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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una gran inversión para España

La marcha de directivos, profesionales y emprendedores españoles al extranjero no es necesariamente un signo de debilidad de la economía española. Tampoco es una pérdida. Más bien todo lo contrario. La demanda de talento español es muestra de que los éxitos de las empresas españolas en algunos sectores no han pasado desapercibidos. Y aunque a corto plazo pueda ser doloroso ver a gente valiosa hacer las maletas, a medio y largo plazo su marcha puede aportar dividendos importantes a la economía española.

Si hay interés por talento español en el extranjero no es por la debilidad de la economía, sino por el éxito que han tenido muchas empresas españolas. Juan Colombás y Antonio Lorenzo seguramente no estarían en la cúpula directiva de Lloyds si no hubieran pasado antes por el Santander, convertido hoy en uno de los mayores bancos del mundo. El chef español José Andrés es una celebridad en Estados Unidos en parte porque antes pasó por la cocina de Ferran Adrià y formó parte de la generación que puso la cocina española en el olimpo internacional. Fernando Torres y otros 30 futbolistas españoles no jugarían en la Premier League si la Liga no fuese el campeonato más competitivo del mundo. En mi propio caso, si hoy soy presidente de George Mason University es en gran medida porque antes fui decano de IE Business School, una escuela de negocios que ha alcanzado una reputación internacional extraordinaria y ha atraído el interés de instituciones estadounidenses.

Muéstreme una industria en la que España esté perdiendo talento al extranjero y yo le mostraré una industria en la que España está destacando y en la que, aún más importante, lo seguirá haciendo. La crisis puede haber contribuido a que muchos directivos españoles que antes no se planteaban salir fuera estén ahora abiertos a esa posibilidad. Pero si España no hubiera despuntado en determinadas industrias, la demanda no existiría.

Si algo debe preocuparnos no es que haya demanda de talento fuera, sino que no haya aún la suficiente

La exportación de talento no es solo sintomática de éxitos pasados, sino que supondrá también una gran inversión de cara al futuro. Aunque pueda parecer contradictorio, el directivo emigrado no es necesariamente un recurso perdido y puede aportar tremendo valor a la economía española tanto si retorna como si no. En la economía del conocimiento y la globalización, la competitividad está íntimamente relacionada con la capacidad de innovar, de mejorar la productividad y de penetrar mercados internacionales. En mi trabajo con mi colega Gregory Unruh (Being Global; Harvard Business Review Press, 2012) encontramos que los líderes de las organizaciones que están triunfando en la economía global son individuos que piensan y actúan con mentalidad global, que son capaces de colaborar y desarrollar relaciones con individuos de otras culturas, y que tienen la capacidad de conectar recursos distribuidos geográficamente de maneras innovadoras.

Cuando un directivo español asume responsabilidad en una organización foránea, está desarrollando capacidades de liderazgo globales que pueden ser vitales para organizaciones españolas en el futuro. Pero incluso si el directivo emigrado no retorna, su conocimiento del mercado español y sus relaciones personales con directivos y empresas españolas pueden ser instrumentales en el proceso de globalización de estas.

El caso de India es una buena ilustración. Si bien India ha lamentado durante décadas la fuga de cerebros de sus mejores escuelas de ingeniería y negocios a mercados occidentales, principalmente a Estados Unidos, la diáspora india ha sido vital en el desarrollo de la industria de subcontrataciones informáticas, centros de atención a clientes y otros servicios. Bangalore, Hyderabad, Chennai o Gurgaon no serían los centros tecnológicos que son hoy sin las conexiones personales de miles de ingenieros y directivos indios en empresas occidentales. Los nombramientos de Indra Nooyi como consejera delegada de PepsiCo o de Satya Nadella en Microsoft (o, antes de ellos, Vikram Pandit en Citigroup o Rajat Gupta en McKinsey) no son hechos aislados, sino resultado natural de este proceso. El valor potencial de estos directivos para la economía india, incluso estando fuera de India, es incalculable.

Si algo debe preocuparnos no es que haya demanda de talento español en el extranjero, sino que no haya aún la suficiente. Si consiguiéramos multiplicar el número de directivos españoles en Londres, París, Fráncfort y Nueva York; el número de emprendedores españoles en Silicon Valley, Cambridge o Virginia, y el número de profesores en Harvard, Wharton, MIT, Georgia Tech, ETH o EPFL en Suiza, las oportunidades globales de la empresa española también se multiplicarían y el impacto en la competitividad y la innovación de la economía española no se dejaría esperar. Si la crisis contribuye a que esto ocurra, quizá no todo el dolor haya sido en vano.

Ángel Cabrera es presidente de George Mason University en Virginia. Twitter: @CabreraAngel

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