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Abengoa crece en el desierto israelí

La compañía andaluza construirá la mayor planta termosolar del país

Planta de energía solar de Abengoa en Sanlúcar la Mayor (Sevilla).
Planta de energía solar de Abengoa en Sanlúcar la Mayor (Sevilla).

Abengoa toma posiciones en Israel. La empresa sevillana se ha impuesto en el concurso para construir y operar la mayor planta termosolar del país, que se ubicará en el desierto del Néguev y generará 110 megavatios. Le acompaña su socio israelí, Shikun & Binui, firma especializada en infraestructuras.

Hasta ahora, Abengoa no se había internado en el mercado de Israel, país de referencia donde nació esta tecnología solar en 1980 y donde más del 90% de los hogares tiene placas en sus tejados. Ahora lo hace con el mayor contrato de la historia, por el que surtirá a la compañía israelí de electricidad durante los próximos 25 años, una operación para la que busca financiación. Fuentes de la contraparte israelí sostienen que la cifra puede elevarse hasta los 800 millones de euros.

Las obras comenzarán en la zona de Ashalim en 2014, cuando los contratos estén firmados y la financiación, garantizada, según ha informado Abengoa. La planta podría estar operativa a finales de 2017.

Dos son sus principales bondades: evitará el lanzamiento a la atmósfera de 300.000 toneladas de C0² cada año y permitirá atender la demanda energética incluso tras la puesta de sol, gracias a que su tecnología —cilindroparabólica— incluye un sistema de sales fundidas que almacena la radiación y cubre hasta seis horas más de demanda, una de las principales asignaturas pendientes de las renovables.

La alemana Siemens decidió abandonar el proyecto

Silvan Shalom, ministro de Energía y Agua, se ha referido en la Knesset (Parlamento) a que este contrato hará “viable” el reto de lograr que el 10% del consumo energético nacional esté cubierto por fuentes renovables en 2020. Israel es hoy muy dependiente del petróleo y solo ahora, con la explotación de un milagroso yacimiento de gas cerca de Haifa, empieza a liberarse de ese yugo.

Sus asesores —que precisan que la confianza del Gobierno de EE UU en Abengoa para hacer la mayor planta del mundo en Arizona ha sido también un “aval de confianza innegable”— reconocen que la entrada de la empresa española ha sido “oxígeno puro” para un proyecto bloqueado después de que la alemana Siemens, que ganó inicialmente el concurso de la planta, desistiera de su construcción dentro de su política de abandonar la energía solar ante los casi 900 millones de euros de pérdidas que arrastra. En Israel, además, acaba de anunciar que cierra otra planta en Beit Shemesh, donde ha despedido a 350 empleados en dos años.

Abengoa toma el relevo, ocupando su lugar de privilegio en un momento en el que tiene aliados trabajando sobre el terreno, como su socio norteamericano Brightsource, que está levantando una central con torre junto con Ashton. En todo el mundo, los sevillanos tienen ya instalados 743 megavatios y otros 910 en construcción.

Su elección cristaliza en el mayor contrato en décadas para una firma española en Israel y puede ser el preludio de otra buena noticia: la adjudicación pendiente de un paquete de proyectos de transporte con 20.000 millones de euros de inversión, con el tren de alta velocidad mar Rojo-Mediterráneo como eje central.

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