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La primera crisis del euro

EE UU busca el ordenador fantasma

Los reguladores bursátiles descartan el factor humano como causa del pánico que sacudió a Wall Street

Los supervisores del sistema financiero en EE UU tratan de dar con la causa que ayer detonó el caos en Wall Street. Un día para no olvidar, que pasó a los registros como la de la mayor caída durante la jornada en la historia del parqué neoyorquino. Fue como si un trapecista se dejara caer al vacío para después rebotar disparado en la red. Todo apunta a un ordenador fantasma como el origen de la dramática concatenación. ¿Pero hubo algo más?

Había muchas razones que hacían pensar que Wall Street sufriría más pronto que tarde una corrección: el drama fiscal en Grecia y el miedo a que contagie a otras economías con problemas fiscales, el desplome del euro, las elecciones en Reino Unido y Alemania, el temor a que el crecimiento en China no se sostenga o el impacto de la reforma financiera. Pero lo que no imaginaba nadie es que fuera a suceder con semejante virulencia.

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Bastaron 15 minutos para que el Dow Jones se precipitara 700 puntos. Y sólo 10 para remontar 600. El palo fue brutal para grandes titanes como P&G, Phillip Morris, Apple, Accenture o 3M, lo que hacía del evento aún más incomprensible. Lo sucedido el jueves a falta de hora y media para cerrar el mercado es difícil de digerir, incluso para los gestores del New York Stock Exchange y del Nasdaq, que ayer se acusaron mutuamente de lo sucedido.

A la memoria vino la pesadilla que se vivió en septiembre de 1987, cuando un ordenador mostró por primera vez su poder frente a los humanos. A partir de ese evento, se activaron mecanismos para prevenir situaciones de pánico provocadas por las máquinas. Un cuarto de siglo después, todo apunta a que el temido ordenador fantasma volvió a actuar y que el miedo en el parqué desencadenó en un abrir y cerrar de ojos una espiral sin precedentes.

Las grandes casas de Wall Street disponen en la actualidad de potentes sistemas informáticos, capaces de realizar millones de transacciones al segundo. Funcionan con modelos matemáticos que analizan y responden en milésimas a las tendencias del mercado, lo que les permite adelantarse al flujo en el parqué y anotarse grandes ganancias. Por eso los reguladores buscan además operaciones sospechosas, por si hubiera algún tipo de manipulación. Según han informado fuentes de la Comisión del Mercado (SEC, por sus siglas en inglés), el regulador va a investigar si las actuaciones de algunos operadores estimularon el desplome o incluso lo estimularon para sacar beneficio propio de forma irregular y si lo hicieron de forma inconsciente o a mala fe.

Hace tres años, cuando las máquinas realizaban medio millón de operaciones al segundo, ya se consideraba ese volumen como una locura. Hoy se estima que el 70% de las transacciones diarias en Wall Street las realizan sistemas automatizados. El 60% del volumen de compañías que cotizan en el NYSE se mueven en mercados electrónicos. Los fallos técnicos suceden. Y eso puede provocar una concatenación de eventos.

En el caso del jueves, además, entró en juego otro factor. El NYSE cuenta con un sistema de frenado de emergencia, que permite suspender durante unos segundos la cotización cuando detecta casos de extrema volatilidad. Pero esa pausa fue interpretada por los ordenadores como una señal negativa de falta de liquidez, y emigraron a otros mercados para ejecutar las ventas buscando el mejor precio. Eso, que también será investigado por la Comisión, provocó la cascada.

A raíz de lo visto, los analistas se preguntan cómo el inversor puede tener confianza en el sistema, cuando ve que el precio de una acción como la de Accenture puede pasar en unos segundos de valer 40 dólares a nada. E independientemente de que el desplome del jueves se debiera a un error técnico o humano, lo que muestra es que el hombre juega en clara desventaja frente a la máquina.

El evento del jueves demostró además que las diferentes plazas bursátiles en EE UU están fragmentadas y no hay una coordinación real que permita contener situaciones de riego ligadas a la tecnología. "Tenemos que hacer algo, porque este modelo no es sostenible", ha reiterado el consejero delegado del NYSE, Ducan Niederauer, que ha defendido la pausa que se aplica el parqué, diseñada para dar racionalidad a Wall Street.

Niederauer también ha invitado a las plataformas rivales a que sigan la misma práctica y a abrir un debate constructivo sobre lo sucedido, para, como dijo el presidente Barack Obama, "evitar que algo así vuelva a suceder". El consejero delegado del Nasdaq está de acuerdo que debe reforzarse la coordinación, pero ha defendido que "la tecnología da más eficiencia al sistema" y "beneficia al inversor". Y ha remachado dejando claro que "cuando la lógica volvió al mercado, recuperó la normalidad".

Esta confusión, que borró de un plumazo decenas de miles de millones en el mercado, sirvió por tanto para echar más leña al fuego sobre cómo debe gobernarse Wall Street y dar transparencia a un sistema que es difícil de entender hasta para el inversor profesional. Y podría llevar a retomar el debate de la consolidación de los mercados en EE UU.

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