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Bruselas advierte de serios riesgos sobre la banca española por la recesión

El tercer informe de la troika sobre el recate financiero avisa de los efectos que tendrá sobre el sector la nueva regulación y el propio ajuste del sector

Claudi Pérez

Tras el triunfalismo del Gobierno sobre la recuperación económica y el estado de salud de la banca, la cruda realidad. Si ayer era el FMI quien retrasaba la salida de la crisis hasta 2015, hoy es la Comisión Europea quien dedica una ducha escocesa al sistema financiero: el programa de rescate va bien y la banca mejora, pero los riegos son numerosos y potencialmente destructivos. Sin una banca solvente y estable no puede haber recuperación. Y pese a que la mejoría es evidente, el vendaval de amenazas sobre las que alerta Bruselas debería encender las alarmas en el Banco de España y el Ministerio de Economía. El tercer informe de la troika sobre el recate a la banca española constata que el programa está encauzado, aunque los peros son tan numerosos que no se puede descartar que descarrile: la banca española se enfrenta a enormes retos en su propio negocio, a incertidumbres derivadas de la nueva regulación y sobre todo a las consecuencias de una recesión más larga y profunda de lo esperado. “Los desafíos son significativos”, concluye el informe de la troika.

La banca española sigue siendo vulnerable tanto por sus problemas propios como por el potencial efecto contagio desde la economía real”

“La banca española sigue siendo vulnerable tanto por sus problemas propios como por el potencial efecto contagio desde la economía real”, con la morosidad y el paro al alza, y las condiciones de solvencia de las empresas a la baja. La troika advierte de que puede formarse un círculo vicioso: la banca ha secado el grifo del crédito y eso dificulta la recuperación. Sin una economía pujante, el principal riesgo es que el valor de los activos se deteriore, y vuelta a empezar: las entidades prestarán menos ante la necesidad de capital.

Ese potencial deterioro de los activos es una de las grandes preocupaciones de la troika. La banca ha mejorado sus resultados en el primer trimestre de este año, pero Bruselas ve riesgos de deterioro en los balances por la reciente decisión del Tribunal Supremo sobre las cláusulas suelo, y por las amenazas sobre la estabilidad del sistema financiero por la iniciativa antidesahucios de Andalucía. La nueva normativa del Banco de España sobre refinanciaciones tendrá también consecuencias negativas sobre los beneficios. Además, “una prolongación de la tendencia negativa en el desempleo, la renta disponible y la solvencia de las empresas eleva los riesgos, especialmente en los bancos más débiles”. Los bancos más débiles son las cajas nacionalizadas y los que se quedaron al borde del grupo que no tenía suficiente capital en el examen previo a las inyecciones procedentes de los socios europeos, que sumaron 41.500 millones de euros.

Pese a la mejoría en el acceso a los mercados de la banca española, el crédito no fluye. Los préstamos al sector doméstico no financio cayeron el 8% hasta abril. El crédito a las empresas descendió el 19,5%. Ese retroceso “refleja el reequilibrio de la economía y las incertidumbres de una economía frágil, que dificulta la inversión a largo plazo y reduce la demanda solvente de préstamos”, dice el informe, que en general achaca el cierre del grifo del crédito a “problemas de oferta y de demanda”.

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La troika afirma que España cumple con la mayor parte de las condiciones impuestas en el rescate. Pero constata algunos retrasos, tanto en la aprobación de normativa –que está ya prácticamente lista—como por ejemplo en el funcionamiento del banco malo, cuyo plan de negocio está sufriendo considerables retrasos.

Los recientes cambios regulatorios también tienen implicaciones sobre la estabilidad de la banca. “La limpieza de los balances, el alza de la morosidad” y la necesidad de elevar las provisiones, por ejemplo en los créditos refinanciados, pueden “impactar negativamente” en las necesidades de capital; las decisiones del Supremo y de Andalucía se presentan asimismo como potenciales elementos de desestabilización. Pese a que el informe explicita que España no necesita más ayuda procedente de los socios, todos esos factores “podrían crear un círculo vicioso entre la débil actividad crediticia y la floja actividad en la economía real”. El BCE y otras instituciones europeas insisten en que sería positivo prolongar el programa de rescate (que expira en enero de 2014) ante las potenciales necesidades de capital que llegarán en el examen exhaustivo del BCE, en la primera mitad de 2014. El Gobierno se niega, de momento: vienen meses relativamente apacibles, con la campaña turística y cierta mejoría en los datos de empleo y otros indicadores, y las elecciones alemanas de septiembre. Esa decisión llegará en otoño. En público, tanto el ministro de Economía, Luis de Guindos, como otros representantes del Gobierno insisten en que no va a ser necesario prolongar el programa. “Pero hay miembros del Gobierno que sí están a favor de hacerlo, como red de protección por lo que pueda suceder”, explican fuentes comunitarias.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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