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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Adiós, helicóptero Ben!

Bernanke se va dejando a EE UU con una tasa de paro del 6,7%

Joaquín Estefanía

El 1 de febrero deja su cargo uno de los hombres más poderosos del mundo (por poner, por ejemplo, precio al dinero): Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed), será sustituido por Jenet Yellen, la primera mujer a cargo de una institución que acaba de cumplir sus 100 años de historia. Bernanke, republicano, presidente del equipo de asesores económicos de Bush, llegó a la Fed en 2006 y apenas tuvo un año y medio de tranquilidad: cuando fue nombrado por Bush —cuatro años más tarde fue reelegido por Obama—, EE UU crecía a alrededor del 3% y el precio de la vivienda seguía subiendo.

A partir del verano de 2007 la labor de Bernanke consistió en domeñar la Gran Recesión, salvar al sistema financiero y evitar que se repitieran los errores de la Gran Depresión, a los que había dedicado su tesis doctoral. En buena medida lo ha logrado. Su antecesor, Alan Greenspan, había dejado la Fed en loor de multitudes. Cuando llegan los problemas, aquel hombre ególatra y seguro de sí mismo llegó a declarar que estaba en un “estado de conmoción” porque “todo el edificio intelectual se ha hundido”.

A principios de los ochenta, el keynesiano Hyman Minsky había planteado una cuestión fundamental: “¿Puede ESO [una Gran Depresión] volver a ocurrir?”. Casi 20 años después, Bernanke entró al trapo con una conferencia titulada Deflación: asegúrese de que ESO no ocurra aquí. En ella explicaba que EE UU tiene una tecnología llamada imprenta que le permite crear tantos dólares como desee a coste cero. Y concretaba: “Por supuesto, el Gobierno de EE UU no va a imprimir dinero y distribuirlo de cualquier manera. Normalmente, el dinero se inyecta en la economía mediante la compra de activos por parte de la Fed. Para estimular el gasto agregado cuando los tipos de interés llegan a cero, la Fed debe aumentar el nivel de compra de activos (…). De manera alternativa, la Fed podría encontrar otra manera de inyectar dinero en el sistema, por ejemplo otorgando préstamos a bajo interés a los bancos o cooperando con las autoridades fiscales”.

Las políticas de expansión cuantitativa o los tipos de interés cero han sido la marca Bernanke en su paso por la Fed. Por ponerlas en marcha recibió el apodo de helicóptero Ben, siguiendo la paradoja de Milton Friedman (un helicóptero que arroja billetes sobre los ciudadanos). Bernanke ha intentado equilibrar los tres fines para los que se creó la Fed: promover el pleno empleo, la estabilidad de precios y un sistema financiero seguro. Al revés que sus colegas europeos —mucho más obligados por sus estatutos en centrarse en la inflación y los bancos que en la creación de empleo— Bernanke deja a EE UU con una tasa de paro del 6,7% de la población activa. En su libro Mis años en la Reserva Federal (editorial Deusto), de reciente aparición, dice: “El empleo es uno de nuestros dos objetivos (…) Es mucho más probable que la mejora del mercado laboral sea constante si también se producen mejoras en la demanda y el crecimiento en general. Por tanto, continuaremos examinando los indicadores del gasto y la confianza de los consumidores (…) para ver dónde se dirigen la producción y la demanda. Y luego, por supuesto, tenemos que fijarnos en la inflación”.

Bernanke se va marcando el camino a su sucesora, puesto que ha empezado a recortar sus programas de estímulo a una economía que prevé crecer este año alrededor del 3%. En su balance queda otra decisión muy polémica: dejar caer Lehman Brothers, el quinto banco de inversión, lo que generó un pánico financiero generalizado. Por qué quebró Lehman Brothers y sin embargo se apoyó al resto del sistema bancario es una decisión todavía no suficientemente explicada. En ese caso quizá no se ha cumplido lo que el propio Bernanke defiende en el libro citado: “Ante la crisis, la respuesta de la Fed consistió en gran medida en desempeñar el papel histórico de los bancos centrales, esto es, actuar como prestamistas de última instancia para mitigar el pánico”.

El que fue gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, acaba de declarar que sin los bancos centrales el mundo hubiera entrado en una Gran Depresión. Más con unos que con otros.

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