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Las maniobras de Draghi irritan a Bruselas

La Comisión cree que la petición del presidente del BCE para evitar que accionistas y acreedores asuman el coste de futuras recapitalizaciones favorece a la banca italiana

Claudi Pérez
El presidente del BCE, Mario Draghi
El presidente del BCE, Mario DraghiPier Marco Tacca (Getty Images)

Empieza de nuevo el baile: esta vez entre Fráncfort y Bruselas, con la vista puesta en Roma. La Comisión Europea dio este lunes muestras de malestar con Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), a quien varias fuentes acusan de presionar en favor del sistema bancario italiano. Draghi, expresidente del Banco de Italia, envió en verano una carta a Bruselastal y como avanzó este diario— en la que trata de suavizar las reglas de ayuda de Estado a la banca, ante el riesgo de “desestabilizar” el mercado financiero europeo si, una vez más, un banco necesita dinero público y Bruselas impone pérdidas a los poseedores de deuda de mala calidad, como ocurrió en España con las preferentes.

El BCE presenta mañana la metodología de los temidos exámenes a la banca. Tanto las fuentes consultadas en Bruselas como fuentes próximas al FMI señalan que los resultados, que se publicarán a mediados de 2014, pueden dejar al descubierto problemas en entidades italianas. También en las de otros grandes países, como Alemania y Francia, pero estos tienen más músculo financiero y fiscal para afrontar las dificultades. Eso explicaría las maniobras de Draghi y otros funcionarios italianos.

El exgobernador del Banco de Italia recela del sistema de quitas aplicado en España

El contenido de la carta, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, empezó a filtrarse el pasado fin de semana y ha levantado ampollas en Bruselas, que acusa al presidente del BCE de poner en jaque su neutralidad. Draghi sostiene que la aplicación estricta de las reglas de ayudas de Estado corre el riesgo de desequilibrar la banca europea. Si se aplican recortes a la deuda de mala calidad, como pasó con las entidades españolas que recibieron dinero público, podría ponerse en marcha “una fuga de inversores del mercado bancario europeo, lo que dificultaría aún más la financiación de los bancos”, según reza el texto.

Draghi apunta que Bruselas debe actuar con decisión en caso de que falte capital regulatorio, pero pide a la Comisión que levante el pie si la entidad es viable, su capital no cae por debajo del mínimo y tan solo suspende las pruebas de estrés (en las que se hacen simulaciones con escenarios económicos más exigentes que el actual) que realizará luego la Autoridad Bancaria Europea: en este caso, solo necesitarían colchones de capital por precaución.

Las entidades italianas, las más expuestas al examen del Eurobanco

Alemania y Francia presionan para suavizar los aspectos de los exámenes que más puedan perjudicar a sus bancos. Pero Italia ha ido un paso más allá y, a través de Draghi y de otros altos funcionarios, quiere asegurarse de que en caso de que sus bancos salgan señalados no se les aplicarían las reglas de ayudas de Estado con el mismo rigor que en el caso español: una vez que se sabe que hay que inyectar dinero público, la Comisión examina caso por caso y puede imponer quitas a los accionistas y a la deuda de peor calidad para evitar que el contribuyente de un determinado país —o europeo— corra con todos los gastos.

Bruselas puede aplicar excepciones si corre peligro la estabilidad financiera. Ese es el argumento de Draghi. El departamento del vicepresidente Joaquín Almunia, encargado de la aplicación de las reglas, salió al paso de la polémica y, a través de un portavoz, confirmó que “hay una excepción prevista en las reglas”, es decir que puede decidir no imponer quitas a accionistas y acreedores cuando peligra la citada estabilidad financiera.

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La Comisión enfrió en público los ánimos ante el papel capital del BCE en la eurozona, pero las fuentes consultadas aseguran que Bruselas se resiste a ir un paso más allá, como demanda Draghi en la misiva, para no poner en peligro su credibilidad. “La preocupación de Draghi es lícita porque su objetivo es recapitalizar con rapidez y con el menor ruido posible el sector financiero. Pero al filtrarse la misiva queda en el aire la sospecha de que lo hace para proteger a la banca italiana, porque tanto Roma como algunos funcionarios franceses llevan tiempo presionando en ese sentido”, explicaron fuentes europeas.

Las fuentes consultadas en Fráncfort aseguran que ni siquiera hay consenso dentro del BCE. La carta lleva el sello del eurobanco y en ella Draghi se dirige a la Comisión no a título personal, sino como presidente —y emplea el “nosotros” para dejar claro que habla en nombre del BCE—, y sin embargo al menos dos consejeros ejecutivos en Fráncfort se han desmarcado de esa posición.

Fuentes del Eurogrupo explicaron este lunes que Alemania presiona incluso para que, en caso de ayudas de Estado, las quitas lleguen incluso hasta la deuda de mayor calidad, algo que por el momento Bruselas tampoco contempla. Pero el baile ha empezado.

Los argumentos de Draghi

  • "Es esencial que los Estados miembros se comprometan con redes de protección [backstops] creíbles que aseguren que los recursos están disponibles en caso de que las fuentes privadas de capital sean insuficientes para cubrir las necesidades de capital. La ausencia de un compromiso público minará la credibilidad del ejercicio desde su comienzo. Aunque esperamos que los casos de recapitalizaciones públicas sean excepcionales, podrían sin embargo ser necesarios".
  • "Las conversiones forzosas de deuda en capital podrían no garantizarse en ciertas situaciones en las que un banco, tras la revisión de la calidad de los activos tiene un nivel de capital que está por encima del mínimo regulatorio".
  • "Deteriorar estructuralmente el mercado de deuda subordinada podría provocar una huida de inversores fuera del mercado bancario europeo, lo que dificultaría aún más la financiación de los bancos en el futuro. Por todo ello, una interpretación inapropiadamente estricta de las reglas de ayudas de Estado muy bien podría destruir la confianza en los bancos de la zona euro que todos tratamos de recuperar".
  • "Hay un significativo riesgo de expulsión y es previsible que se incremente la probabilidad de que los fondos privados puedan ser insuficientes para proveer a todos los casos en que los bancos necesiten capital extra de forma precautoria".
  • "Estamos convencidos de que en ciertas situaciones la ayuda de Estado debe ser posible para recapitalizaciones precautorias sin que los [títulos de] deudores subordinados sean obligatoriamente convertidos [en capital]".
  • "Me gustaría subrayar que es crucial que este complejo asunto se clarifique formalmente antes de que empezemos el análisis de los balances previsto en la regulación del mecanismo de supervisión único".

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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