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Berlín enfría las expectativas sobre el BCE y rechaza reforzar el fondo de ayuda

El Gobierno asegura que “no hay conversaciones” para que el MEDE tenga licencia bancaria Alemania debate las diversas posibilidades de intervención para ayudar a países en apuros

La canciller alemana, Angela Merkel.
La canciller alemana, Angela Merkel. EFE

La Eurozona se prepara para levantar un cortafuegos que detenga la crisis de la deuda. A dos días del próximo Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), en Alemania se debaten las diversas posibilidades de intervención, que pasan en su mayoría por el BCE y la compra de bonos de los países más afectados. El diario muniqués Süddeutsche Zeitung informaba en su portada del martes de las presiones francesas e italianas para que el mecanismo de estabilidad ESM obtenga una licencia bancaria. Esto le abriría un acceso ilimitado a los créditos del Banco Central Europeo y dotaría al ESM, que aún no ha entrado en funcionamiento, de una gran capacidad de maniobra en los mercados de deuda. Así, podría usar los bonos que adquiriría en los mercados como garantía para nuevos préstamos del BCE, aunque la clase política y dirigente alemana es reticente a la idea. Según los acuerdos europeos ya firmados, el fondo permanente ESM contará con 500.000 millones de euros para rescatar Estados, recapitalizar bancos o comprar deuda soberana. La licencia bancaria multiplicaría esta potencia financiera hasta el infinito.

La medida tendría que superar la resistencia de la coalición de centro-derecha que preside la democristiana Angela Merkel (CDU). La segunda portavoz del ministro de Hacienda Wolfgang Schäuble (CDU) explicó en Berlín que “no hay ninguna necesidad” de dotar con una licencia bancaria al ESM. Pero, por si la hubiera, la portavoz asegura que los tratados que regulan su futuro funcionamiento “no contemplan” dicha posibilidad. Aseguran en Berlín que “no hay conversaciones en marcha” para que el ESM obtenga una licencia bancaria. Se enfrían así algunas de las expectativas puestas en la reunión del consejo de Gobierno del BCE este jueves, considerada clave para el próximo desarrollo de la crisis.

Los conservadores alemanes insisten en que sería una manera subrepticia de financiar a los estados en crisis, lo cual está prohibido en los tratados europeos. El jefe parlamentario de los socios liberales del Merkel, Rainer Brüdele (FDP), dice este miércoles en una entrevista que “darle licencia bancaria al ESM sería poner en marcha una máquina inflacionista y un arma de destrucción de ahorros”. Se expresa así en el diario conservador Die Welt, editado por la misma empresa que publica el periódico populista Bild. Este, por su parte, se ocupó de calentar los ánimos de sus 12 millones de lectores acusando al BCE de levantar “una torre de deuda” en el corazón de Fráncfort. Ilustran el artículo con una foto de las obras de la futura sede del Banco Central en la capital financiera de Alemania.

La Oposición de centro-izquierda, en cambio, se mostró este martes abierta a la medida. Tanto los socialdemócratas del SPD como Los Verdes creen que “la capacidad de fuego” del ESM, aun combinada con el fondo EFSF en marcha desde 2010, no es suficiente para zanjar la crisis de confianza. El portavoz de presupuestos del SPD en la Cámara baja (Bundestag) conminó al Gobierno “a que aclare esta cuestión abierta”.

El BCE detuvo en marzo sus programas de compra de deuda soberana en los mercados secundarios, que muchos en Alemania daban ya definitivamente por muertos y enterrados. Hasta que el presidente del BCE Mario Draghi dijo, la semana pasada, que hará “todo lo que sea necesario” para preservar el euro. En boca de un hombre tan cauteloso como Draghi, estas palabras se han interpretado como un anuncio de nuevas compras de bonos soberanos de los países en crisis como España o como una pista sobre la licencia bancaria del ESM. Más aún cuando el flemático Draghi añadió en tono desafiante: “Créanme, será suficiente”.

El martes por la mañana, el ministro de Exteriores de Luxemburgo Jean Asselborn criticaba en la televisión pública ARD las reticencias alemanas y alertaba del “aislamiento” que amenaza al país dentro de la Unión Europea si no ablanda su postura. El BCE, dice, “tiene que combatir la inflación” por su mandato, pero ahora “hay que enfrentarse a la especulación” que está encareciendo la deuda de España e Italia hasta cotas insostenibles. Estos días hubo cierto revuelo en Alemania por unas declaraciones del presidente del Eurogrupo, el además primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, que acusó al Gobierno de “tratar la Eurozona como si fuera una filial de Alemania”.

La inflación es el espantajo que agitan los conservadores alemanes cada vez que se reactiva el debate sobre la intervención del BCE. Aducen que la obligación del BCE es mantener la estabilidad de los precios y que las políticas monetarias expansivas, con el consiguiente aumento del dinero en circulación, harán que suban los precios en Alemania. Además, insisten en que este tipo de ayudas son “incentivos erróneos” para los países en crisis, porque reducen el impulso de reformar estructuras laborales o sociales que consideran obsoletas.

La letanía del Banco Central Alemán (Bundesbank) reza que los recortes sociales y las reformas laborales deberían bastar para restablecer la confianza de los mercados en países como España. El presidente del Bundesbank Jens Weidmann, festejado por los conservadores como paladín de la pureza de la Draghi. El alemán dogmático y el italiano impasible podrán preparar cara a cara la reunión del jueves, a la que llegan con posiciones antagónicas.

Este jueves se dirimirá si España se ve como “rompeolas de la crisis” (según descripción del Süddeutsche Zeitung) o ésta entra en una nueva fase ascendente y de resolución todavía más complicada.

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