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Algo huele a podrido en la City

El escándalo de Barclays cuestiona la ética de todo el sector financiero Unas 20 entidades están siendo investigadas en varios países por manipular el líbor

Bob Diamond, tras ser nombrado consejero delegado de Barclays en septiembre de 2010.
Bob Diamond, tras ser nombrado consejero delegado de Barclays en septiembre de 2010.DYLAN MARTINEZ (REUTERS)

"Hubo un periodo para los remordimientos y las disculpas y creo que ese periodo se tiene que acabar”, declaró el 11 de enero de 2011 Bob Diamond, consejero delegado de Barclays, cuando compareció ante la Comisión del Tesoro de la Cámara de los Comunes que investigaba los abusos de la banca en el marco de la crisis financiera. La realidad parece haber demostrado que la banca, y en particular la británica, y más en concreto Barclays, tiene aún muchas cosas de las que arrepentirse y pedir perdón.

En tan solo una semana, el Royal Bank of Scotland (RBS) y su filial NatWest han dejado sin acceso a sus cuentas —es decir, a su dinero— a millones de clientes durante varios días por un problema informático; Barclays ha aceptado pagar una sanción multimillonaria por manipular durante años el índice que fija los tipos de interés a que se prestan dinero los bancos; y de nuevo Barclays, además de HSBC, RBS y Lloyds, han aceptado compensar con 7.500 millones de euros a miles de “clientes no sofisticados” a los que vendieron productos financieros muy arriesgados, a sabiendas de que no eran plenamente conscientes de los riesgos que asumían, un caso semejante al de las participaciones preferentes en España.

Algo huele a podrido en la banca británica y, por extensión, en la City de Londres. El caso de la manipulación del interbancario ha explotado como una auténtica bomba por varios motivos. Porque es un fraude que puede haber afectado a millones de consumidores en todo el mundo; porque revela una premeditación y un cinismo extraordinarios; porque afecta al sector económico más desprestigiado en los últimos años, los banqueros; o porque su impacto en la opinión pública afecta también a la vida política.

Pero no solo eso: sus consecuencias en la banca están aún por ver. Barclays, que entre el jueves y el viernes se ha desplomado casi un 18% en la Bolsa de Londres, es solo la punta del iceberg, el primer caso investigado, pero hay una veintena de entidades que están siendo escrutadas en varios países. Además, no está claro el impacto que el caso puede acabar teniendo en esos bancos si se presentan reclamaciones por particulares afectados, y no está descartado que los responsables tengan que afrontar responsabilidades criminales.

Cambio en la regulación

No se sabe tampoco qué impacto puede acabar teniendo en forma de endurecimiento de la legislación reguladora, tanto europea como nacional, dado el hartazgo enorme de la opinión pública y la intensa presión que hay ya sobre el Gobierno británico —podrán seguir otros, a medida que bancos en otros países acaben siendo también declarados responsables— para que ponga coto de una vez a los abusos de la banca.

Es importante tener en cuenta que los bancos son vistos por muchos ciudadanos como los verdaderos responsables de la crisis financiera que ha llevado a la actual depresión. Para los ciudadanos que han perdido o temen perder sus empleos, que se han quedado sin vivienda o se han arruinado, es difícil comprender por qué los Estados destinan miles de millones a salvar la banca a costa de recortar los servicios públicos o renunciar a estimular el crecimiento económico. Y la resultante de eso es que los banqueros siguen atribuyéndose jugosos bonos como recompensa, lo que ha provocado ya varios levantamientos en las juntas de accionistas de grandes compañías financieras. Además, ahora, esto.

En síntesis, los investigadores en Estados Unidos y Reino Unido han concluido que Barclays manipuló durante años el líbor, índice que marca el tipo de interés de los préstamos interbancarios de la City. Antes de la crisis financiera, manipulaban el índice al alza para poder aplicar tipos de interés más rentables. Cuando la crisis financiera cuestionó la fiabilidad de los bancos, Barclays, sobre el que había enormes sospechas de que tenía problemas de liquidez, manipuló la información que suministraba para la formación del índice con la intención de reducir el tipo de interés y no dar la impresión de que necesitaba dinero.

Un mercado billonario

El líbor es importante porque no solo se utiliza para el interbancario. Es también el índice de referencia para multitud de transacciones financieras globales por valor de 350 billones de dólares (276 billones de euros) en productos financieros de todo tipo. El índice se fija en función del tipo de interés que los bancos dicen que están dispuestos a pagar por comprar dinero, en lugar de regirse de acuerdo a un mercado real de operaciones.

Eso abre las puertas a su manipulación. En el caso de Barclays, esa manipulación estaba perfectamente organizada, hasta el punto de que el banco estableció barreras entre departamentos para que no pudieran hablarse unos con otros y no trascendiera que estaban suministrando información falsa.

El caso del líbor puede no ser el único ejemplo de manipulación. A juicio de lord Turner, presidente del regulador británico, la Autoridad de Servicios Financieros (FSA), “seríamos tontos” si pensáramos que prácticas semejantes no se han aplicado a otros productos financieros. El primer ministro británico, David Cameron, ha anunciado una investigación independiente sobre la manipulación del interbancario, pero se resiste a ordenar una investigación sobre el conjunto de las prácticas financieras semejante a la que se ha puesto en marcha sobre la prensa a raíz de las escuchas ilegales del desaparecido tabloide News of The World.

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