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¡Que vengan los chinos!

España tienta a los inversores asiáticos, pero no termina de convencer

Foro de Inversión China-España celebrado en Shanghái en junio
Foro de Inversión China-España celebrado en Shanghái en junioZIGOR ALDAMA

Ha hecho falta una crisis para que la amenaza “¡Que vienen los chinos!” se convierta en una súplica: “¡Que vengan los chinos!”. España necesita capital, y el gigante asiático tiene las arcas llenas. Concretamente, en abril, las reservas de divisas chinas superaron los 2,6 billones de euros. Una ingente suma que, en tiempos de flaqueza económica y falta de liquidez, da mucho de sí. Propiedades inmobiliarias, empresas, y acciones están a precio de ganga en toda Europa, y las dificultades para financiar las adquisiciones dan gran ventaja a quienes poseen el dinero en efectivo para llevarlas a cabo.

Es, sin duda, el momento ideal para que China culmine su última transformación económica: la que dará un espaldarazo a la internacionalización de sus empresas y fortalecerá el mercado interno. Y recursos no le van a faltar. El Gobierno de Pekín tiene entre los objetivos de su duodécimo plan quinquenal que la inversión extranjera directa (IED) del gigante asiático alcance los 150.000 millones de dólares en 2015, lo cual supone un crecimiento del 17% anual hasta entonces. “Hemos pasado de recibir capital a exportarlo. Y la tendencia continuará, porque tenemos que hacer más compras fuera. Invertir en empresas extranjeras es prioritario, y China creará un buen entorno para ello”, avanza Kong Fuan, director ejecutivo del Departamento para Cooperación Económica Internacional del Gobierno de Shanghái.

La tentación del ladrillo

A juzgar por las propuestas presentadas en el Foro de Inversión España-China, celebrado en Shanghái el pasado día 28 de junio, el sector inmobiliario tiene mucho tirón entre los inversores chinos. “Por un millón de yuanes [120.000 euros] se puede comprar un piso en España, algo que es un sueño inalcanzable en China. Y la fortaleza del yuan frente al euro hace los precios mucho más atractivos. Además, la propiedad en España, que es de por vida, resultará más rentable que, por ejemplo, en Shanghái”, afirma Lynn Ye, socia de la consultoría West East Bridge. Los negocios hoteleros de la costa son todavía más apetecibles. “El sector turístico está infravalorado, y los precios se han desplomado hasta un 50%. Un hotel que antes se vendía por 70 millones de euros, ahora se puede adquirir por 10 millones. Y la financiación es barata”, concluye.

Otros, incapaces de certificar que el precio del sector inmobiliario vaya a detener ya su caída, miran hacia las manufacturas. “España es fuerte en automoción y en tecnologías limpias”, enumera Fang Jinyi, representante del grupo Excem en Shanghái. “La mano de obra en China crece rápido, y la diferencia con la española cae rápidamente. Producir en Europa puede ser una alternativa interesante para las empresas chinas que quieran introducirse en el mercado de la UE”.

España quiere darle un bocado a ese goloso pastel. “El objetivo ahora es reforzar la presencia de China en nuestro país”, explica Fernando Eguidazu, director general de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores, que la semana pasada hizo una presentación de la economía española en Shanghái en el marco del viaje oficial liderado por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo. “China tiene una tasa de ahorro que duplica la media mundial y está comenzando a invertir seriamente en el mundo. Por eso, queremos demostrar que hay grandes oportunidades en España, porque la crisis ha abaratado nuestras empresas y ya hemos tocado fondo”, añade.

Pedro Nueno, presidente de la China-Europe Business School (CEIBS), la escuela de negocios más prestigiosa de China, es de la misma opinión. Pero añade una perspectiva diferente: “Los chinos necesitan salir, porque tienen que ser globales, y nosotros tenemos empresas que no han llegado a tiempo a China. Para algunas de ellas, la mayor oportunidad está en integrarse en compañías chinas que les abran las puertas de este mercado”.

Además, los analistas consultados coinciden en resaltar la ubicación idónea de España, que puede servir de plataforma para atacar los mercados de la Unión Europea y de América Latina, e incluso, de África. “Hay que dejar de ver el Mediterráneo como una frontera, porque las empresas chinas piensan más en regiones que en países”, añade Rafael Jiménez, director de la oficina de Gold Millenium en Shanghái. “Tenemos los puertos de Europa más cercanos a China, los de Valencia y Barcelona, y los costos totales de establecerse en España son más baratos. Hay que explotar eso porque hay muchas oportunidades”, apostilla Nueno.

Pero las estadísticas actuales son un jarro de agua fría para el entusiasmo que suscita el auge de la IED china. Solo un 10% de los 65.000 millones de dólares que China invirtió el año pasado en el extranjero llegaron a Europa. Y España tuvo que conformarse con una pequeña fracción de esa cifra. Según las estadísticas proporcionadas a este diario por la Oficina Económica y Comercial de España en Shanghái, en 2012 China solo invirtió 16,6 millones de euros en España —en 2011 fueron 55,3 millones—, un 10% de lo que nuestro país gasta en China.

“Las inversiones chinas se han exagerado”, opina Zhu Tian, profesor de Economía en CEIBS. “Muchas van destinadas a la minería y a la extracción de recursos y, aunque la suma total es elevada, supone solo un 1% del PIB chino. Es un porcentaje inferior al de las economías desarrolladas, e incluso menor al que destinan los países emergentes. Por eso, continuará creciendo y veremos más adquisiciones en Europa en busca de tecnología, sistemas de gestión y marcas. Pero no debemos esperar un boom que vaya a rescatar economías malheridas”.

En cualquier caso, España apuesta por el atractivo de la Ley de Emprendedores, elaborada por el Gobierno y que recogerá la concesión de permisos de residencia a los extranjeros que inviertan un mínimo de capital —en torno a 500.000 euros— en empresas españolas, en el sector inmobiliario o en deuda pública. “Se trata de una medida muy interesante, porque permitirá que los hijos de los inversores chinos se formen en España, algo a lo que prestan mucha atención, mientras que ellos pueden continuar administrando sus negocios en China y mantener una presencia en Europa”, analiza José Manuel Abascal, que con su empresa familiar y el apoyo del Gobierno regional está promocionando un parque industrial en Cantabria para albergar hasta 250 pequeñas y medianas empresas chinas. “La idea es que sirva para crear sinergias y dar apoyo a inversores que, en muchos casos, desconocen el funcionamiento de España. Juntos tendrán más fuerza y crearán riqueza en nuestra tierra”.

Wang, un inversor que prefiere no dar su nombre completo, reconoce que la posibilidad de obtener un permiso de residencia es un plus. “Ya lo ofrece Portugal, pero España es un país más atractivo. Actualmente estoy barajando la posibilidad de invertir unos 10 millones de euros allí, y me gustaría mudarme con mi familia. He estado de vacaciones y me han gustado el entorno y la gente, pero me preocupa la situación social y política”.

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