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Las escuelas de negocios se reinventan

Las instituciones potencian su oferta en emprendimiento y habilidades sociales

Representantes de ocho escuelas de negocios en la sede de IESE
Representantes de ocho escuelas de negocios en la sede de IESEJUAN BARBOSA

Prometen que le enseñarán a ser innovador, creativo y emprendedor. A tener empatía. A ser un líder, sin importar a qué cultura pertenezcan las personas a las que quiera dirigir. Y que, de paso, aprenderá de gestión, finanzas y formará parte de un grupo que cobra entre 55.000 y 130.000 euros al año. En ese orden.

Las prioridades en el mundo empresarial han cambiado y, con ellas, la oferta de las escuelas de negocios. Los estudiantes ya no buscan aprender cómo administrar una compañía: quieren que les enseñen a ser el próximo Mark Zuckerberg. Asia cobra fuerza y añade a la competencia instituciones de países emergentes que no paran de subir en las clasificaciones. A esto se suma que cada vez son más los que piensan que los arquitectos de la crisis salieron de estas canteras... Y menos los que pueden invertir 50.000 euros en un MBA.

El 91% de quienes hicieron un MBA entre 2010 y 2013 lo considera un valor bueno o excepcional, según una encuesta realizada a finales del año pasado a más de 20.000 exalumnos de 132 escuelas por GMAC, la entidad encargada del examen GMAT. Una cifra alta, pero cuatro puntos por debajo de la de los graduados entre 2000 y 2009 y aun menor que el 98% de las promociones de la última mitad del siglo XX. “Si no tenemos cuidado, las escuelas de negocios podemos perder el estatus del que hasta ahora hemos gozado”, asegura el profesor de contabilidad de Harvard BS y uno de los autores del libro Reconsiderar el MBA, Srikant Datar. Junto a autoridades de otras siete prestigiosas instituciones, participó en la Conferencia sobre liderazgo global organizada por IESE la semana pasada en Barcelona. “Siempre enseñamos a no esperar los problemas, sino a anticiparlos, pero no nos habíamos planteado cambiar hasta que las solicitudes de admisión cayeron”, afirma.

El desafío llega de Asia

“Hemos tenido suerte”, así justifica el decano de Ceibs, Weijiong Zhang, el rápido crecimiento de las escuelas asiáticas. La suya ha pasado de ocupar el lugar número 53 en la clasificación del Financial Times de 2004 al 19 en la de este año. “La economía China crece muy rápido y las compañías no quieren estar bien... Quieren estar mejor. Para eso deben aprender nuevos modelos de negocios. Con las escuelas, lo harán en menos tiempo y con más probabilidades de éxito. Así que nuestra clave es que hemos llegado en el momento indicado”, explica. El decano de la francesa HEC, Bernard Ramanantsoa, no cree que estas nuevas instituciones sean competencia para las europeas y norteamericanas, aún: “Muy pocos extranjeros van a estudiar a Asia. Esto cambiará dentro de 20 años, pero no en los próximos cinco”. Zhang, en cambio, asegura que tiene un 35% de alumnos foráneos, sin embargo, solo un 13% procede de otros continentes. El decano adjunto de IMD, Ralf Boscheck, considera que, en el futuro, las escuelas se diferenciarán por dos valores: por tener una oferta diferenciada o por servir de acceso a un mercado dominante, como el chino. “En el primer caso, la gente vendrá por ti, por lo que ofreces; mientras que en el segundo, vendrá por la economía, y si esta va mal... pierdes”.

La decana adjunta de London Business School, Wendy Alexander, recuerda cómo hace 20 años, cuando cursaba su MBA, lo primordial era aprender a hacer cosas con velocidad y eficiencia. “Hoy, se trata de ayudar a la gente a innovar con rapidez. Antes, lo dábamos como parte de estrategia: cómo identificar un problema. O de marketing: entender las necesidades de los clientes. En cambio, ahora hablamos de procesos más profundos: hay que tener una mentalidad que resuelva problemas y no se estanque en los caminos ya definidos de las responsabilidades funcionales”.

Junto a innovación, emprendimiento es uno de los principales intereses de estudiantes y compañías. El 45% de los graduados entre 2010 y 2013 empezó su propia empresa al salir de la escuela, según los datos de GMAC. El porcentaje no supera el 14% entre las promociones de los noventa.

“Hasta ahora nos hemos dedicado a formar tomadores de empleos”, explica el profesor de Harvard, “cuando lo que se necesita en este momento son creadores de empleo”. Y para eso hay que adaptarse al cambiante escenario empresarial, como explica el decano de la escuela china Ceibs, Weijiong Zhang: “Hace cinco o seis años, el 60% de las compañías que contrataban a nuestros estudiantes venían de la manufactura. Hoy, de servicios, tecnología, banca... Tuvimos que renovar los casos y las soft skills (habilidades sociales) porque cada sector requiere un enfoque distinto”.

Los exalumnos consultados por GMAC aseguran que, de las cinco habilidades que más usan a diario en el trabajo, tres son de tipo social. El decano de Educación Ejecutiva de Insead, Michael Pich, sostiene que realizar modificaciones en sus programas es un proceso lento: “Pero no significa que las optativas no cambien. Lo hacen constantemente y en base al libre mercado. Si los alumnos no las cogen, las quitamos del siguiente curso”. Las más demandadas llevan títulos como Oferta emprendedora o Big data.

Casos de ascenso mediático y vertiginoso como los de Facebook o Twitter parecen influir en la nueva fiebre del emprendimiento. “Es verdad que, a la hora de emprender, una persona joven piensa más en Mark Zuckerberg que en Andrea Morante, de Pomellato. Pero no hay que olvidar que a este lo rescataron tres inversores que tenían un MBA”, afirma Jordi Canals, director de IESE. Recuerda que emprender no se aplica solo a crear una empresa, sino también a hacerla crecer. “El gran reto de las escuelas hoy en día es no solo enseñar a hacer planes de negocios y tener éxito, sino a pensar en cómo conseguir un impacto positivo en la sociedad a largo plazo. Facebook, por ejemplo, crea pocos empleos y paga pocos impuestos”.

El decano de la Saïd Business School, Peter Tufano, considera que se vive “una evolución, y no una revolución” en la que aquellas instituciones que trabajan en colaboración con una universidad, como la suya con Oxford, tendrán ventaja a la hora de mantener el liderazgo. “Los negocios se están convirtiendo en algo muy complejo y qué mejor que tener a tu alcance a expertos en otros campos y la posibilidad de traerlos a clase”. Como la plataforma virtual en la que sus alumnos acceden a contenidos en materias como demografía o recursos naturales diseñados por expertos de otros departamentos. “Lo que nunca dejaremos de enseñar serán reglas como ‘no te quedes sin efectivo”.

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