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Alemania bloquea el acuerdo sobre los futuros rescates bancarios

Guindos ve “fundamental” lograr un pacto sobre la liquidación de entidades

Claudi Pérez

 El ministro de Economía, Luis de Guindos, ayer con su homólogas de Austria y Finlandia.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, ayer con su homólogas de Austria y Finlandia.GEORGES GOBET (AFP)

El mundo de las altas finanzas y el de la alta política —tanto monta, a veces— está dominado por un lenguaje plagado de tecnicismos, medias verdades y eufemismos. Pero a veces las cosas tienen fácil traducción: la peor crisis del euro desde su nacimiento deja a Alemania pagando tipos de interés negativos (es decir, cobrando) por su deuda a muy corto plazo, mientras Berlín retrasa o bloquea los proyectos más importantes para garantizar la estabilidad de la zona euro, a un paso de un nuevo jaleo en los mercados si no hay luz verde para esos planes, según explicó ayer una alta fuente europea. Alemania mantenía anoche congeladas las reglas sobre los futuros rescates bancarios: en concreto, las normas relativas a quién paga cuando se cierra una entidad financiera.

Tras el fracaso en el último Ecofin, los ministros de Finanzas de los Veintisiete se reunieron de nuevo en vísperas de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas para desatascar uno de los pasos fundamentales en la unión bancaria. Ese proyecto sigue retrasándose y pareciéndose cada vez más a lo que Alemania quería desde el principio.

Al menos están claras un par de cosas. Una: el bloqueo obedece a uno de esos pulsos clásicos en la capital europea, entre París y Berlín, en desacuerdo sobre la manera de imponer pérdidas a los clientes, accionistas y acreedores de los bancos. Y dos: en caso de tener que liquidar un banco, pagarán primero los accionistas, en segundo lugar los poseedores de deuda de mala calidad, después los tenedores de deuda de máxima calidad y por último los depósitos por encima de la cifra mágica de 100.000 euros por cuenta. Salvo excepciones. Porque el diablo, una vez más, está en los detalles: Alemania quiere un sistema poco flexible, que no permita esas excepciones. Unas reglas de juego claras, que den poco margen a los Gobiernos e impidan, en último término, que los contribuyentes vuelvan a hacerse cargo de la factura. Francia, España, Reino Unido y otros países quieren una mayor flexibilidad, para poder salvar a alguno de esos colectivos —las pymes y los particulares con cuentas superiores a 100.000 euros, en el caso español— y proteger de esa manera a sus sistemas financieros en caso de que sea necesario.

El pulso entre Berlín y París se debe al modo de adjudicar las pérdidas

La protección se hará con los fondos de resolución bancaria nacionales o con un fondo europeo, una vez ese fondo —financiado, en principio, por los bancos— esté en marcha. Ni siquiera hay todavía una propuesta sobre la mesa, pese a que es posible que ese dinero se necesite en apenas unos meses: el BCE tiene previsto someter a la banca que supervisará a partir de mediados de 2014 —como muy pronto— a una exigente prueba de esfuerzo. Ese examen se hará en el primer trimestre del año próximo. Cuando se conozca llegará el momento de tapar agujeros, si es posible, o de cerrar las entidades inviables.

“Para España la situación es cómoda porque el objetivo fundamental de esa directiva es pasar un mensaje de protección de los depósitos, y eso está conseguido”, explicó el ministro de Finanzas, Luis de Guindos. El ministro vio “fundamental” el acuerdo de cara a la cumbre y a aplicar el calendario de la unión bancaria, ya muy retrasado. “Lo que quedan [para cerrar el pacto] son cuestiones técnicas, de detalle”, añadió.

Pero esos detalles dejaron la negociación empantanada en Luxemburgo, y amenazaban ayer con “una larga noche por delante”, según el ministro irlandés Michael Noonan. El BCE terció en ese pulso y pidió un nivel de flexibilidad “limitado”, muy del gusto de Alemania. Francia sostiene que las nuevas normas “deberían permitir que pueda activarse el fondo de resolución de la zona euro cuando los bancos quiebren”, aseguraron fuentes diplomáticas. Ese es el quid de la cuestión.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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