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Rajoy reclama al BCE que actúe como los bancos centrales de EE UU y Japón

Presiona a Alemania ante los resultados de los recortes en los países del sur El jefe del Gobierno exige cambios para inyectar dinero en la economía El presidente dice que Portugal demuestra que solo con los ajustes "no es suficiente"

Carlos E. Cué
El presidente, Mariano Rajoy, conversa con su homólogo británico, David Cameron.
El presidente, Mariano Rajoy, conversa con su homólogo británico, David Cameron.EFE

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, analizó este lunes el caso de Portugal y el de España para llegar a una conclusión: ambos están cumpliendo “los compromisos”, esto es las exigencias de Bruselas, están haciendo recortes y reformas, pero los resultados no llegan. ¿Por qué? Porque no basta con recortes, según Rajoy, y hacen falta reformas en el funcionamiento de la Unión Europea y del euro. Tanta frustración mostró, que se animó por primera vez a hablar claramente de un anatema para los países nórdicos y en especial para Alemania: la posibilidad de que el Banco Central Europeo actúe como los demás bancos del mundo e inyecte dinero a la economía para luchar contra la recesión, como acaba de hacer el banco japonés y lleva años haciendo la Reserva Federal de EE UU o el Banco de Inglaterra.

Mariano Rajoy es conocido por su enorme paciencia, pero este lunes parecía al límite de la resistencia. Rajoy habló muy claro y mostró el giro que ha dado poco a poco a su posición, que ahora apoya políticas keynesianas de estímulo como la multimillonaria que acaba de aprobar Tokio. El presidente lanzó así un mensaje directo de presión al BCE olvidándose de los habituales llamamientos al respeto a su independencia: “El banco central de Japón acaba de tomar una decisión que es un cambio muy importante de sus políticas. Creo que el BCE ha hecho un esfuerzo muy importante en los últimos meses y hay que reconocerlo. Pero creo que en Europa, y entre todos, debemos plantearnos si el BCE debe tener las mismas competencias que todos los bancos centrales del mundo o las que tiene ahora. Habrá que hablar de este tema. Estamos en un momento decisivo. En un mundo cada vez más competitivo los europeos necesitamos ser fuertes, ser flexibles y dotarnos de los instrumentos con los que cuentan otras regiones del mundo”.

La pregunta era sobre un posible cambio en los Estatutos del BCE, que determinan que el banco, al contrario que los demás —la Reserva Federal ha anunciado que seguirá inyectando dinero hasta que el paro baje del 6,5%— no tiene ninguna obligación de velar por el crecimiento ni el empleo. Sus estatutos le obligan a estar pendiente solo de la inflación. Decenas de expertos critican este mandato y reclaman que luche contra la recesión. Pero Alemania y sus socios no tienen ninguna intención, y Rajoy, que hasta ahora mantenía la cautela, sabe que este mensaje clarísimo no va a gustar a los alemanes. Antes de que hablara él, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ya había dicho que esta línea, que Rajoy plantea abiertamente y que gusta a otros países como Francia e Italia, no es la adecuada. Schäuble explicó que el hecho de que el BCE pueda darle a la máquina de imprimir billetes no es la solución a la crisis, que según él pasa por perseverar en la senda de las reformas.

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Y este es precisamente el punto de fondo político. Rajoy lleva 16 meses en el poder, ha recortado de casi todas partes, ha sufrido dos huelgas generales, tiene un nivel de desconfianza del 83% y está en medio de una enorme crisis institucional que afecta incluso a la Monarquía. Y ve que Portugal, que empezó antes y con más dureza los recortes, está hundida. Y que en España, las previsiones vuelven a empeorar: en el mejor de los casos en 2013 seguirá en recesión, con un paro del 27% y un tímido crecimiento en 2014.

Rajoy está inquieto por el agravamiento de la crisis. Y hace una nueva llamada de atención a sus socios alemanes. El presidente defiende los recortes, porque admitir que han sido un error sería un suicidio político, ya que a ellos apostó toda su estrategia, pero trata de quitarse presión llevándola al BCE: “No es suficiente lo que hacen los estados nacionales solos. Es muy importante pero no es suficiente. Portugal ha puesto en marcha reformas dolorosas, pero ahora Europa debe hacer un esfuerzo mayor. Hay que resolver los problemas de liquidez de los países del sur de la UE”.

El presidente utilizó el caso de Portugal casi como si estuviera hablando de España y lo que le está pasando a Pedro Passos Coelho pudiera sucederle a él. “Quiero hacer un elogio del pueblo de Portugal, al que conozco muy bien, viví muchos años muy cerca. Está sufriendo una situación muy dura y lo está llevando con gran dignidad. También mi apoyo y admiración hacia su Gobierno. No es fácil tomar decisiones. Passos Coelho ha dicho que va a cumplir sus compromisos, es una decisión valiente que le honra, una decisión que tendrá sus frutos porque Portugal volverá a crecer”.

Rajoy apoyó así sin matices los nuevos y durísimos recortes sociales que ha anunciado su socio portugués, que se niega a subir más impuestos. Y con esto lanzaba otro mensaje a Bruselas: si en España sucediera algo similar —hay también recortes clave recurridos al Tribunal Constitucional español— Rajoy cumpliría lo prometido, como Passos.

Esto es, el mensaje a Alemania y los socios poderosos del norte no puede ser más claro: pueden contar con Portugal y España para seguir la política de recortes marcada, pero a cambio tienen que permitir al BCE que haga políticas de estímulo para salir de esta durísima recesión que ya está llegando al corazón del euro. En esa estrategia, Rajoy buscará alianzas de nuevo con Italia y Francia, ambos muy débiles, como él, por distintos motivos. Pero de nuevo, las elecciones alemanas de septiembre parecen bloquear cualquier posible movimiento por el momento.

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