencia. De hecho, apoyamos tanto al escolar que tiene una idea feliz en su aprendizaje de emprendimiento como a la pyme que necesita una importante cantidad de capital para internacionalizarse y crecer”, agrega.

Universidad, particulares y empresas se lanzan a impulsar ‘start-ups’

Open Future comprende, según Segurado: “ThinkBig, una herramienta de apoyo al emprendimiento de carácter social para jóvenes preuniversitarios; Talentum, enfocado a orientar al talento de carácter técnico y universitario (ingenieros, informáticos…) con su formación y la concesión de becas para que puedan trabajar en una start-up. Y así la start-up se beneficia de una fuerza de trabajo de calidad y el desarrollador se abre al mundo de este tipo de proyectos; y Wayra, “que es nuestra iniciativa más conocida, una red de aceleradoras para proyectos tecnológicos que la forman 14 academias en 12 países y pretende ayudar a start-ups ya constituidas, pero que están aún en una fase inicial de desarrollo, con impulso económico, formación, networking y apoyo para que se puedan constituir en negocios viables”.

Micromecenazgo limitado

El micromecenazgo (o crowfunding, si se prefiere el término en inglés) es un sistema de búsqueda de financiación que permite reunir una suma de dinero considerable entre muchas personas para apoyar una determinada iniciativa. El Gobierno acaba de presentar un anteproyecto para regular esta práctica. Casi todo el mundo cree que es necesario regular su funcionamiento. Sin embargo, a partir de aquí comienzan los matices.

Socios Inversores es una Red Global que pone en contacto a emprendedores que necesitan capital y a inversores que buscan participar en proyectos empresariales. Javier Villaseca, fundador y director general de la firma, cree que los límites económicos establecidos en el anteproyecto (3.000 euros por proyecto y 6.000 euros por plataforma y año) son excesivos “no son suficientes para desarrollar una empresa. Si la ley saliera como está previsto estaríamos perdiendo el 80% de nuestro negocio, puesto que las aportaciones por proyecto casi siempre son mayores de los 3.000 euros. La media, en nuestro portal, es de 44.000 euros. Sería una limitación para nosotros y para el emprendedor, que tendría que buscar ochenta inversores en lugar de tres”.

El presidente de la Asociación Española de Crowdfounding, Xavier Olivilla, pese a estar también de acuerdo en la necesidad de regular el sector, se muestra contundente: "El anteproyecto que prepara el Gobierno para regular el crowdfunding podría terminar con un sector emergente que precisamente lo que necesita es apoyo y no límites".

Dentro del entorno de ecosistema para emprendedores, la Fundación Create tiene una peculiaridad: fomentar el emprendimiento en la escuela. Nació hace tres años y, en palabras de Jesús Sainz, “nuestra intención es llevar el emprendimiento a la escuela desde las edades más tempranas hasta el último ciclo de primaria. En realidad, vamos más allá del hecho de impulsar el emprendimiento empresarial entre los estudiantes. Nuestra verdadera intención es fomentar, a través de los maestros, el desarrollo de la creatividad, motivación hacia el logro, el trabajo en equipo, perder el miedo al fracaso… para que el niño tenga elementos para decidir lo que quiere hacer en su vida”.

Como son muy numerosas las start-ups que surgen del seno de la universidad, también están surgiendo iniciativas como el Centro de Iniciativas Emprendedoras, de la Universidad Autónoma de Madrid, que es un servicio integral de apoyo en todas las fases del proceso de creación de una empresa, desde el nacimiento de la idea de negocio hasta la consolidación de la misma. Isidro de Pablo explica que el centro se basa en la suma de varios factores presentes de modo natural en el ámbito académico: “Laboratorios, expertos, tesis doctorales, formación. A lo que hay que sumar todos los agentes presentes en una ciudad como Madrid (financiadores, posibles clientes…), que no siempre están interrelacionados para que el ecosistema funcione. Por ejemplo, a menudo no hay conexión empresa-universidad. Este es todo un reto para el desarrollo tecnológico de este país”.

En opinión del catedrático, “hasta ahora universitarios y académicos han trabajado sin buscar los recursos empresariales, y la empresa española ha buscado conocimiento importándolo de fuera. Prefería pagar a unos norteamericanos, alemanes o japoneses por el uso de una patente en lugar de buscarla en una universidad española que pudiera desarrollar un producto o un servicio en un campo concreto”. Ante el futuro, el De Pablo se muestra esperanzado en que la situación cambie. “Ahora se está en un proceso de convergencia que, espero, desemboque en una sincronía. Ahora, para que las empresas españolas puedan competir en el mercado global sin depender de la tecnología que se desarrolle en otros países, deberán desarrollar un sistema de transferencia de conocimiento hacia los mercados made in Spain. Se están dando pasos hacia este reto”.

El castizo barrio de Chamberí, en pleno centro de Madrid, se ha convertido en un foco de compañías tecnológicas creadas por emprendedores. Entre todos crearon, a imagen y semejanza de Silicon Valley (California, Estados Unidos), un ecosistema de emprendedores al que llamaron Chamberí Valley, una red que agrupa a casi cuarenta firmas que facturan globalmente 50 millones de euros y dan trabajo a unas quinientas personas. Miguel Arias, uno de sus fundadores, explica que “una vez que montas una empresa se presentan problemas desconocidos, y las soluciones y consejos solo te los puede dar un emprendedor que haya pasado por lo mismo”. La red de Chamberí Valley está sirviendo para compartir contactos que ayuden a la internacionalización de los proyectos.

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