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La industria española dispara la importación de vino y aceite

Las bajas cosechas y los altos precios llevan a las empresas a cubrir fuera sus necesidades

Las importaciones de vino y aceite se multiplicaron por tres en la última campaña en relación con la media de las compras históricas realizadas en el exterior. Estas importaciones han servido para atender la demanda del mercado interior y, sobre todo, para cumplir con los compromisos en los mercados exteriores bajo el riesgo de perder los mismos.

España sigue siendo el primer país productor en aceite de oliva con una media de 1,3 millones de toneladas y también el primer exportador mundial, con unas ventas en la campaña anterior de 875.000 toneladas. Sin embargo, la campaña pasada, registró solo una producción de 615.000 toneladas, a pesar de disponer de unas existencias a inicio de campaña de casi 700.000 toneladas, por lo que las disponibilidades estaban ajustadas a las necesidades de la demanda.

Frente a unas importaciones medias en los años precedentes de unas 40.000 toneladas, en la última campaña, hasta el mes de agosto, las compras en el exterior eran ya de 110.000 toneladas. Una parte muy importante de esas compras corresponden a los países del norte de África. Sin embargo, lo más destacable es la importación de más de 14.000 toneladas de aceite desde Italia, no necesariamente italiano, donde España coloca normalmente más de 300.000 toneladas de graneles de aceite por campaña.

En el caso de vino, España, con una producción media de unos 40 millones de hectolitros, es el tercer país productor comunitario, sólo por detrás de Francia e Italia, donde los productores españoles colocan elevadas cantidades de vino a granel para su envasado. Con buenas cosechas, las exportaciones de vino llegaron en 2011 a los 22,4 millones de hectolitros. Sin embargo, la cosecha de la campaña pasada con solo 34 millones de hectolitros,supuso un vuelco en el sector. Subieron los precios más de un 30%, y las exportaciones cayeron hasta los 18,7 millones de hectolitros y, sobre todo, se dispararon las importaciones.

Según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino, a 1,7 millones de hectolitros hasta el mes de junio frente a los 0,5 millones de hectolitros que se importaban tradicionalmente. Estos vinos proceden especialmente de países latinoamericanos y, sobre todo, de Chile.

Ante la subida de los precios de los graneles baratos en España, las principales bodegas optaron por la compra más barata en el exterior para atender la demanda interior y los contratos de exportación. Esta campaña se espera una gran cosecha de vino, en el entorno de los 43 millones de hectolitros, y de 1,3 millones de toneladas de aceite con lo que el mercado volvería a la normalidad.

El pollo lo pasa mal

Los productores de carne de pollo, más de 4.000 granjeros, aunque una parte muy importante de los mismos se hallan integrados en grandes grupos como Sada, Coren o Guissona, se hallan de capa caída ante el hundimiento de los precios. Los granjeros, organizados a través de la interprofesional Propollo, señalan la dificultad de tener las granjas abiertas ante la imposibilidad de cubrir los costes de producción desde hace ya medio año, lo que supone operar a pérdidas.

La organización agraria Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), promotora en el pasado de la Plataforma Avícola, ha denunciado como responsables de esta situación a las grandes cadenas de la distribución, a las que acusa de pactar precios a la baja para mantener permanentemente esta carne como un producto de oferta y reclamo de la cesta de la compra, y lamenta la escasa iniciativa en este tipo de situaciones de los servicios de Competencia.

Según datos del Ministerio de Agricultura sobre la cadena alimentaria de este producto, los precios mínimos de venta de un kilo de pollo al consumo deben oscilar entre los 2,40 y los 2,70 euros, en función del tipo de explotación. Frente a estas cifras, los precios del pollo se situaban antes de verano a 1,99 euros por kilo, prácticamente en casi todos los grandes grupos de distribución.

Las denuncias de los productores provocaron una subida, también casi lineal en todos los grupos, hasta los 2,15 euros por kilo, para llegar en la actualidad a una media de 2,20 euros frente a unos costes que sitúan los avicultores en 2,50 euros. Desde el sector avícola, se acusa a la gran distribución de no tener la misma sensibilidad que con otros como el lácteo, con el que han firmado convenios para garantizar la sostenibilidad de las explotaciones.

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