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La intensidad de la recesión invalida ya el pronóstico del Gobierno para 2013

El INE avanza que el PIB bajó un 1,4% el año pasado, tras un último trimestre peor de lo previsto Los servicios de estudios minimizaron la recaída de 2012

Alejandro Bolaños
Fuente: INE
Fuente: INEEl País

Contra viento y marea, contra las predicciones de organismos internacionales y servicios de estudios privados, el Gobierno insiste en que el PIB español apenas retrocederá este año un 0,5%. Bastan las estadísticas difundidas en el primer mes de este 2013 para concluir, no ya que el pronóstico oficial es la excepción a la regla —el resto de vaticinios triplican, como poco, la caída que espera el Ejecutivo de Rajoy—, sino que es imposible. Los cálculos del Ministerio de Economía descarrilan ante la intensidad de la recesión en los últimos meses de 2012.

El Banco de España avanzó la semana pasada que el PIB había descendido entre octubre y diciembre de 2012 un 0,6% respecto al trimestre anterior, la mayor caída desde la Gran Recesión de 2009. Un dato empeorado ahora por la estimación preliminar del Instituto Nacional de Estadística (INE), que ayer adelantó que el retroceso trimestral fue del 0,7%.

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Hace unos días, el ministro de Economía, Luis de Guindos, detalló en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) qué espera en 2013: el PIB seguirá en números rojos durante la primera mitad del año para recobrar “en el tercer trimestre una situación de estabilidad y un crecimiento en torno al 0%, y ya en el cuarto trimestre crecerá ligeramente”.

El INE blinda el mensaje de Economía

A. Bolaños

Tres centésimas cuentan más de lo que parece. Cuando el Instituto Nacional de Estadística informa, en sus notas de prensa, de la evolución del PIB, se queda en las décimas. Para encontrar las centésimas había que bucear en la información estadística que ofrece en su web. Hasta el comunicado de ayer: “El crecimiento real del PIB en el conjunto del año 2012 se estima en un -1,37%”.

La precisión, sin embargo, solo afectó a la tasa anual para el conjunto de 2012. En la variación trimestral (-0,7%) y en la variación anual (-1,8%) que se estima para el PIB del cuarto trimestre, el comunicado se mantiene fiel a la tradición del INE: limitar el detalle del resultado a las décimas.

El servicio de prensa del INE confirmó, sin más, que era la primera vez que se comunicaba así la información. El Instituto, que ahora preside Gregorio Izquierdo, evitaba así redondear al -1,4% la variación anual del PIB en 2012. Y, al mismo tiempo, evidencia que la cuarta décima llegó por apenas tres centésimas, que estuvo a punto de ser -1,3%.

El -1,3% es precisamente el pronóstico que el Ministerio de Economía, el departamento que designó a Izquierdo para el puesto, había aireado en las últimas semanas. Economía había enfatizado que la caída del PIB era menos acusada que su pronóstico inicial (-1,5%) y el ministro Luis de Guindos llegó a anticipar, también de forma insólita, la estimación del Banco de España: de nuevo, -1,3%.

El dato definitivo, -1,4%, apenas empaña el argumento básico de Economía, que 2012 fue un poco menos negativo de lo previsto. Pero, por las dudas, el INE ofreció esta vez las centésimas que blindan el mensaje. Aún a riesgo de dejar en entredicho su independencia.

Es un esquema similar al que manejan los servicios de estudios privados. Pero la intensidad de la recesión en el último trimestre de 2012 no solo anticipa una caída del PIB acusada en el arranque de este año, sino también que, con un punto de partida así, es inviable que la comparación anual promedio quede en el -0,5%, como maneja Economía. Siguiendo el esquema descrito por Guindos, para que eso fuera posible en el cuarto trimestre de este año, el PIB tendría que crecer mucho más que “ligeramente”; como mínimo, se necesitaría un avance trimestral del 1,7%, una tasa inalcanzable hasta para la economía española de los años del boom inmobiliario.

En promedio, según las cuentas del INE, el PIB bajó en 2012 un 1,4% respecto al año anterior. En este caso, el Gobierno sí atinó (su último pronóstico para 2012 fue -1,5%), aunque sea porque el bajonazo de la demanda ha sido tal, que es el desplome de las importaciones lo que mejora la aportación del sector exterior. Pero los analistas insisten en que el alto nivel de desempleo (con una tasa de paro del 26%), la debilidad de la zona euro (también en recesión) y el impacto de los recortes presupuestarios anticipan una caída del PIB similar este año.

Todos estos datos ya estaban encima de la mesa en septiembre pasado, cuando el Gobierno mantuvo que el PIB solo caerá un 0,5% en 2013. No fue una decisión baladí: con ese dato, Hacienda elaboró sus previsiones de ingresos y gastos para el proyecto de Presupuestos de 2013. Con ese dato y con una estimación de la evolución del empleo que los expertos creen, otra vez, fallida. Porque si en 2012 el desfase entre lo previsto y lo real en la tasa de paro (24,6% frente a 25%) y en destrucción de puestos de trabajo (un 3,7% menos frente a un 4,5%) fue notable, este año amenaza con ser aún mayor.

Los Presupuestos dicen que la tasa de paro promedio caerá al 24,3% y que apenas se perderá empleo (-0,2%) este año. Con esos mimbres, se anticipa que la Seguridad Social cerrará en equilibrio en 2013, cuando ya acumuló un déficit equivalente al 1% del PIB el ejercicio anterior. Los analistas privados, sin embargo, estiman una tasa de paro cercana al 26,5% y que el empleo se dejará otro 3%. Es lo que se refleja en el último panel de previsiones de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que incluye los pronósticos de 18 centros de predicción y servicios de estudios españoles.

Los paneles de Funcas sirven también para certificar que los analistas tienen serias dificultades para anticipar los virajes económicos. En noviembre de 2011, cuando la economía española ya había dado nítidas señales de estancamiento, las predicciones sobre lo que iba a ocurrir en 2012 pecaron otra vez de optimismo: el pronóstico de consenso fue que la economía avanzaría un 0,2% (retrocedió un 1,4%), y que la recesión apenas duraría dos trimestres (ya encadena seis). Tres meses después, casi todos habían corregido la predicción del PIB (algunos, incluso, se pasaron de pesimistas), pero aún ningún analista fue capaz de predecir que la reforma laboral, entonces recién aprobada, propulsaría la tasa de paro promedio hasta el 25%.

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