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Las inyecciones de liquidez deprecian el yen a niveles de 2009

La moneda japonesa acumula desde septiembre una racha desconocida desde 1979 La evolución está motivada por las medidas de estímulo del Gobierno de Abe EE UU advierte al Ejecutivo nipón de que debe respetar los acuerdos de no devaluación

Transeúntes se ven reflejados en un tablero indicador de mercados.
Transeúntes se ven reflejados en un tablero indicador de mercados.EFE

Si la Bolsa y las divisas se utilizan para medir el impacto de la gigantesca inyección de liquidez que promueven el Gobierno de Shinzo Abe y el Banco de Japón, se puede concluir ya que tiene un efecto notable. El yen ha traspasado la barrera de los 100 dólares, el nivel más bajo desde abril de 2009. Y el Nikkei alcanzó sus registros más altos en cinco años.

 El cambio de rumbo es paralelo a los planes de Abe para involucrar al banco central en un estímulo monetario sin precedentes. Comenzó en noviembre, cuando Abe anunció su iniciativa en campaña electoral. Desde entonces, la divisa japonesa se ha depreciado más de un 25% frente al dólar y el índice selectivo de la Bolsa de Tokio ha escalado un 60%.

A principios de abril, el nuevo gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, puso en práctica los planes de Abe al anunciar que duplicaría el volumen de inyecciones monetarias para combatir deflación y la falta de demanda. Y lo que ha ocurrido sintoniza con la estrategia: el Ministerio de Economía informó de que los inversores japoneses han empezado a comprar de forma masiva bonos estadounidenses y europeos, por su mayor rentabilidad, lo que vuelve a depreciar el yen.

El objetivo es lograr que los precios suban un 2% antes de dos años, tras haber vuelto a registrar tasas negativas en 2012. El Banco de Japón estima que el IPC llegará al 0,7% de promedio este año y que el PIB crecerá un 3%. El saldo exterior enlaza ya dos meses en superávit, pese al encarecimiento de las importaciones energéticas.

El secretario del Tesoro estadounidense, Jack Lew, aprovechó el viernes el inicio de la cumbre del G-7, en Londres, para lanzar una advertencia a Tokio: “Estamos vigilantes, hay que cumplir las reglas”. El G-20, que además de a los países ricos, incluye a los emergentes, avaló la política japonesa siempre que se orientara a “frenar la deflación y respaldar la demanda interna” y no a “una manipulación artificial de divisas”.

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