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A emprender se aprende

Mondragon Team Academy impulsa un sistema educativo en el que no hay profesores

Alumnos de Mondragon participan en una tormenta de ideas en Shanghái.
Alumnos de Mondragon participan en una tormenta de ideas en Shanghái.ZIGOR ALDAMA

Tiene solo 20 años, pero hace ya dos que Matxalen Palacio creó su propia empresa —Jump In— con unos compañeros de clase. No lo hicieron por gusto, sino por obligación. Es el pilar fundamental del sistema educativo que rige la carrera de Liderazgo Emprendedor e Innovación (Leinn), impartida en la Universidad de Mondragón. “Aprender de la experiencia es el lema que mueve este modelo educativo”, explica la joven.

Por eso, el equipo de Palacio no va a un aula, va a la oficina. Tampoco recibe clases de profesores, tiene el apoyo de entrenadores; y no se enfrenta a exámenes, sino a cuentas de resultados y a la evaluación de sus propios colegas. “El objetivo es aprender a trabajar en equipo y diseñar productos y servicios reales que generen beneficios, lo mismo que hace cualquier trabajador en una compañía”. Y, sin duda, las empresas que nacen en el seno de la peculiar Facultad de Mondragon Team Academy (MTA) lo hacen con vocación global.

Después de pasar por Finlandia y Estados Unidos, y antes de viajar a India, la segunda generación de esta carrera se encuentra en Shanghái tratando de sacarle jugo a uno de los mercados más prometedores del planeta. Son 44 alumnos emprendedores distribuidos en cuatro empresas, como Jump In, que comparten dos entrenadores y que han puesto en marcha una decena de proyectos distintos. “Todos tienen un marcado carácter social, porque queremos que sean motor de cambio, que introduzcan valores éticos en el mundo de la empresa y planteen alternativas sostenibles que desemboquen en un nuevo sistema global”, apunta Iñigo Blanco, uno de los entrenadores.

El grupo de Palacio, por ejemplo, ha lanzado con éxito su primer taller de lenguaje visual en la capital económica de China, donde cada uno de los emprendedores chinos y expatriados que han participado ha pagado el equivalente a 25 euros. Así, los números de Jump In ya están en negro. Con ese capital, la empresa promociona ahora una nueva metodología de innovación abierta, que reúne a usuarios y especialistas para crear estudios de mercado con los que pretenden dar valor añadido a los productos de sus futuros clientes. Un proceso similar al que ha alumbrado las nuevas funciones del teléfono Samsung Galaxy S4.

Una metodología en alza

Hace dos décadas que Hanna Walden creó una empresa con unos amigos. Se dio cuenta de que la realidad tenía poco que ver con lo que le habían enseñado en la universidad, y tuvo una idea. “¿Por qué no establecemos un modelo educativo basado puramente en la experiencia?”. Así nació Tiimi Akatemia, un sistema que ahora se va extendiendo por el mundo. “Mondragon Team Academy (MTA), quizá por su carácter cooperativista y por la visión internacional de las empresas vascas, ha tomado el relevo y ha hecho suyo nuestro objetivo de extender el modelo por el mundo”, cuenta la cofundadora en Shanghái, donde han presentado un proyecto para desarrollar MTA en China.

MTA tiene su campus en el País Vasco (en Irún y Oñati), pero ya ha inaugurado los ‘itinerarios’ en Madrid y en Ámsterdam, y pronto llegarán a otras ciudades. “No pretendemos llevar estudiantes a la Universidad en Mondragón, sino que los alumnos pongan en marcha proyectos que generen innovación y riqueza en su propio entorno”, dice José María Luzarraga, uno de los promotores del proyecto. “Nos gustaría alcanzar una globalidad descentralizada que funcione sin los tradicionales campus universitarios”, añade Walden. “Y en ese proceso, China es un reto clave”.

“Elegí el grado Leinn porque me gusta viajar y porque creo que me permite desarrollar mis pasiones. Además, a diferencia de lo que sucedería al final de una carrera convencional, yo espero graduarme con un proyecto empresarial ya en marcha, y vivir de él”, resume Palacio, esperanzada en darle esquinazo a la crisis. Los compañeros que este año cerrarán la primera promoción del MTA están a punto de lograrlo.

Josu Oleaga es uno de los integrantes de Tazebaez, la empresa fue creada hace cuatro años por alumnos que se graduarán este verano, y confía en el éxito de uno de sus proyectos: Global Futurizer, para labrarse un futuro. “Es una plataforma que pone en contacto, a través de grandes eventos de brainstorming y fast prototyping, a empresas de vanguardia de todos los sectores y a estudiantes con talento”. En una sesión maratoniana de una jornada, grupos internacionales de estudiantes buscan soluciones a cuestiones que plantean las empresas, que para participar desembolsan unos 3.000 euros.

El año pasado, Global Futurizer reunió a cientos de alumnos y decenas de empresas de todo el mundo en Shanghái, Mumbai, Bilbao y São Paulo, y pretende repetir el éxito este otoño en Madrid. “Los estudiantes dejan volar la imaginación para esbozar servicios y productos que aún no se pueden llevar a cabo por las limitaciones de la tecnología, pero que son muy interesantes para las empresas porque identifican necesidades actuales y proponen soluciones de futuro”. Pero Tazebaez no solo mira al mañana, también dedica tiempo al presente. Así es como ha introducido en el mercado chino el primer vino envejecido bajo el agua. Y todo sin haber acabado todavía la carrera.

“El nuestro es un sistema de aprendizaje radical que busca dar solución a dos de los principales problemas que aquejan al modelo de educación actual”, analiza José María Luzarraga, uno de los principales promotores de MTA. “Se libra de la excesiva dependencia de la figura del profesor, que aquí se sustituye por la realidad del entorno empresarial, y proporciona conocimiento y competencias a través de prácticas reales en equipo, no es una simulación como se suele hacer en España”.

“En España, para aprender a andar en bicicleta, a los alumnos se les enseña historia del ciclismo, ingeniería de materiales y mecánica. Y luego se les da una bici. Así no puede funcionar. Tiene que ser al revés. Los propios alumnos buscarán sus conocimientos teóricos en función de las dificultades que se encuentren, por eso en la carrera solo damos unas nociones teóricas básicas, los rudimentos para que sepan cómo buscar”, explica Luzarraga. Eso sí, en tercero, los alumnos tienen clases de chino. “Creemos que así estarán mejor preparados para el futuro. Pero no basta con estudiar el idioma, también hay que comprender los mecanismos que mueven el país. Por eso hemos decidido incluir dos meses de estancia en Shanghái y otro en India”.

“La actual coyuntura de crisis —añade Blanco— puede ser un aliciente más para que la gente se interese por esta forma de enseñanza, ya que no se queda en lo teórico y da resultados concretos”. A emprender también se aprende. No en vano, el 40% de los graduados en Finlandia, el país donde nació el modelo de Team Academy, sigue con los proyectos iniciados en la carrera.

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