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BALANZA DE PAGOS

La deuda externa española retrocede al nivel más bajo de la crisis

El drástico desapalancamiento de la banca rebaja el endeudamiento hasta los 1,66 billones En el tercer trimestre de 2013 se produjo un recorte récord de 47.397 millones de euros

Alejandro Bolaños

La balanza de pagos, la estadística que recopila las relaciones económicas con el exterior, es uno de los mejores termómetros de esta crisis. Aquí se emitieron las primeras señales de alerta, en el paso de 2007 a 2008, cuando el déficit en los intercambios con el resto del mundo rondaba los 100.000 millones, el 10% del PIB. Aquí sonaron todas las alarmas, cuando hace poco más de un año, se contabilizó una salida de capitales de 300.000 millones en pocos meses. Ahora refleja que cada vez más españoles emigran para encontrar trabajo (y mandan más dinero a sus familias que nunca). Pero, también, la progresiva mejora en uno de los flancos más débiles de la economía española, la deuda externa, que ha acelerado su ajuste en 2013.

Hasta septiembre del año pasado, según datos recién publicados por el Banco de España, el endeudamiento con el exterior había descendido a 1,66 billones de euros, el nivel más bajo desde mediados de 2008. La deuda externa, que rondaba los 1,77 billones en junio de 2012, casi el triple que una década atrás, experimentó este verano el mayor ajuste de la serie estadística, al bajar en 47.397 millones respecto al segundo trimestre de 2013.

Con el notable descenso en los meses estivales, la deuda externa equivale ahora al 163% del PIB, cuando hace año y medio sumaba el 171%. En la crisis, ya se alcanzó un nivel similar a principios de 2011. Pero entonces, antes de que comenzara la segunda recesión del lustro, la economía crecía en términos anuales (a diferencia de 2013), lo que facilitaba que la deuda externa pesara menos en relación al PIB.

La inversión directa de empresas extranjeras en España sube en 50.000 millones en un año

El endeudamiento con el exterior —con entidades financieras e inversores extranjeros, con fondos soberanos, y en los dos últimos años, con el Banco Central Europeo (BCE)—, fue el correlato financiero del milagro económico español, cuando el crédito masivo y barato alentó una burbuja inmobiliaria y de consumo. Cuando la crisis irrumpió, la deuda externa se convirtió en el principal foco de inquietud para los mercados, no tanto por el nivel alcanzado, como por la rapidez con la que aumentó y, sobre todo, por las escasas perspectivas de crecimiento económico.

Uno de los objetivos de la sucesión de recortes y reformas en los últimos tres años ha sido amortiguar ese desequilibrio, ante las crecientes dificultades para refinanciar lo que se debe. Así, 2013 cerrará con el primer superávit exterior en la era euro, y la deuda externa acabará el ejercicio en el nivel más bajo de la crisis. Pero si en el superávit pesa tanto el avance exportador como el estrangulamiento de las importaciones, derivado de un consumo anémico, el recorte de la deuda externa debe mucho al brusco desapalancamiento de los bancos, con evidentes consecuencias (negativas) en el crédito a empresas y familias.

El sector financiero concentra más de la mitad de los pasivos exteriores exigibles (descontada la inversión directa). Y es aquí donde el ajuste se ha acelerado. La deuda externa directa de los bancos ha descendido en 60.800 millones respecto a septiembre de 2012. A lo que hay que sumar un recorte aún más significativo de la posición deudora con el BCE (131.000 millones), que se vehicula a través del Banco de España.

Los bancos achican pasivo a costa de bajar el crédito a empresas y familias en España

En la mayoría de los casos, ese descenso en la deuda externa de los bancos equivale a cortar el grifo que antes financiaba operaciones a empresas y familias españolas. Se impone aquí la reestructuración derivada del rescate europeo a la banca española y, también, los nuevos requisitos de solvencia. Pese a las advertencias del FMI y la Comisión Europea, las entidades españolas han mejorado su ratio de capital sobre activos, pero a base de reducir el activo, en este caso, los créditos.

El recorte de la deuda externa bancaria compensa holgadamente el aumento del endeudamiento del sector público, un repunte producido tanto por el aumento de la deuda pública, camino del 100% del PIB, como del paulatino retorno de los inversores extranjeros a los títulos del Tesoro. También sube, tímidamente, la deuda externa de empresas y familias, básicamente porque los bancos extranjeros han incrementado la concesión de préstamos a las compañías españolas.

Si la deuda externa de reduce a buen ritmo (y todo apunta a que los bancos siguen deshaciéndose de pasivos), la lectura de la posición de inversión internacional es más ambigua. Este indicador, que compara el valor de lo que España adeuda, con el valor de sus activos financieros y reales en el extranjero, arrojó en septiembre el mayor desfase negativo de la serie estadística, al llegar al billón de euros. Pero la brecha se amplió por dos cuestiones que sí tienen una interpretación positiva: en un año aumentó en 50.000 millones la inversión directa en España (un gasto real que no hay que devolver). Y las inversiones extranjeras en acciones crecieron porque el mercado bursátil español se ha revalorizado.

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