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El escándalo de la manipulación del líbor cerca a la cúpula de Barclays

La dimisión del presidente de la entidad no rebaja la presión Crecen las voces que exigen la caída del consejero delegado, quien se aferra al puesto

Bob Diamond (izquierda), junto al presidente de Barclays y otro alto ejecutivo en una imagen de 2010
Bob Diamond (izquierda), junto al presidente de Barclays y otro alto ejecutivo en una imagen de 2010DYLAN MARTINEZ (REUTERS)

Bob Diamond, el controvertido consejero delegado de Barclays, se ha reafirmado en un mensaje a sus empleados en su determinación de no dimitir. Horas antes, el presidente del banco, Marcus Agius, había ofrecido el lunes su propia dimisión y se atribuyó a sí mismo la responsabilidad, que no la culpabilidad, del escándalo de la manipulación del tipo de interés del mercado interbancario de Londres (líbor), en un intento de rebajar las presiones para forzar la dimisión de Diamond. El consejero delegado se juega su futuro en los próximos días y en particular mañana, cuando comparezca ante un comité parlamentario.

“Como presidente, soy el guardián último de la reputación del banco. En consecuencia, la responsabilidad acaba en mí y así debo aceptarlo presentando mi dimisión”, declaró. Agius fue nombrado presidente en 2006 y durante su mandato ha tenido que lidiar con diversas polémicas. La última, antes de que estallara el escándalo del líbor, fue a principios de este año, cuando se vio obligado a justificar su decisión de autorizar un paquete de remuneraciones para Bob Diamond de 25 millones de libras (31 millones de euros) a pesar de que Barclays había obtenido unos resultados inferiores a lo previsto.

Curiosamente, Agius ha dimitido a pesar de que no ha habido presiones para que él abandone el cargo. Su decisión parece tener claramente el objetivo de salvar la cabeza del consejero delegado. Tanto los políticos como los accionistas y la City están divididos sobre la conveniencia de que Bob Diamond dimita o se quede. Si entre la City y los inversores parece haber opiniones para todos los gustos, desde quien piensa que su marcha sería mala para el banco hasta quien cree que es impensable que continúe en su posición, las posiciones políticas están más definidas.

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La oposición laborista exige la dimisión de Diamond. El Gobierno, sin embargo, está haciendo mucho ruido, pero ni el primer ministro David Cameron ni el canciller del Exchequer, George Osborne, han pedido en ningún momento su dimisión.

En el partido de los liberales-demócratas, que forma la coalición de Gobierno con los conservadores, sí se han levantado voces pidiendo la cabeza de Diamond. Pero su líder y primer ministro adjunto, Nick Clegg, no lo ha hecho. A su juicio, es lógico que la gente se pregunte si tras la dimisión del presidente de Barclays han de venir otras. “No creo que los políticos estén para contratar o despedir banqueros a título individual, pero creo que la responsabilidad se acaba en lo alto de todo”, ha declarado, dando por bueno que basta con la marcha del presidente y no es necesario que se vaya también el consejero delegado. El Gobierno, sin embargo, quiere dar la impresión de que está indignado por el escándalo de Barclays. David Cameron ha anunciado la puesta en marcha de un comité parlamentario de diputados de los Comunes y miembros de la Cámara de los Lores para investigarlo. Pero se ha negado a ceder a las demandas de la oposición de que esa investigación se extienda a los abusos de la banca en general y no solo al escándalo del líbor. Y no quiere tampoco que tenga el carácter judicial y el amplio mandato de la llamada comisión Leveson que investiga los abusos de la prensa tras el escándalo de las escuchas ilegales del tabloide News of The World.

Una comisión de investigación

La comisión anunciada por Cameron estará dirigida por el diputado conservador Andrew Tyrie, presidente de la comisión del Tesoro. Sus trabajos empezarán de inmediato y deberán presentar un informe a finales de año. Parece seguro que Bob Diamond comparecerá este mismo miércoles.

Diamond, aparentemente aliviado por la marcha de Agius, se ha mostrado desafiante en un memorando enviado a los empleados del banco. En él, da a entender que no piensa dimitir. “Siento lo que ha ocurrido porque hemos desilusionado a la gente de la que dependemos: a nuestros clientes; a nuestros accionistas; a nuestros reguladores; y a las comunidades en las que vivimos y trabajamos. Estoy decepcionado porque muchos de esos comportamientos han ocurrido bajo mi control. Tengo la responsabilidad de asegurarme de que no vuelvan a ocurrir”, ha dicho, dejando claro que seguirá siendo el consejero delegado y será él quien ponga en marcha la investigación interna de Barclays para determinar qué ha ocurrido, por qué y como evitar que se repita.

Diamond enfatizó también que el problema no se ciñe solo a Barclays. Una veintena de entidades están siendo investigadas en Europa, Estados Unidos y Japón. Entre ellas está RBS, acusado por un exempleado en Singapur de que altos ejecutivos del banco sabían en 2007 que se estaban manipulando los datos para alterar los tipos de interés interbancarios.

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