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El Bundesbank rechaza de plano los planes de compra de bonos del BCE

El presidente del banco central alemán cree que el sistema de adquisición de deuda se parece demasiado a financiar gobiernos imprimiendo billetes

Jens Weidmann, presidente del Bundesbank
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank KAI PFAFFENBACH (REUTERS)

Jens Weidmann, presidente del banco central alemán (Bundesbank), volvió a ser el único de los 23 miembros del Consejo de Gobierno del BCE que se opuso a las medidas extraordinarias aprobadas para reducir la presión sobre la deuda de España e Italia. Pero el rechazo no se limitó a votar en contra, sino que el organismo alemán se esforzó en dejar claro su rechazo frontal a la compra de bonos de los países que pidan un rescate por parte del Banco Central Europeo.

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El Bundesbank justifica su negativa en que es una medida “demasiado próxima a la financiación de los Estados con la máquina de imprimir billetes”. Poco después de la rueda de prensa en la que el jefe del BCE Mario Draghi expuso las condiciones de su programa de compra, un portavoz del Bundesbank destacaba que “se corre el riego de que la política monetaria quede supeditada a la política fiscal”. Es decir, de que el BCE pierda su independencia a manos de los políticos. A juicio de Weidmann y los suyos, esto podría “retrasar las reformas necesarias” en los países que se beneficien de la compra de bonos.

Con este nuevo plante a los jefes del BCE, Weidmann abunda en las opiniones que ha vertido durante el mes de agosto y asume su propio aislamiento. Lo mismo que en agosto, ni siquiera su amigo personal y excolega en altas instancias del Gobierno Jörg Asmussen secundó en el BCE la postura ortodoxa de Weidmann. Ya se han acallado, no obstante, los pertinaces rumores de dimisión que causaron cierto revuelo la semana pasada. El diario Süddeutsche Zeitung descartaba hace días que Weidmann planteara su dimisión. Unas horas después de que hablara Draghi, fuentes del Bundesbank reconocían que Weidmann “no tiene ninguna pinta” de estar pensando seriamente en dimitir.

Las reacciones políticas a la conferencia de prensa de Draghi estuvieron previsiblemente divididas. El vicepresidente del Grupo parlamentario democristiano (CDU/CSU) Michael Meister calificó el anuncio de “muy positivo”, porque la compra de bonos por parte del Banco central Europeo estará sujeta a “condiciones muy estrictas”. En unas declaraciones a la agencia británica Reuters, Meister evoca el lema de la jefa de la CDU y canciller de Alemania Angela Merkel, para destacar que “no habrá ayudas sin condicionalidad”. Durante su visita a Madrid, ella defendió la “independencia del BCE” para tomar decisiones como la del jueves “en el marco de su mandato”. Precisamente, buena parte de las explicaciones de Draghi pretendían dejar claro que la medida entra dentro de su mandato, y que es necesaria para la transmisión de su política monetaria sin dejar de vigilar la inflación.

Menos entusiastas fueron los liberales del FDP, socios minoritarios del gobierno de centro-deerecha que preside Merkel. Su jefe Philipp Rösler dijo que “la compra de bonos no debe verse como una solución a largo plazo”. Desde la provincia, el ministro regional de Asuntos Europeos de Hesse Jörg-Uwe Hahn repitió que el partido “debería presentar una demanda” ante los tribunales europeos para frenar al BCE. La CSU bávara, partido hermano de la CDU de Merkel, tampoco dejó pasar la ocasión de distanciarse de la jefa. El ministro de Economía de la próspera región sureña, Martin Zeil (CSU) se hizo eco del escepticismo de Weidmann y acusó al BCE de estar “convirtiéndose en un parque de bomberos” de la crisis. El secretario general de su formación, Alexander Dobrindt, habló curiosamente del “peligro incendiario” que encierra la decisión del BCE.

Por su parte, el portavoz parlamentario para asuntos financieros del Partido Socialdemócrata SPD, Carsten Schneider, acusó a Merkle de haber forzado esta intervención con sus errores políticos. Merkel “ha roto su promesa de defender los intereses alemanes en la crisis”. El SPD dice que se acaba de romper la tradición de que los bancos centrales sean garantes de la estabilidad de los precios. El SPD considera que, al negarse a otras soluciones como la emisión de deuda conjunta europea (los llamados eurobonos) o la creación de un fondo de amortización de deuda, Merkel no ha dejado otra posibilidad que la compra de bonos por el BCE.

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