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Un hogar para emprender en China

Anken reconvierte edificios públicos de Shanghái en incubadoras de empresas

David San Román (izquierda) e Iker Candina, en las oficinas de Anken Green.
David San Román (izquierda) e Iker Candina, en las oficinas de Anken Green.Z. A.

Basta caminar un rato por cualquier barrio de Shanghái para certificar que los rascacielos futuristas y los destellos de neón son solo una fachada de postal. Incluso en el centro de la megalópolis, hay edificios que se caen a pedazos. Algunos están abandonados, y muchos pertenecen al Gobierno o a empresas estatales que han pasado a mejor vida. Pero allí donde muchos ven decadencia, Anken vislumbra negocio. Y, a juzgar por su meteórico ascenso, esta empresa fundada en 2006 por el arquitecto y emprendedor español David San Román no está desencaminada.

Su modelo es aparentemente sencillo: “Identificamos edificios públicos, estudiamos su viabilidad, negociamos con el Gobierno el alquiler para un mínimo de diez años, diseñamos y ejecutamos su rehabilitación teniendo en cuenta principios ecológicos y de sostenibilidad, y creamos espacios que alquilamos a pymes del sector creativo y que gestionamos nosotros mismos”. Actualmente, Anken emplea a más de 50 personas y ha invertido cinco millones de euros en media docena de edificios en los que ya se han instalado más de 2.000 trabajadores.

Perfil y objetivos

David San Román se formó en EE UU y en 2002 fue a Hong Kong para después establerse en Shanghái y fundar Anken.
Iker Candina, arquitecto, se sumó al proyecto en 2012, tras levantar 2.500 viviendas en Taizhou.

Anken quiere dar el salto al otro lado del Pacífico. La firma cree que Detroit es el lugar más adecuado para establecer unos viveros de empresas que la puedan resucitar. Actualmente gestiona seis edificios y ejecuta varios proyectos.

La idea surgió por las dificultades que muchas pymes tenían para implantarse en la capital económica china, “donde los costes de abrir una oficina eran excesivamente elevados”, dice el empresario. “Así que conseguimos que el Gobierno cambiase la ley para permitir que las empresas pudiesen registrarse como tales en incubadoras como las nuestras, y diseñamos espacios diáfanos de coworking en los que se combinan mesas de trabajo y oficinas que se pueden alquilar por meses dependiendo de las necesidades de cada uno”. Instalarse en China resulta más económico de esta manera para autónomos y pymes. “Y pueden crecer con nosotros”, añade Iker Candina, otro arquitecto español socio de Anken. “Hay muchos que comienzan su andadura en China con una mesa de trabajo, pasan luego a una oficina pequeña, que después amplían, y terminan marchándose cuando ya están preparados para abrir su propia estructura. Qunar, una de las principales agencias de viajes online del país, es un buen ejemplo de ello”, indica.

“Para nosotros es importante conocer bien a los inquilinos, y el próximo paso crear sinergias entre ellos”, apunta Candina. Algunas se dan de forma natural. “Por ejemplo, un importador que tiene dudas legales las resuelve con el abogado de la oficina contigua, y prepara su estrategia de marketing con la agencia de publicidad situada tres más allá”. El de boca en boca funciona, y Anken se ha convertido ya en una sólida institución entre los emprendedores de Shanghái. “Queremos demostrar que se puede ser pequeño y rentable, que se pueden acometer grandes proyectos sin ser una gran empresa, y que la palabra empresario no debería tener connotaciones negativas”, dice San Román.

Anken Green, un imponente edificio modernista situado a orillas del río Suzhou, es su buque insignia. Con 6.700 metros cuadrados en seis plantas, es un buen reflejo del espíritu de la empresa: tiene un amplio espacio dedicado a mesas de trabajo ocupadas por emprendedores que pueden usar las zonas comunes, oficinas que albergan empresas tan diversas como estudios de fotografía o estudios de arquitectura, y un tejado coronado con una huerta urbana en la que se cultivan las verduras que se sirven en la cafetería y con el que se logra reutilizar el agua de lluvia.

Su último proyecto, Anken Fitness, aún está en construcción. Un antiguo almacén en ruinas va convirtiéndose en un espacio puntero para erigirse en el principal centro de empresas deportivas y de fitness de la ciudad, y ya cuenta con el apoyo de la siete veces campeona mundial de boxeo, Michele Aboro, que ha establecido allí su primer gimnasio. “Ahora queremos seguir expandiéndonos, y mi idea es llevar este sistema a Estados Unidos, donde la ciudad de Detroit tiene un gran potencial”, avanza San Román. Para ello necesitan inversores a los que ofrecen “participaciones de 25.000 euros con una rentabilidad del 10% a cinco años. No creemos en el pelotazo, sino en la rentabilidad a largo plazo”, dice Candina.

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