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España se esconde del rescate

Rajoy recela de pedir la ayuda al BCE por la mejora de la prima de riesgo Las empresas e inversores presionan al Gobierno para que dé el paso

Jesús Sérvulo González
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante la sesión de control al Ejecutivo celebrada miércoles en el Congreso de los Diputados.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante la sesión de control al Ejecutivo celebrada miércoles en el Congreso de los Diputados.Chema Moya (EFE)

El toro español no embiste. No arranca ante los envites que le lanzan Bruselas, organizaciones empresariales y entidades financieras para que recurra al segundo rescate. El Gobierno de Mariano Rajoy se resiste, de momento, a solicitar la ayuda financiera que permitiría al Banco Central Europeo (BCE) iniciar el programa de compra de deuda que rebajaría de forma significativa la prima de riesgo y mejoraría la liquidez del sistema. Inversores y analistas esperan una decisión. Sobre todo porque apostaron a que el Ejecutivo cedería antes de que terminara octubre. Pero cuatro meses después de que Mario Draghi, presidente del BCE, anunciara a finales de agosto un salvavidas para los países en apuros, que incluye una bazuca para comprar deuda pública de forma ilimitada, el Gobierno aún juega a evitar el rescate, a esconderse de él.

“Si en julio alguien preguntaba si España estaría en la situación que está ahora en materia de financiación, nadie habría apostado a que ocurriría esto”, aseguraba el viernes José Manuel González Páramo, exmiembro del BCE, a Bloomberg. “Es un juego de expectativas, el mismo juego que estamos viendo desde julio: la expectativa de que se pudiera pedir un rescate y que el BCE pudiera intervenir mantuvo bajos los costes de financiación”, explica. Pero Rajoy aún no lo ha pedido formalmente, aunque sí lo ha negociado.

La tormenta que arreciaba en julio parece lejana. Entonces la prima de riesgo —el diferencial entre el bono español y el alemán a 10 años— rondaba los 700 puntos básicos y disparaba todas las alarmas porque hacía chirriar las frágiles cuadernas sobre las que se asienta la economía española.

El Tesoro tendrá que afrontar en 2013 vencimientos por 120.000 millones

España acumula una deuda que ronda los tres billones de euros, con b, —tres veces el PIB—. Empresas y familias deben unos dos billones y el sector público otros 800.000 millones. El interés que se paga por este dinero marca la diferencia entre sobrevivir o caer al abismo. Los 775 puntos de julio no eran soportables. Pero la situación ha cambiado.

En las últimas semanas la prima de riesgo se ha relajado. El viernes cerró en 393 puntos básicos tras ceder unos 50 puntos en las últimas semanas porque en breve llegará el dinero de Bruselas —unos 37.000 millones— para sanear los bancos con problemas.

El Tesoro ya ha colocado toda la deuda de este año a unos precios mejores de los que se podían esperar en verano. Una vez salvado el obstáculo de octubre cuando había vencimientos por casi 30.000 millones, casi la misma cantidad necesaria para pagar la nómina anual de los funcionarios, se ha permitido emitir deuda para tener un colchón de liquidez extra para un duro 2013.

Pero el sector privado sigue seco, altamente endeudado y con dificultades para financiarse, lo que lastra su competitividad. Prueba de la asfixia que viven las empresas es la rapidez con la que algunos bancos y grandes compañías se lanzaron a los mercados a principios de septiembre cuando el anuncio de Draghi abrió una ventana de liquidez, la prima cayó cerca de 150 puntos en unos días. Entonces las empresas captaron más de 8.000 millones en solo una semana. Si España lograse estabilizar la prima de riesgo entorno a los 200 puntos (uno de las cuestiones que el Gobierno negocia con el BCE para aceptar el rescate), el sector privado podría ahorrarse unos 40.000 millones en intereses. Por eso, los empresarios presionan al Gobierno de forma cada vez más explícita para que pida al BCE que actúe ya.

“Es cierto que empresas y familias tienen mucha deuda pero muy pocos de esos agentes han salido a los mercados a financiarse. Las pymes —suponen más del 90% del tejido empresarial— y los ciudadanos acuden a los bancos”, explica David Cano, responsable de Analistas Financieros Internacionales (AFI), que recuerda que “ahora las grandes empresas están consiguiendo financiación”.

Alemania ha flexibilizado su postura y pone menos trabas

“El sector privado no tiene más remedio que pagar sus deudas y seguir con lo que tiene. Viene un proceso de fuerte desapalancamiento financiero (reducción de deuda)”, explica Jesús Fernández-Villaverde, profesor de la Universidad de Pennsylvania y miembro de Fedea. “El ahorro neto privado es muy alto en estos momentos y eso significa que se está reduciendo deuda privada”, añade. Pero la deuda del sector público sigue disparada y el año que viene será crucial. El Tesoro tendrá que afrontar vencimientos superiores a los 120.000 millones.

“España está tomando menos dinero del resto del mundo”, dice el catedrático de Fedea. “España debe un billón de euros al exterior, de ello un alto porcentaje al BCE. Por eso creo que mientras vaya haciendo los deberes no habrá problemas”, opina Fernández-Villaverde. Cano defiende el rescate no solo por la asfixia del sector privado o de las exigencias de la administración. “Es verdad que (las empresas) pierden competitividad, que afecta a las exportaciones, pero una prima de riesgo alta afecta sobre todo a la capacidad productiva del país, a la propia economía", reflexiona. “Pagar un tipo por encima del crecimiento nominal de la economía es elevado. España debería pagar un interés del 2%-3%”, desliza.

Rebajar la prima hasta los 200 puntos parece una quimera sin la intervención del BCE. ¿Podrá evitar el Gobierno el rescate? “Hay argumentos en contra y a favor. La situación es ahora más estable que en verano y se podrá negociar mejor. Pero el día que España pida el rescate perderá capacidad de negociación en Europa en un momento en el que se están discutiendo los Presupuestos europeos 2014- 2020”, explica Fernández-Villaverde. Por eso, el Gobierno ha mantenido un perfil bajo en los encuentros con los lideres europeos celebrados este mes para negociar el próximo presupuesto de la Unión. La partida se juega entre los bastidores del gran escenario europeo. Si España pide la ayuda, ésta deberá ser aprobada por unanimidad por cada uno de los parlamentos europeos —cuestión relevante, según insisten en el Gobierno—. Hasta ahora Alemania y otros socios del norte (Holanda y Finlandia) se habían mostrado reticentes a que España recurriera al mecanismo del BCE. Habrían frenado con sordina el rescate español, según fuentes europeas. Mientras, Francia e Italia intrigaban para acelerar la ayuda española y levantar un cortafuegos ante los crecientes riesgos sobre sus economías. Pero en las últimas semanas Alemania parece haber flexibilizado su postura.

Bruselas presiona a Madrid para despejar las dudas sobre el euro

La decisión está ahora en manos de Rajoy. España podría aguantar salvo que se produzca un nuevo ataque especulativo sobre su deuda. Eso pasaría si las agencias de calificación cuestionan su capacidad para pagarla.

La prueba del algodón estará en el cumplimiento de la meta de déficit exigida por Bruselas, en el 6,3% del PIB. Aunque casi todo el mundo, analistas, inversores y hasta el propio Gobierno, admite que se podría desviar unas décimas, la línea roja se sitúa en el 7% del PIB. Fuentes del mercado consideran que si el Gobierno no logra contener el déficit por debajo de ese tope regresará la desconfianza hacía la deuda española. En este contexto hay que entender que el Gobierno no haya revalorizado las pensiones con el IPC.

La agencia de calificación Standard & Poor's ha señalado esta semana que “un eventual rescate al sector público español no tendría un impacto negativo desde el punto de vista de la calificación crediticia”. Junto a esta declaración, se han producido otras que rebelan que en la puerta del rescate hay una alfombra roja para que España de el paso. La señal más clara fue la que emitió el jueves Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, que, tras recetar a España un amargo jarabe con nuevos recortes y subidas de impuestos, reclamó a Europa señales “inequívocas” de que apoyará una eventual petición de rescate de España. “Hay que tener lista la bazuca, con el dedo en el gatillo, aunque no signifique que sea necesario que tenga que cambiar de manos un euro”. Gurría se refiere al crédito precautorio del BCE. Consiste en una línea de crédito que, sin necesidad de disponerla, activaría el programa de compra de bonos que ofreció Draghi.

A pesar de todo, el Gobierno estudia cómo escapar del rescate que exigiría duras condiciones: una vuelta de tuerca al mercado laboral, reforma de las pensiones, nueva subida del IVA…. “Si no terminamos de pedirlo puede cumplirse la profecía autocumplida en sentido positivo: los mercados piensan que como España va a pedir el rescate compran bonos, como compran bonos, mejora la situación y como hay más acceso a los mercados España no necesita pedir el rescate”, zanja Cano.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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