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"La liquidez puede crear bancos zombis"

ALICIA GONZÁLEZ
Lorenzo Bini Smaghi
Lorenzo Bini SmaghiSamuel Sánchez

Lorenzo Bini Smaghi (Florencia, 1956) reconoce estar en un año de transición, por las incompatibilidades a que se ve obligado tras su salida forzada del consejo ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE). Reparte su tiempo entre Roma, Boston y “el resto del mundo”, y así le gustaría seguir en el futuro, probablemente desde un puesto en el ámbito financiero. Será lo que tenga que ser, pero la vocación pública se percibe de forma indudable en su discurso. Ha participado en Madrid en el encuentro financiero internacional organizado por Bankia y EL PAÍS.

Pregunta. Es un firme defensor de la supervisión bancaria a nivel europeo, ¿por qué?

Respuesta. La crisis nos ha enseñado varias cosas. La primera, que el BCE está asumiendo muchos riesgos como prestamista de última instancia. Esa política corre el riesgo de crear incentivos para que la banca siga dependiendo de la liquidez del BCE, porque con esos fondos refinancian sus deudas a bajo precio. El control de esa política corre a cargo del supervisor bancario, 17 en el caso de la zona euro. Es difícil lograr que todos vayan en la misma dirección y a la vez. A nivel nacional es difícil lograr que los controles sean transparentes, más bien al contrario, el incentivo es intentar mostrar que su sistema financiero es el más saneado. Ahí se ven las diferencias con EE UU, que decidió la recapitalización forzosa de sus entidades en apenas unos días mientras que en Europa una medida similar llevó meses. Y cuando se hicieron los tests de resistencia de la banca fue a nivel nacional, con resultados fallidos. Esto demuestra que el sistema actual no funciona y ahora es incluso peor una vez que Alemania exige colaterales concretos dentro del eurosistema, lo que supone limitar el mercado único europeo. Estas distorsiones se reducirían con una supervisión europea.

P. ¿Y quién debería ser ese supervisor único, el propio BCE?

R. Se necesita a alguien que sea realmente independiente de los políticos, y ahora la única institución independiente en Europa es el BCE. La Autoridad Bancaria Europa (EBA) tiene muchas presiones en su seno, la Comisión tiene ahí una posición muy fuerte, los británicos ejercen gran influencia... así que creo que debe estar bajo el paraguas del BCE. Debería ser similar al consejo de riesgo sistémico, pero solo para la zona euro.

P. ¿Qué hubiera evitado en la crisis un órgano similar?

R. Para empezar, las pruebas de resistencia de la banca se habrían hecho a todas las entidades, porque hasta ahora han sido las autoridades nacionales las que decidían qué entidades se sometían a los tests. Algunas entidades públicas, por ejemplo en Irlanda, no fueron sometidas a las pruebas porque se suponía que la garantía del Estado era suficiente aval y mira lo que sucedió. El problema no es la regulación, es la supervisión; ahí es donde se da el mayor grado de discrecionalidad. Un supervisor europeo sería más rápido, más eficiente y con resultados mucho más claros.

P. Eso significa que la EBA no está funcionando...

R. Es un organismo nuevo, está en Londres, integrado por los 27 países del euro, con una plantilla muy pequeña, dominada por los supervisores...

P. El presidente de BlackRock alertaba en una entrevista del riesgo de una nueva crisis cuando venzan las líneas de crédito a tres años del BCE, ¿lo comparte?

R. Lo cierto es que los bancos no están obligados a mantener esos préstamos hasta su vencimiento, pueden devolverlos a partir del año. Pero para eso tienen que tener incentivos para buscar financiación al mercado y empezar a prepararse para el día después. Ese debería ser el papel de los supervisores, hacer que los bancos se preparen para volver a los mercados. Si creen que habrá otra subasta como las de diciembre y febrero, no harán nada. Y eso es muy peligroso porque puedes crear con esa política bancos zombis, que parezcan viables y que no lo sean.

P. ¿Cómo valora el cambio que se ha producido en la política del BCE con la llegada de Draghi?

R. Es más una cuestión de imagen que de política. Los bancos centrales no toman medidas de un día para otro [el BCE bajó los tipos a los dos días de llegar Draghi], ya estaba decidido, y las medidas de liquidez para la banca llevaban mucho tiempo preparándose. Desde el verano. Primero, el banco reintrodujo las líneas a un año y el siguiente paso eran las subastas a tres años. Así que es más un cambio de estilo, en la comunicación, que en el fondo de la política, que es consistente. Si acaso lo que ha habido es una menor compra de bonos nacionales, pero, en conjunto, personalmente no me sorprenden los cambios.

P. Lo que no ha cambiado, o poco, son las críticas por parte del Bundesbank.

R. ¿Sabes qué pasa?, la comunicación de la política del banco es muy complicada. Va dirigida a 300 millones de ciudadanos, con 17 lenguas y culturas distintas y va dirigida tanto al mercado como a la gente. Bajo la óptica alemana, siempre hay que alertar sobre los riesgos y las amenazas de las políticas que se aprueban. Así que no me lo tomaría muy en serio, es un mensaje para consumo interno y, al final, lo que importan son las decisiones.

P. ¿Es partidario de una solución tipo bazuca?

R. Si el Fondo de Estabilidad Financiera hubiera tenido una capacidad de dos billones de euros en lugar de 100.000 millones, quizá las tensiones del otoño pasado se hubieran reducido. Aunque, por otro lado, eso habría relajado la urgencia de reformas que ya se habían retrasado. Pero para el futuro es evidente que necesitamos un cortafuegos porque es demasiado caro y lleva demasiado tiempo recuperar la confianza de los mercados.

P. La vuelta de Europa a la recesión, ¿no demanda una relajación del ajuste?

R. Ahí se dan dos cuestiones que afectan directamente a España. Primero, hay que ver por qué no se cumplieron los objetivos de déficit en 2011, si fue por el menor crecimiento o porque hubo un incremento del gasto en un año electoral. Bruselas no puede sentar el precedente de que se permite un aumento del gasto cuando hay elecciones y de que el cambio de gobierno aflore permanentemente gastos, lo que además siembra dudas sobre las estadísticas. Y lo que todos queremos es evitar un nuevo caso como Grecia. Si el Gobierno es capaz de explicar esa desviación, creo que Bruselas debería tener en cuenta que la economía de toda la eurozona está en recesión. Pero no puede ser una decisión individual.

P. ¿Esas dudas son las que explican que no baje la prima de riesgo española?

R. En los últimos meses, el diferencial italiano ha tenido una gran convergencia y el español no, pese a la llegada de un nuevo Gobierno, que garantiza la estabilidad para los próximos cuatro años y que está demostrando su disposición a acometer reformas. Solo que con una tasa de empleo tan elevada y un menor crecimiento, los mercados se preguntan si el Gobierno puede mantener su ritmo de reformas. Mientras no se despejen esas dudas, la tensión persistirá.

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Sobre la firma

ALICIA GONZÁLEZ
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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