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Puerto Rico, una economía en vilo

La isla del Caribe busca la transformación después de ocho años de crisis

Alberto Bacó, ministro de Desarrollo Económico de Puerto Rico
Alberto Bacó, ministro de Desarrollo Económico de Puerto Rico

Puerto Rico trata de ahuyentar el fantasma del desastre económico. Una crisis, que ha durado ocho años, llevó a la isla del Caribe al borde de la quiebra. El Gobierno puertorriqueño ha tenido que actuar a marchas forzadas para reactivar la actividad económica. Ajustes presupuestales, subidas de impuestos y una reforma del sistema de pensiones han acelerado el proceso de transformación. Para este año, sin embargo, los pronósticos aún son desalentadores. Se espera que el producto interior bruto caiga un 0,8%, después de la bajada de 0,03% que tuvo en 2013. “Estamos en un punto de inflexión”, asegura Alberto Bacó, ministro de Desarrollo Económico de Puerto Rico, que ha viajado a Madrid en busca de nuevas inversiones. Su apuesta está centrada en el sector servicios —el turismo, principalmente— y en la manufactura.

El pasado 6 de febrero el mundo puso los ojos en este Estado Libre Asociado, dependiente de EE UU. La calificadora Standard and Poor’s degradó la deuda soberana del país hasta la categoría de bono basura. Días después, Moody's actuó al compás. La decisión de ambas agencias se basa en las dificultades que tiene Puerto Rico para financiar su déficit, que alcanza los 2.200 millones de dólares (1.600 millones de euros, aproximadamente). “Las calificadoras han sido injustas”, se queja Bacó. “Hemos equilibrado el presupuesto, una de las principales demandas, y hemos evitado financiar el déficit con deuda”, dice el ministro, que defiende su política económica con la emisión de bonos que realizó el Gobierno un mes después del recorte en la nota de solvencia. “Se emitieron bonos por 3,5 millones de dólares (2,5 millones de euros), con una buena demanda de los inversores, eso refleja confianza”, asegura Bacó.

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El ministerio pone sus esperanzas en el dinero que captó del mercado. El plazo está marcado: en 18 meses la isla podría iniciar la recuperación. “Al margen y atrás quedaron los profetas del desastre… los que decían que Puerto Rico no podría pagar sus deudas y los que pensaban que el default era inminente”, dijo el gobernador, Alejandro García Padilla, tras la emisión. Además, agregó: “Atrás han quedado los que, sin conocernos, nos compararon con Detroit y con Grecia”. El Gobierno tuvo que acelerar sus proyectos, ante la negativa del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de rescatar a esta economía en caso de caer en un proceso de impagos.

El pronóstico es que al cierre de este año, el déficit termine en 500 millones de dólares (365 millones de euros), asegura el ministro de Desarrollo Económico. La estrategia será, según el puertorriqueño, atacar a aquellos contribuyentes que no pagan impuestos y buscar eficiencias en el presupuesto gubernamental. “Sin despedir a nadie vamos a recortar gastos en contratos, en programas”, resalta.

Pero aún hay tela de donde cortar. La deuda de este país —en donde los ciudadanos son considerados estadunidenses, pero sin derecho a voto en las elecciones presidenciales— llega a los 70.000 millones de dólares (51.000 millones de euros) y se aproxima al tamaño de su PIB, que ronda los 101.000 millones de dólares (73.600 millones de euros). “Los problemas de Puerto Rico llevan varios años fraguándose”, subraya un informe de la agencia Moody’s. Para el Gobierno, sin embargo, el conjunto de todos ellos no representa una emergencia. “Supone actuar con rigurosidad, tomando las decisiones correctas y equilibrando el presupuesto”, apostilla Bacó. “Tenemos que acelerar el desarrollo económico y hemos redoblado esfuerzos para traer inversión extranjera directa”, añade.

Los problemas de Puerto Rico llevan varios años fraguándose”,

Moody’s

El pronóstico es que en los próximos 18 meses el país ingrese entre 8.000 y 10.000 millones de dólares. “Con esa inversión llevaremos al PIB de la isla a crecer entre el 2% y el 3%”. En 2013, los capitales foráneos ascendieron a 2.000 millones de dólares.

Al margen de los problemas de deuda y déficit, Puerto Rico ha visto cómo las grandes empresas españolas abandonan la isla en busca de nuevos horizontes. En 2012, BBVA decidió vender su unidad al puertorriqueño Oriental Financial por 500 millones de dólares (400 millones de euros). La entidad bancaria tenía una cuota de mercado inferior al 6%, con alrededor de 950 empleados y 37 oficinas, y unos activos de 5.200 millones de dólares. El grupo español argumentó que su apuesta estaba en mercados clave de expansión: México, Estados Unidos o Turquía.

“Tenemos que acelerar el desarrollo económico y hemos redoblado esfuerzos para traer inversión extranjera directa” Alberto Bacó, ministro de Desarrollo Económico de Puerto Rico

En ese mismo año, Iberia anunció la suspensión de rutas a San Juan de Puerto Rico, la capital del país. “En caso de Iberia, las políticas fueron orientadas hacia otro rumbo. Pero en cada jurisdicción de Latinoamérica en donde la aerolínea española salió, llegó Air Europa”, explica Bacó. Además, adelanta que el próximo 22 de mayo, esta última empresa aérea inaugurará dos rutas semanales y también, explica Bacó, hay firmas con la intención de invertir en hoteles. De esta manera, el Gobierno apuesta por la llegada de muchos más turistas. El ministro no se detiene y lanza el anzuelo: “Hay mercado para que Iberia vuelva. En Puerto Rico tenemos los brazos abiertos”.

La llegada de capitales extranjeros permitirá a la economía crear cerca de 50.000 empleos en los próximos 18 meses, en este país con una tasa de paro del 14,7%. Desde 2010, la isla ha sufrido un éxodo ante la falta de oportunidades. En los últimos tres años, el número de habitantes se ha reducido en un 3%, (más de 110.000 personas), hasta llegar a los 3,6 millones, según los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos. “La apuesta será por la internacionalización de la economía”, comenta Bacó. La expectativa es que al final de 2017 la tasa de desempleo esté entre el 10% y el 12%.

La isla del Caribe, con una fuerza laboral de 1,2 millones de personas y un 40% de las familias bajo el nivel de pobreza, vive una doble realidad. “Nos somos estadounidenses, pero somos bilingües; no somos latinoamericanos, pero estamos en la región”, dice el ministro de Desarrollo Económico. Esta disyuntiva la aprovechará con ahínco el Gobierno. En los próximos meses abrirá una oficina de promoción comercial en Colombia, que se convertirá en el principal contacto con las empresas de Centroamérica y Estados Unidos, y además creará otra en Perú, que cubrirá los mercados de Brasil y Chile. “Seremos un puente de inversión para las empresas españolas y europeas que miran a la isla como un trampolín hacia EE UU y para compañías latinoamericanas que piensan en Puerto Rico con vistas a Norteamérica”, dice.

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