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Brasil apuesta en Estados Unidos por abrir más su economía

La agencia de promoción comercial cree que debe aumentar sus exportaciones y apostar más por la productividad y la innovación

Obreros trabajan en el aeropuerto de Río de Janeiro
Obreros trabajan en el aeropuerto de Río de JaneiroMarcelo Sayao (EFE)

Una de las grandes críticas que se le hace a la economía brasileña es que siga siendo tan cerrada y que haya puesto demasiado énfasis en fomentar el consumo interno en lugar de poner más el foco en la productividad y en propiciar una mayor inversión por parte del sector privado. Por eso no deja de resultar relevante que las autoridades brasileñas ensalzaran el martes en Washington la importancia de abrir más la economía, invertir en productividad e innovación, y sobre todo aumentar las exportaciones.

Todo ello a los pocos días que la agencia Standard & Poors rebajara la nota de solvencia de Brasil, un duro varapalo a los intentos del gigante sudamericano de recuperar la credibilidad de los mercados tras el frenazo que padece su crecimiento. En un coloquio en el Center for Strategic and International Studies (CSIS), Marcia Nejaim, gerente ejecutiva de competitividad e innovación de Apex -la agencia de promoción exterior vinculada al ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil-, hizo un alegato a favor de la internacionalización de la economía brasileña y de una decidida apuesta por la innovación que no solo beneficie a las empresas locales sino que atraiga también a firmas extranjeras.

Nejaim abogó por “abrir más el mercado brasileño” e incrementar las ventas al exterior porque hacerlo reduce “riesgos” en la economía local. Las exportaciones, lamentó, suponen solo el 12% del PIB de Brasil en comparación, por ejemplo, con el 58% de Corea del Sur. En la misma línea, avisó de que las seis grandes potencias económicas mundiales son países netamente exportadores, por lo que si Brasil quiere consolidar su presencia entre las mayores economías tiene que internacionalizarse mucho más. Sin embargo, preguntada al respecto, la directiva evitó mencionar un objetivo concreto de aumento de las exportaciones, aunque se mostró confiada en que las cifras mejorarán en los próximos años una vez ya ha quedado atrás la crisis económica internacional.

Brasil cerró 2013 con un superávit de 2.561 millones de dólares de su balanza comercial, lo que supuso el peor resultado desde 2001 y una disminución del 86,8% respecto a 2012. El promedio diario de las exportaciones cayó un 1% interanual, mientras el de las importaciones avanzó un 6,5% en el mismo periodo. Los países latinoamericanos fueron el primer destino de las exportaciones brasileñas, seguidos de la Unión Europea, China y Estados Unidos, donde las ventas cayeron un 8,2%, hasta los 24.856 millones de dólares, aunque el comercio bilateral entre ambos gigantes no ha cesado de crecer.

Durante su intervención, Nejaim también consideró “crucial” que Brasil invierta más en productividad, así como en Innovación y Desarrollo (I+D). Pese a destacar los esfuerzos del Gobierno en ese sentido, explicó que Brasil cuenta con 696 investigadores por cada 1.000 habitantes en comparación con los 4.673 de Estados Unidos. Aún así, supera los estándares de otros países de la región como México (347). En la misma línea, abogó por mejorar la calidad educativa -cuyos defectos el reciente informe PISA ha vuelto a poner al descubierto- y la interacción entre Gobierno, universidades y empresas.

En el terreno de la innovación, la directiva de la agencia de promoción exterior -que tiene dos oficinas en EE UU- destacó que Brasil atrajo en 2013 alrededor de 570 millones de dólares en proyectos de capital riesgo extranjero y que empresas estadounidenses, como General Electric o IBM, han instalado centros de I+D en el país. Pero los objetivos son mucho más ambiciosos. Nejaim apostó por mejorar la burocracia que padecen las pequeñas y medianas empresas, y por atraer a Brasil compañías extranjeras de cuatro sectores: petróleo y gas natural, energías renovables, biotecnología, y tecnologías de la información y la comunicación.

En el coloquio también participó precisamente un representante de General Electric, quien se mostró sumamente conciliador. David Nelson, gerente sénior de asuntos globales gubernamentales, puso de relieve que el país supone el 40% del negocio del grupo en América Latina, y destacó el crecimiento continuado de la economía brasileña en la última década, el aumento de la demanda interna y la estabilidad política del país. Y, por ende, las “numerosas oportunidades” que todo esto genera.

Tanto Nelson como Nejaim evitaron entrar a valorar el deterioro de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Brasil causadas por las revelaciones del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a Dilma Rousseff, lo que hizo que la presidenta brasileña cancelara una visita de Estado a Washington en octubre. Y ambos minimizaron de forma genérica el impacto del espionaje en el terreno empresarial.

Finalmente, el embajador de Brasil en EE UU, Mauro Vieira, que inauguró el debate, subrayó que la innovación es un asunto clave en la amalgama de prioridades abordadas en la relación diplomática entre Brasil y Estados Unidos. En este sentido, enfatizó que Estados Unidos es el mayor receptor de investigadores de un programa científico de Brasil y que varias empresas tecnológicas del país sudamericano, como el fabricante de aviones Embraer, tienen presencia en la primera potencia mundial.

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