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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Consejo Europeo pasa palabra

El resultado de la cita puede considerar positivo ante la ausencia de sorpresas negativas

El Consejo Europeo de octubre ha sido una reunión en la que no se han tomado grandes decisiones, pero tampoco ha descarrilado ningún acuerdo anterior, algo que es un éxito en sí mismo. Europa pasa palabra hasta la cita de diciembre, ya que será entonces cuando presente una hoja de ruta con calendarios concretos para avanzar en la consecución de una unión económica y monetaria más completa.

Los líderes europeos afrontaban la reunión con un telón de fondo distinto del de anteriores citas. El mercado experimenta cierta relajación de las tensiones, sobre todo a raíz de las últimas decisiones del Banco Central Europeo (BCE). Ello explica que las discrepancias evidenciadas entre países del norte (Alemania, Finlandia y Holanda) y periféricos se hayan apartado en aras de un compromiso que no provocara un “accidente”. Así, se gana tiempo para avanzar en una solución definitiva de la crisis del euro, pero se obliga a pasar de puntillas por los temas espinosos.

El Consejo Europeo se ha centrado en la unión bancaria, principal prioridad actual. Se respalda y se avanza en este campo. Esto es muy positivo porque es una condición necesaria aunque no suficiente para asegurar el futuro del euro.

De los cuatro pilares de la unión bancaria (regulación común, supervisión común, resolución común y fondo de garantía de depósitos común), el foco está en la supervisión. Se opta por una solución pragmática: la supervisión común se hará a todo el sistema bancario de la UEM a cambio de que el BCE decida cómo y cuándo empezar a hacerla operativa en función de su capacidad para ir asumiendo estas funciones y para coordinarse con los supervisores nacionales. Es un proceso que llevará tiempo y por eso se hará a lo largo de 2013 (aunque deba estar aprobado el 1 de enero de 2013). En todo caso, lo deseable para que el BCE tenga credibilidad como supervisor es que empiece por las entidades sanas, no por las que tienen problemas.

Se gana tiempo, pero se obliga a pasar de puntillas por los temas espinosos

Positivo también es que se vuelva a hacer mención a la recapitalización directa de la banca, respetando los acuerdos de junio, algo que en los últimos meses había sido fuertemente cuestionado. Falta que el Eurogrupo detalle las condiciones operativas de cómo se hará y para esto no hay fecha.

Se incluyen reivindicaciones de los países no euro que alejen sus miedos de quedar penalizados en un nuevo equilibrio de poderes, como el respeto al funcionamiento del mercado único europeo y un trato equitativo en el supervisor único, algo que por el momento parece complicado, ya que el tratado constitutivo del BCE no permite otorgarles derecho de voto.

En materia de unión fiscal podía haberse introducido algún avance basado en los trabajos previos, pero finalmente no hay novedades por lo alejado de las posiciones de Alemania y Francia. Las eventuales propuestas de diciembre distarán de la mutualización o de la pérdida de soberanía fiscal.

En conclusión, dadas las expectativas previas, la ausencia de sorpresas negativas bien puede hacernos considerar el resultado de esta cita como positivo.

María Abascal Rojo es economista Jefe de Regulación y Políticas Públicas de BBVA Research

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