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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El BCE viola su propia ley

Fráncfort debe perseguir la estabilidad de precios no solo si suben, sino también cuando bajan

Xavier Vidal-Folch

El BCE incumple su propia ley mientras no dispare contra la bajísima inflación. Los precios en la eurozona crecieron solo al 0,5% en marzo, desde el 0,7% en febrero. Declinan desde hace cinco meses. En algún país (España), incluso caen (-0,2%). Y en Alemania solo suben un 0,8%.

Abajo el nominalismo. Galgos o podencos —baja inflación, o deflación—, la estrepitosa caída de precios amenaza con ser heraldo de estancamiento, incluso de una tercera recesión. Y hace insoportable la digestión de una deuda —pública y privada— enorme, ese estrangulamiento no solo del sur, sino de toda la eurozona. Pues como saben bien los compradores de pisos, el alza de precios les ayuda a pagar la hipoteca, y su descenso les perjudica.

El BCE dispone de cartuchos: bajar los tipos a cero; cobrar a la banca por sus depósitos en Fráncfort, en vez de remunerarla; inundar el mercado a la americana mediante compra de títulos de empresas privadas (quantitative easing, o relajación cuantitativa) o sea, aumentar el dinero en circulación esta vez por vías inexploradas...

La Comisión (Joaquín Almunia, Olli Rehn), el presidente del Eurogrupo, varios Gobiernos, y ahora el FMI, lo reclaman a voces. El momento es propicio, pues el delirante hostigamiento del Bundesbank a toda actuación que no sea contra la inflación (incluso cuando pasa lo contrario) empieza a ceder. Su presidente, Jens Weidman, indicó el día 25 que no le preocupa tanto el qué, sino el cómo hacerlo: “Los activos públicos que pudiéramos comprar deberían cumplir ciertos requisitos de calidad”. A la súbita sensatez del Buba contribuye la última sentencia del Tribunal Constitucional alemán, validando el Mecanismo de Estabilidad, el fondo de rescate de países del que en su día receló. O a un cambio táctico para no aparecer siempre aislado frente a todos. Da igual, es una oportunidad.

Mientras Mario Draghi no dispare con balas de calibre, no solo dificulta la recuperación económica. También infringe la máxima normativa del BCE, porque:

1. su “objetivo principal” es “mantener la estabilidad de precios” (artículo 127.1 del Tratado de Lisboa, TFUE). Cuando tienden a subir. Y cuando se derrumban. La cuasi deflación es lo contrario de la estabilidad;

2. su Consejo de Gobernadores fijó en 2003 que el valor de referencia a respetar era “inferior pero cercano al 2%”. El 0,5% no es nada “cercano” al 2%;

3. su deber es “definir y ejecutar la política monetaria de la Unión”, (127.2) en función del conjunto, y no de los resultados de un solo socio, aunque sea el país patrón. El BCE obedece a un mandato federal y es la instancia más federal de la Unión;

y 4. el propio Draghi prometió en enero relajar la política monetaria si la inflación bajaba más de lo previsto. Lo previsto por el BCE para 2014 es un alza del 1,4% y estamos en el 0,5%. ¡Por desviaciones más leves han bramado los ortodoxos!

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