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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cumbre europea: positiva, pero mejorable

Se da a entender que la deuda soberana conlleva un riesgo sistémico

Tras dos años del inicio de la crisis soberana de Grecia sin todavía haber conseguido detener su contagio al resto de los Estados miembros, se esperaba que esta cumbre despejase, por fin, cuatro incógnitas no resueltas: cómo dar una solución aceptable a la insolvencia de Grecia sin crear un credit event en el mercado de CDS; cómo convertir la facilidad de estabilidad financiera europea o EFSF en un potente cortafuegos que aísle a los Estados miembros solventes; cómo fijar ya una hoja de ruta a medio plazo para mejorar la gobernanza europea introduciendo cambios en el Tratado, y cómo evitar otra crisis bancaria derivada de la crisis de deuda soberana.

En primer lugar, para resolver la insolvencia de Grecia se ha negociado un descuento voluntario del 50% sobre la deuda griega en manos de los bancos europeos, de acuerdo con la decisión del Consejo de julio de conseguir una mayor contribución de los bancos (PSI).

Esta decisión consigue evitar un credit event, pero no está exenta de dificultades. Primero: solo ha podido forzar a los bancos a admitirla por estar regulados, pero no al resto de los tenedores de deuda griega. Segundo: los bancos que han comprado protección en el mercado de derivados de la deuda (CDS) ante la probabilidad de impago, la pierden. Además, la Comisión Europea intenta ahora prohibir los CDS desnudos, es decir, sin ser acreedor o deudor del subyacente, para compensar su prohibición de las ventas en corto en el mercado de bonos físicos. Finalmente, este gran esfuerzo voluntario se ha hecho para poder estabilizar la deuda griega en el 120% del PIB en 2020, lo que es muy dudoso que se consiga, ya que dicho nivel podría aguantarlo Italia, pero no Grecia.

En segundo lugar, para hacer del EFSF un potente cortafuegos se han tomado dos decisiones. Primero: utilizar los 250.000 millones de capacidad actual del EFSF para incrementar la solvencia de toda nueva deuda emitida por los Estados periféricos solventes asegurando su primera pérdida hasta el 20%. Segundo: el resto de los recursos del EFSF podrán apalancarse hasta cinco veces, alcanzando un billón de euros. Al parecer, este apalancamiento se hará creando uno o varios vehículos SPV que emitan obligaciones de deuda colateralizadas (CDO) en las que pueden vender sus tramos sénior y mezzanine, con menor riesgo, a inversores privados, mientras que el EFSF se queda con el tramo equity o capital que es el de primera pérdida hasta el 20%.

Esta idea tiene sus méritos, ya que puede reducir los spreads de la deuda italiana y española, pero tampoco está exenta de problemas. Primero: como ningún Estado miembro está dispuesto a desembolsar nada -a diferencia del FMI-, va generándose una cadena de garantías en las que los Estados miembros avalan al EFSF, que a su vez tiene que conseguir financiarse en los mercados, y el EFSF a su vez avala la primera pérdida de las emisiones de deuda de los periféricos solventes, pero la mayor parte de su riesgo tiene que venderla en los mercados. Este sistema fue utilizado por bastantes bancos americanos y europeos mediante vehículos fuera de balance (SIV) que lograron apalancarse decenas de veces hasta que estuvieron a punto de quebrar de no haber sido rescatados por sus Gobiernos. En España no se autorizó.

Como ningún Estado miembro está dispuesto a desembolsar nada, va generándose una cadena de garantías en las que los Estados miembros avalan al EFSF

Segundo: esta garantía de la primera pérdida será útil para que España e Italia, que tienen muy baja probabilidad de impago, reduzcan sus spreads, pero podría no servir para Portugal, cuya probabilidad es algo más elevada. Tercero: aunque dicha garantía da seguridad a los inversores, está condicionada a reformas fiscales y estructurales por parte de los Estados miembros que la emiten. De no cumplirse, podría ocurrir que el Consejo Europeo decida un día negociar con sus inversores un descuento voluntario de su seguro de primera pérdida.

Cuarto: esta garantía no será suficiente en caso de impago de un Estado miembro que suele ser enorme. Quinto: muchos inversores en deuda soberana española e italiana han dejado de comprarlas, no tanto por la probabilidad de pérdida de su valor en caso de un credit event, sino por la enorme volatilidad de sus precios; luego será difícil volver a atraerlos. Sexto: los inversores tratarán de forma diferente a la deuda nueva que a la antigua, generando dos mercados de deuda del mismo Estado miembro, dando a la primera un trato sénior sobre la segunda. Finalmente, mientras el BCE no pueda ser prestamista de última instancia (Alemania se opone), bien prestando al EFSF o comprando deuda en el secundario, este sistema no funcionará.

En tercer lugar, la hoja de ruta de una reforma de la gobernanza europea y el avance hacia una unión fiscal se han dejado para el Consejo Europeo en diciembre, insistiendo en que solo requerirá reformas limitadas del Tratado (aprovechando la entrada de Croacia en la eurozona). Van Rompuy, Barroso y Jüncker negociarán una propuesta a discutir en dicho Consejo. Consideran que ya está avanzándose suficientemente tras la reforma del Pacto de Estabilidad, la fuerte presión de otros Estados miembros, el semestre europeo y la presión de los mercados, para que no pueda volver a darse nunca más una situación fiscal y competitiva tan deteriorada.

Para evitar una nueva crisis bancaria las entidades tendrán que recapitalizarse para hacer frente a sus tenencias de deuda soberana

En cuarto lugar, para evitar una nueva crisis bancaria (los bancos son el 80% del mercado financiero de la eurozona), estos tendrán que recapitalizarse para hacer frente a sus tenencias de deuda soberana. Todos los bancos tendrán que alcanzar un 9% de core tier one (CT1) a finales de junio de 2012. El cálculo estima unos objetivos totales de capital (capital buffer) para el caso de que la crisis de deuda supusiera un riesgo sistémico en la UE de 106.447 millones de euros.

Este cálculo se ha hecho por la European Banking Authority (EBA) sobre los datos estimados de 70 bancos de 20 Estados miembros de la UE, utilizando su capital y sus exposiciones a la deuda soberana a finales de junio de 2011, pero con los precios de septiembre de 2011. Por esa razón, el cálculo final solo estará disponible en diciembre, cuando se obligue a todos estos bancos a declarar su capital y sus tenencias de deuda.

Esta decisión plantea varios problemas. Primero: se está dando a entender que la deuda soberana europea puede provocar un riesgo sistémico, aumentando todavía más la desconfianza de los mercados sobre ella. Segundo: el cálculo solo abarca a 70 bancos de los casi 5.000 bancos y cajas existentes en la eurozona, donde Alemania tiene más de 1.500. Tercero: los cinco bancos españoles salen con una necesidad de capital de 26.161 millones de euros, el 25,6% del total, solo superada por los 10 bancos de Grecia, con 30.000 millones, cuando realmente no la necesitan. Más todavía si las obligaciones obligatoriamente convertibles pasan a ser capital en 2012. Mientras tanto, los 13 bancos alemanes solo necesitan 5.184 millones; los 4 franceses, solo 8.844, cuando son los más numerosos de toda Europa.

Cuarto: el cálculo es indicativo. Los bancos que ya tengan el 9% de CT1 en junio 2012 no necesitarán cubrirlo. Quinto: aunque se aseguraba que el EFSF aportaría dichas necesidades de capital, los bancos que no alcancen el 9% tendrán que salir a buscarlo al mercado. De no conseguirlo, tendrá que aportarlo el Tesoro de su Estado miembro, y si este no puede, el EFSF podrá concederle préstamos temporalmente. Finalmente, esta decisión tenderá a reducir el crédito.

Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).

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