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El analista al que le explotó la burbuja

Henry Blodget busca expiar sus pecados de su etapa como analista con el periodismo

David Fernández
Henry Blodget, durante su etapa de analista bursátil
Henry Blodget, durante su etapa de analista bursátilJAMES LEYNSE (CORBIS)

Wall Street es un mundo hostil, una especie de selva donde se pasa de héroe a villano en un suspiro. Henry Blodget fue el analista estrella de la meca del capitalismo durante la burbuja tecnológica. Corrían los felices años noventa del siglo XX y sus informes con el membrete de Merrill Lynch encumbraban o hundían cualquier valor. La burbuja estalló y se llevó por delante a Blodget, acusado de malas prácticas por el supervisor bursátil estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés). Ahora el ángel caído de los mercados, de 47 años, busca expiar sus pecados. La vía elegida para la redención es, nada menos, que el periodismo, profesión que ejerce como redactor jefe de la publicación online Business Insider.

Su infancia transcurrió en el Upper East Side neoyorquino. Su padre era banquero y su madre profesora. Tras finalizar sus estudios en Yale su carácter aventurero le llevó a vivir un año como profesor de inglés en un pequeño pueblo a siete horas en coche de Osaka (Japón). Tras esta aventura probó suerte como escritor en San Francisco. Ninguna editorial se fijó en él y regresó a Nueva York. En 1994 tuvo su primer contacto con el mundo financiero al lograr un contrato en prácticas en Prudential Securities. De ahí pasó a Oppenheimer & Co donde se empezó a especializar en el análisis de las compañías de tecnología e Internet.

Siente la presión del mercado: debe hacer rentable ‘Business Insider’

Su salto a la fama empezó a fraguarse en 1998. Mientras la mayoría de los analistas criticaban la ausencia de beneficios de Amazon, Blodget publicó varios informes positivos sobre la compañía en los que pedía mirar más a su futuro que a su presente. En estos informes predijo la gran explosión que tendría el negocio de Amazon y aventuró que su cotización pasaría en poco tiempo de 240 dólares a 400 dólares. El vaticinio de Blodget fue criticado por el entonces analista estrella de Merrill Lynch, Jonathan Cohen, quien tuvo que comerse sus palabras porque en menos de un mes el precio de Amazon en Bolsa había rebasado los 500 dólares.

Había nacido una estrella. En 1999 Blodget reemplazó a Cohen en Merrill Lynch. Sus grandes dotes comerciales y su facilidad para explicar modelos de negocio de incipientes empresas tecnológicas le convirtieron en el descubridor para el gran público de Amazon, Yahoo, eBay o Nestcape. La revista Institutional Investors le eligió durante tres años seguidos en el All Star de analistas y su presencia en la CNN o en la CNBC era constante. La fama, obviamente, tuvo reflejo en su cuenta corriente: pasó de ganar 3 millones de dólares en 1999 a 12 millones en 2001. Su poder era tal que hasta sus más sonoros patinazos —dijo que la fusión entre AOL y Time Warner crearía en poco tiempo la empresa de mayor capitalización del planeta— le eran perdonados.

Lanzó a Amazon al estrellato hace una década; ahora Bezos le devuelve el favor

La ascensión profesional de Blodget coincidió con el despegue de la banca de inversión en Wall Street. Los analistas, antes figuras grises que aconsejaban a los brókeres, fueron convertidos en poco menos que figuras pop con las que atraer a clientes corporativos. Las murallas que separaban el área de banca de inversión del departamento de análisis empezaron a hacerse porosas.

Los días de vino y rosas llegaron abruptamente a su fin. La burbuja puntocom estalló causando un agujero en la riqueza de las familias de cinco billones de dólares. Pronto empezó la caza de culpables. El entonces fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, se erigió en la punta de lanza de la investigación y eligió a Blodget como una de sus dianas, ya que le acusaba de que sus recomendaciones de compra o venta sobre los valores variaban en función de los intereses de Merrill Lynch. Spitzer descubrió en correos electrónicos privados que Blodget utilizaba las siglas POS (“pedazo de mierda”, por sus siglas en inglés) para describir a muchas compañías cuyas acciones recomendaba comprar a sus clientes.

La SEC lanzó su propia investigación y, en abril de 2003, concluyó que el gurú de Internet había publicado informes de siete compañías que “expresaban una visión inconsistente con la realizada por el analista en privado”. Blodget llegó a un acuerdo con el supervisor, pagó una multa de cuatro millones y aceptó no volver a trabajar en la industria bursátil.

Merrill Lynch le fichó y se convirtió en el oráculo de la era ‘putocom’

Empezaba una travesía por el desierto para Blodget. En 2004 se ofreció al editor de Slate para comentar el juicio de la empresaria Martha Stewart, acusada de información privilegiada. Esta colaboración puntual se extendió en el tiempo y sirvió para que Kevin Ryan, un emprendedor del sector de la tecnología que había dado el pelotazo con la venta de Doubleclick, ofreciera al exanalista dirigir un proyecto de revista digital que tenía en mente.

En 2007 echaba a andar Business Insider, una publicación que combina sesudos análisis financieros —Blodget publica en torno a cinco comentarios al día— con informaciones más ligeras, poco o nada relacionadas con el mercado. El objetivo es ganar audiencia a toda costa, sin descartar ciertos tics sensacionalistas, y competir tanto con The Wall Street Journal como con The Huffington Post.

El nombramiento de Blodget como redactor jefe suscitó muchas críticas. En determinados sectores no le han perdonado sus oscuras maniobras durante la burbuja tecnológica. Él, sin embargo, parece estar encantado con su faceta de periodista y espera recuperar con ella parte del prestigio perdido una década atrás. Con la misma vehemencia que defendía entonces valoraciones desorbitadas defiende ahora la primacía del periodismo digital. “Internet ha transformado muchas industrias. El negocio de la prensa escrita ha sido destruido. Esta revolución llega ahora también a la televisión. La Red está cambiado el comportamiento de los consumidores”, explicaba en un reciente reportaje publicado en The New Yorker.

En público alababa una compañía; en privado decía que era una “mierda”

El problema es que predicar es más fácil que dar trigo. Ryan y Blodget se enfrentan al reto de traducir sus lectores en ingresos. Según Google Analytics, la publicación tiene 24 millones de usuarios únicos al mes. Entre los diarios online solo Wall Street Journal, Forbes y Bloomberg tienen más visitas, pero el proyecto aún dista de ser rentable. “La publicación, que cuenta con cerca de cien empleados, facturó 10 millones de dólares el pasado año y perdió tres millones, de acuerdo con fuentes familiarizadas con sus finanzas. Este año la previsión es tener unas ventas de 15 millones, pero probablemente no se logren números negros”, según explicó Bloomberg en un reportaje.

En el mundo de los negocios los favores se suelen pagar con otros favores. Blodget, que contribuyó al despegue de Amazon, vio cómo en abril pasado el consejero delegado del gigante de Internet, Jeff Bezos, inyectaba cinco millones de su bolsillo en Business Insider. Esta operación valora la publicación, según fuentes del mercado, en 50 millones. “Blodget tendrá que demostrar pronto que cuenta con un modelo de negocio sostenible, pero el apoyo de Bezos le da algo de tiempo extra para lograrlo”, explicaban desde Forbes. El analista es ahora analizado.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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