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La eurozona tensa la cuerda con Grecia

El Eurogrupo retrasa la concesión de un nuevo tramo de ayudas a Atenas Guindos dijo en la última reunión de ministros que no pedirá rescate hasta 2013

Claudi Pérez
Samaras vota a favor de aprobar los presupuestos.
Samaras vota a favor de aprobar los presupuestos.L. GOULIAMAKI (AFP)

Esta crisis es un test de primera magnitud del que el euro saldrá dando un paso adelante decisivo en el camino de la integración política o con un retroceso que podría dinamitar el proyecto. Mientras llega el momento de la verdad, sigue el compás de espera: la eurozona tensa la cuerda en Grecia, una vez más el hierro candente que puede atizar el incendio en los mercados, y está decidida a esperar y ver en el caso español (tal y como quiere Berlín) siempre que los mercados respeten el veranillo que ha concedido el BCE y la deuda no vuelva a zonas de máximo riesgo.

Los ministros de Economía y Finanzas del euro se reúnen este lunes en Bruselas con esos dos países en el menú. En cuanto al plato principal —Grecia—, el Eurogrupo tiene previsto retrasar la decisión de descongelar un nuevo tramo de la ayuda a Atenas, imprescindible para que el país sortee por enésima vez la amenaza de suspensión de pagos. Traducción bastarda: más presión.

Es muy probable, según fuentes europeas, que los socios del euro den dos años más a Grecia para cumplir con sus objetivos de déficit. Pero que no se rasquen el bolsillo hasta que sea estrictamente necesario, en esa estrategia que consiste en explorar los límites para meter la máxima tensión, pero con cuidado para evitar un accidente de última hora. “No va a haber dinero encima de la mesa: lo máximo que puede esperarse del Eurogrupo es un comunicado político relativamente favorable a Grecia”, indicaron el domingo fuentes comunitarias.

Antes de soltar el dinero, los ministros están a la espera de un informe de la troika (Comisión, BCE y FMI), que tampoco acaba de ponerse de acuerdo sobre la forma de conseguir que la deuda griega, que se acerca al 200% del PIB, vuelva a niveles sostenibles. Esos dos años se dan por hechos desde la visita de Angela Merkel a Atenas, hace unas semanas. Sin embargo, queda ponerle el cascabel al gato: Berlín, Fráncfort, Bruselas y el FMI discrepan abiertamente acerca de cómo financiar esa prórroga. Ese tiempo extra se traduciría en unos 30.000 millones adicionales para Grecia.

Eurogrupo tiene previsto retrasar la decisión de descongelar un nuevo tramo de la ayuda a Atenas

En esa jugada ni siquiera se excluye una nueva reestructuración de la deuda, esta vez de la pública. No hay, ni de lejos, acuerdo sobre cuánto perdonar ni sobre quién debe sufragar los costes. En realidad, ni siquiera hay acuerdo sobre la reestructuración: el FMI, como la inmensa mayoría de los analistas, aboga por esa solución, mientras Berlín apuesta por combinar opciones como la rebaja de los intereses, la ampliación de los plazos de vencimiento de los bonos o incluso la posibilidad de usar parte del dinero de las ayudas europeas para recomprar deuda griega.

En todo caso, el Eurogrupo no desbloqueará el lunes el siguiente tramo de ayuda (31.300 millones), pese a que Atenas debe devolver 5.000 millones al BCE el viernes. Bruselas afirma que Grecia tiene dinero para aguantar unas semanas; Atenas dice que no. Una alta fuente comunitaria garantiza que no habrá suspensión de pagos (“y menos por accidente: todo el mundo sabe lo que está en juego”) el 16 de noviembre, y este domingo se especulaba sobre una nueva reunión del Eurogrupo por teleconferencia ese mismo día. “Es muy, muy probable que haya una segunda ronda de discusiones antes de llegar a un acuerdo, pero en ningún caso va a haber un impago”, asegura una fuente del Eurogrupo.

El Parlamento griego aprobó la semana pasada el enésimo paquete de austeridad (cifrado en 13.500 millones) y este domingo dio luz verde al Presupuesto de 2013. Grecia se aprieta de nuevo el cinturón pese a que la economía se adentra en una depresión en toda regla: cinco años consecutivos de caída del PIB, el paro en torno al 25% y un clima de contestación social incendiario.

De ahí que esté casi lista esa flexibilización en la política de recortes, que la realidad y el FMI han ido imponiendo en la agenda pese al fundamentalismo de Berlín: a lo largo de los próximos meses podría darse más margen también a otros países con problemas para cumplir sus objetivos de déficit, como España y Francia. Al cabo, el euro está en mínimos de dos meses por el deterioro de las condiciones económicas: Alemania se acerca peligrosamente a un preocupante estancamiento. “Es el corazón del euro y ya no solo la periferia quien se desliza hacia una recesión inevitable si no cambia la política”, según fuentes financieras en Washington.

El Eurogrupo no desbloqueará el siguiente tramo de ayuda, 31.300 millones en total

El problema, en fin, vuelve a ser Grecia: por eso es improbable que el Eurogrupo fustigue a España y reabra otro foco de inestabilidad. Si Berlín, como asegura, no quiere oír hablar de rescates, debería dejar respirar a España para que la economía se estabilice dentro de la gravedad. Eso requiere un cierto funambulismo político: Bruselas no puede dejar de apretar para que el Gobierno siga con las reformas, pero junto al garrote tiene preparado algo de zanahoria a la vista de que de lo contrario la asfixia obligaría a Madrid a solicitar el rescate.

Luis de Guindos tiene previsto recabar el apoyo de sus socios sobre la evolución de la banca, a la que aún no ha llegado un solo euro de la ayuda pedida en julio. El primer tramo se desbloqueará en un mes, si el Gobierno aprueba a tiempo la reestructuración de las entidades nacionalizadas y pone en marcha el banco malo. Fuentes europeas explican que Madrid se ve fuerte tras las últimas subastas del Tesoro, y aseguran que Guindos garantizó incluso en el último Eurogrupo que la petición de un segundo rescate, de producirse, no llegará hasta 2013.

Bruselas desconfía: si empieza el baile en el mercado, Madrid entraría con el pie cambiado. Guindos se resiste incluso a deshojar la margarita de la revalorización de pensiones, algo que la Comisión juzga imperdonable si el déficit se desvía. Y ese incumplimiento es casi lo único que se da por seguro acerca de España en Bruselas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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